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Bitácora de viaje a las entrañas
de una multinacional
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México: Euzkadi-Continental, más de mil desempleados
y sigue sin solución
x Marta Durán de Huerta
La llantera Continental decidió cerrar su planta en Jalisco argüyendo
que los dirigentes del sindicato eran intransigentes y se negaban a modernizar
los procesos de trabajo. En el fondo, dicen los líderes gremiales,
la trasnacional pretendía acabar con el contrato colectivo de trabajo
y con las prestaciones más elementales. El prolongado conflicto
llevó a un grupo de trabajadores a Hannover, Alemania, sede de
la compañía. Aquí, la historia de ese viaje y un
recuento del conflicto que dejó sin empleo a más de mil
personas de una industria que paga los más altos salarios (aunque
el promedio de vida de un llantero, 48 años, es menor incluso que
el de los mineros de socavón). ¿Intransigencia sindical?
¿Prepotencia empresarial? El capítulo sigue abierto
EL 16 DE DICIEMBRE DEL 2001, la transnacional de neumáticos alemana
Continental AG decidió cerrar la filial mexicana Euzkadi, cuya
planta se localiza en El Salto, Jalisco, y fueron despedidas mil 164 personas.
Desde que Continental compró a Euzkadi a fines de 1998, empezaron
los problemas entre la directiva de la empresa y el sindicato, pues la
llantera trató de evadir el contrato colectivo. Jesús Torres,
representante del sindicato afirmó: "En realidad, el proyecto
de productividad de la empresa era un plan para la desaparición
de los derechos fundamentales de sus trabajadores: cambiaba la jornada
laboral de ocho horas por una de doce; obligaba al obrero a mantenerse
junto a la máquina hasta que llegara el relevo, de lo contrario
habría que quedarse otras ocho horas laborando; borraba el descanso
dominical y aumentaba el número de llantas a producir sin subir
el sueldo; la empresa dejaba de pagar los impuestos y las cuotas del Seguro
Social".
Enríque Gómez Delgado, asesor político del Sindicato
Nacional Revolucionario de Trabajadores de Euzkadi (SNRTE) agrega: "La
empresa nos presentó su paquete y nos pidió nuestra opinión,
la cual no les fue favorable. Entonces, hicieron una lista negra y corrieron
a 18 sindicalistas en junio de 1999. En todas las asambleas sindicales
fue rechazado el paquete. La fábrica nos decía que ganábamos
lo mismo que en Estados Unidos, pero los compañeros de Continental
de Canadá nos mandaron los tabuladores de salarios y no hay comparación:
aquí ganamos el 10% de lo que pagan allá".
Cuando Continental cerró la planta en Jalisco, la compañía
entró en pláticas con el sindicato, pero no hubo acuerdo.
Los obreros pidieron la reapertura de esa fuente de trabajo, de la que
dependen casi todos los pobladores de El Salto.
El vocero del SNRTE afirma: "Continental no cumplió con las
leyes laborales mexicanas. Se trata de un cierre ilegal que los trabajadores
rechazamos".
El 17 de diciembre de 2001, Continental lanzó un comunicado de
prensa, en alemán, donde afirmaba que después de años
de esfuerzos por llevar a cabo estándares de productividad en la
fábrica, fracasaron debido al sindicato.
Que se revise el caso, que se cumpla con la ley
Los trabajadores solicitaron a las autoridades mexicanas que la decisión
empresarial fuera sujeta a una revisión jurídica debido
a que el consorcio no se atuvo al procedimiento legal para solicitar el
cierre de una planta, como está estipulado en la Ley Federal del
Trabajo (LFT). No sólo se violaron las leyes mexicanas sino internacionales,
ya que tanto México como Alemania son firmantes del Pacto Internacional
sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones
Unidas, donde se comprometieron a respetar y proteger, entre otras cosas,
el derecho a la formación libre de sindicatos (Artículo
8 del PIDESC). El director jurídico de Continental, Paul Korder,
dijo (La Jornada, 6 de febrero de 2002) que el cierre de la empresa no
se debía a motivos económicos, sino a "la pérdida
de confianza" en el dirigente del sindicato. El sindicato respondió:
"En conformidad con nuestro marco legal, artículo 434 de la
Ley Federal del Trabajo LFT, el cierre de una empresa únicamente
puede realizarse por incosteabilidad notoria, agotamiento de materia de
trabajo, concurso o quiebra y por incapacidad física o mental del
patrón; lo cual debe acreditarse mediante el trámite ante
la Junta de Conciliación correspondiente, situación que
no ha ocurrido en el caso de Euzkadi". Por el contrario, el secretario
de Trabajo, Carlos María Abascal Carranza, justificó la
actuación de la empresa y acusó al SNRTE de ser el responsable
del cierre "por su intransigencia".
