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Siete características de las guerrillas
latinoamericanas
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x Alain Joxe
En 1997 América Latina, y especialmente Perú, Colombia
y México, ingresa en una nueva era de la lucha política
armada con movimientos de guerrilla más autónomos, más
fuertes y más legítimos que los de los años 60 y
70, como reacción en contra del proceso de globalización
llevado a cabo por los aparatos del Estado nación en franco desmantelamiento.
La toma de conciencia de la actualidad del fenómeno [y no de su
"arcaismo"] proviene indudablemente de la experiencia innovadora
del Ejército Zapatista de Chiapas. A partir de enero de 1994 las
guerrillas colombianas o mexicanas, herederas de las de los años
setenta, son liberadas de la acusación de ser agentes del extranjero.
(***) Bajo cualquier circunstancia, las victorias políticas legítimas
de las guerrillas son obstaculizadas estratégicamente por la existencia
misma de un sistema a tres campos, que por esta causa parece concientemente
desarrollado por Estados Unidos, a pesar de las consecuencias nefastas
del narcotráfico para la propia sociedad norteamericana. De ahí
el desarrollo de estas breves consideraciones que tienen por fin sacudir
el pensamiento teórico [le cocotier théorique], a riesgo
de quedar noqueado por el alud de ideas.
1. Guerra en tres campos
Las guerrillas son más legítimas que nunca en su enfrentamiento
actual con el Estado. El Estado nacional ha perdido legitimidad después
de veinte años de conducir la desnacionalización de la economía
y la liquidación de los servicios públicos [salud y educación]
a un costo social muy elevado. Sin embargo las guerrillas están
siendo estructuralmente desviadas de su enfrentamiento-negociación
binaria con el Estado nacional mediante la imposición de la presencia
de los narcos pertenecientes a la lógica neoliberal, aun si combaten
seriamente al Estado.
La triada Estado-narcos-guerrilla introduce una complejidad combinatoria
confusa y obliga a hablar de "violencia" en lugar de "guerra
civil". Es la aplicación de la tripartición "Huntingtoniana"
a escala de los Estados latinoamericanos [y bajo una forma no religiosa],
que ha servido de modelo para la destrucción de Yugoslavia y Bosnia.
Efectivamente Samuel Huntington lanzó en 1993 el paradigma del
"choque entre civilizaciones", más importante por el
número tres que por la definición abusiva de las civilizaciones-religiones
como campo militar-económico. Es por la posibilidad de distinguir
siempre por lo menos tres "civilizaciones" que este paradigma
se impone como el del desorden neoliberal, y puede contraponerse al paradigma
neoliberal "dual" optimista, de ampliación [enlargement]
de la esfera del mercado global y de la democracia, lanzado ese mismo
año por Anthony Lake, consejero del Presidente para asuntos de
seguridad internacional.
Esta idea es realmente diferente de la que se había creado hace
más de cinco años, que sostiene que las guerrillas son reminiscencias
del romanticismo revolucionario de los años sesenta o derivaciones
patológicas de pequeños grupos sectarios; o incluso que
su identidad desaparece completamente en su asociación con los
narcos: las guerrillas en el contexto de la "globalización"
y del neoliberalismo salvaje reclaman finalmente más el mantenimiento
del Estado nación que la revolución mundial, pero se confrontan
a la vez con un aparato de estado que gestiona el triunfo del neoliberalismo
económico y de la narco-violencia, promovida por el neoliberalismo
militar que conlleva y en ocasiones representa la privatizacion de las
fuerzas armadas.
2. Neoliberalismo, neofeudalismo, neoesclavismo.
Cualquier explicación contemporánea de las guerrillas a
partir de la herencia cultural o de la regresión psicosocial hacia
algún tipo de arcaismo, de hecho, no es más que una manera
tramposa de posponer la explicación social, política y estratégica.
Un conjunto de constataciones un poco extrañas desde la perspectiva
de la buena vieja teoría marxista de la sucesión de modos
de producción [esclavista, feudal, capitalista].
Es necesario admitir actualmente que el neoliberalismo, con su producción
de desorden, genera un neofeudalismo [referido a la multiplicación
de bandas armadas y milicias privadas], al mismo tiempo que un neoesclavismo
[representado por la volatilidad de los empleos creados especulativamente
a partir de la explotación de reservas de mano de obra barata.
El mercado de mano de obra tiende a la explotación bajo amenaza
de muerte de los trabajadores "cautivos", que no manifiestan
ningún interés táctico por evadirse dada la escasez
de empleos]. Esta doble paradoja no debe ser enmascarada tras la categoría
de bandidismo en tres campos sino más bien debe convertirse en
objeto de un cuestionamiento central en las ciencias humanas.
3. Legitimidad y relación de fuerzas.
La guerrilla se dirige hoy en día contra los aparatos del Estado-nación
que han perdido legitimidad en el proceso acelerado de globalización.
Durante los años 60-70 los aparatos de Estado se mantuvieron como
gestores de los recursos nacionalizados y de los servicios públicos.
El Estado-PRI en México, el Estado liberal conservador colombiano,
el Estado velasquista y más tarde aprista de Perú, el Estado
radical, social cristiano o social demócrata de Chile, dirigían
una redistribución desigual aunque pactada dentro del marco proteccionista
del Estado nacional y de la estrategia de sustitución de importaciones.
La evaluación efectuada por las guerrillas actuales a propósito
de la relación material de fuerzas en contraposición con
la legitimidad es más realista que la de los años 70. La
posición del Estado en esta relación de fuerzas se degradó
como resultado de la presión neoliberal americana que lo conduce
al suicidio. Pero es difícil que las guerrillas cosechen toda la
legitimidad perdida por el Estado en un juego de suma cero, debido a la
legitimidad relativa de la violencia narco (***) jugando un papel económico
de redistribución relativa en beneficio de las capas populares.
4. Autonomia e identidades
Algunas guerrillas ostentan una identidad histórica reivindicadora
de tradiciones de los años 20-30 [Zapatistas, Sandinistas], 40-50
[Arbenzistas, Comunistas de las FARC], 60-70 [Guevaristas: ELN, Tupac
Amaru]. Los maoistas han desaparecido [EPL, Sendero Luminoso]. No obstante,
estas guerrillas son necesariamente más independientes del sistema
internacional de lo que fueron sus antecesoras, que se desgarraban en
discusiones teológicas surgidas del campo del Este.
Ahora están mejor armadas, más apoyadas en configuraciones
socio antropológicas y son más capaces de maniobrar y negociar
políticamente en el marco nacional del que reivindican no la destrucción
sino la restauración.
5. Marco nacional democrático
El ataque contra el Estado o la construcción de un nuevo Estado
constituye hoy en día más un programa táctico que
estratégico de las guerrillas. Se trata de una práctica
local que busca la inversión de las tendencias del sistema de dominación,
a saber, la tendencia a una desnacionalización creciente por la
lógica financiera global, y la de una creciente desestabilización,
por la dualidad social que conlleva el proceso de globalización.
El movimiento de "transición hacia la democracia" sostenido
por Estados Unidos en vistas de liquidar las "tiranías militares"
que obstaculizan la globalización neoliberal, se ha convertido
más en un apoyo que en un freno a la guerrilla, que politiza la
tensión creciente entre esta democratización y el deterioro
de las condiciones de vida de la población.
6. Carácter no militarista del voluntarismo neoguerrillero
La renovada guerrilla latinoamericana no es siempre militarista (***).
No solamente los zapatistas, los sandinistas o los guatemaltecos aceptaron
en la práctica negociar "sin victoria" sino que también
Tupac Amaru y las FARC buscan a su manera su integración en la
vida política nacional.
La nueva guerrilla, más "informática" cobra fuerza
maniobrando sobre los espacios de legitimación del antiguo sistema
estatal y nacional, pero no logra establecer acuerdos estratégicos,
en parte porque las nuevas élites dominantes no son ya más
"nacionales" y en parte también por la presencia del
narco como tercer campo.
7. Contra el concepto norteamericano de "Estado fallido"
[failed state]
Tanto en Asia como en Africa o en América Latina, después
de la explotación del saber no renovable [savoir faire non reproductible]
de una última porción del campesinado o de los obreros de
oficio, los efectos de exclusión permanente del mercado crean una
amplia casta de excluidos visiblemente condenados a eso que desde fines
de los años 70 se ha comenzado a llamar "limpieza social"
y que actualmente habría que llamar el genocidio de los pobres.
Las guerrillas constituyen un intento de contraataque a estas distorsiones
[neofeudales y esclavistas] y simultáneamente un intento por alejar
la noción de estado fallido en América Latina. Al contrario,
el Estado nación latinoamericano presenta una capacidad de resistencia
mucho mayor y se reproduce como terreno de luchas populares frente a las
clases trasnacionalizadas, en el mismo momento en que son condenadas a
muerte por la lógica neoliberal.
Conclusiones
Si las guerrillas intentan acumular fuerzas y legitimidad y alcanzar
éxitos políticos significativos en la situación actual,
deberán deslindarse claramente de sus enemigos a fin de atraer
aliados y concebir así una forma de victoria que responda a una
alianza y no tanto a las virtudes absolutas de los combatientes.
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El Latinoamericano
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