La reestructuración
El sindicato afirma que la planta Euzkadi de El Salto es una de las fábricas
más modernas de Latinoamérica y que cuando Continental la
compró en 1998 tenía una producción récord
de 4.5 millones de llantas, pero a la hora del reparto de utilidades,
la empresa declaró números rojos y pérdidas.
¿Cómo supieron ustedes del récord?
La misma empresa lo dio a conocer, y esa cifra equivale al 1% de
la producción mundial llantera responde Enrique Gómez.
En 1998, la trasnacional hizo millonarias inversiones en maquinaria,
en tecnología de punta y, sorprendentemente, poco después,
en 1999, la declaró no rentable también hizo recortes
en sus 20 plantas por todo el orbe en los últimos años;
cerró cinco de ellas con pérdidas de 468 millones de euros
en las que 4 mil 770 personas perdieron su trabajo. Se argumentó
que había una sobreproducción de llantas, situación
que empeoró con los nuevos sistemas eléctricos de transporte
(los trenes eléctricos europeos que ya no utilizan llantas), y
además llego la recesión en Estados Unidos.
La empresa se comprometió con el sindicato a comprobar su sobreproducción,
pero no lo hizo, además amenazó con más despidos
y luego cerró. Los obreros llegaron a la fábrica y se encontraron
con las puertas clausuradas y avisos para recoger las liquidaciones, calculadas
injustamente, pues éstas, según el contrato, se establecen
según el promedio salarial de las últimas cuatro semanas
de trabajo, pero la llantera controla la producción, la cual fue
disminuyendo poco a poco, de tal suerte que en los últimos meses
fue de menos de la mitad. "Emplazamos a huelga, cuidando no violar
la ley y procurando tener bases sólidas, por eso nos esperamos
hasta el 22 de enero del 2002", explica el asesor político
del sindicato.
En las entrañas de la Conti
En vista de que en México el sindicato no pudo arreglar el asunto,
se formó una comisión para ir a Alemania, a la casa matriz
y hablar con quien se tuviera que hablar. En Jalisco, el personal de la
empresa está constituido por cuadros bajos sin capacidad de decisión.
Para pagar el viaje se hizo una coperacha entre la Asociación Sindical
de Pilotos Aviadores y particularmente al capitán Jaime Luis González,
secretario general, quienes proporcionaron los pasajes; el Sindicato Mexicano
de Electricistas, la Cooperativa de Trabajadores de Refrescos Pascual,
la Coordinadora Intersindical Democrática Jalisciense, la Liga
de Unidad Socialista y el Partido Obrero Socialista, quienes cooperaron
económicamente.
Enrique Gómez Delgado, asesor político, Oscar Rubio González,
consejero jurídico, y Jesús Torres Nuño, llegaron
a Hannover, ciudad donde la Conti (como le dicen los alemanes) tiene su
central. Llevaban la misión de buscar contacto y la solidaridad
de organizaciones sociales, políticas y sindicatos europeos; poner
una queja ante la OCDE y hablar con el director de la empresa; esto último
fue lo más desagradable del viaje.
Jesús Torres Nuño apuntó en la bitácora:
"La política que se había fijado la dirección
de Continental era la de ignorar a la comisión. En México
pagó una inserción en los periódicos de Jalisco,
diciendo que era inútil la gira, que no se conseguiría nada.
Sin embargo, ya que estábamos allá, ante la presión
de FIAN Internacional (una ONG que trabaja por el derecho a la alimentación),
de algunos medios de comunicación y de legisladores alemanes que
estaban atentos al asunto, y ante una petición formal de la embajada
mexicana en Alemania, no les quedó de otra que recibirnos".
Bañaditos y peinaditos, los sindicalistas se apersonaron ante
Manfred Wennemer, director de Continental. Les dio un saludo glaciar y
les advirtió que no los atendería por más de media
hora. Martin Wolpod, miembro de FIAN que había servido de guía
y traductor para los mexicanos, le entregó al empresario un documento
con un resumen del conflicto que incluía un listado de las violaciones
a las leyes mexicanas e internacionales por parte de Continental. Wennemer
montó en cólera sin siquiera ver el documento y cortando
en seco a sus interlocutores dijo tajante que eso no lo iba a discutir,
que no le interesaba y que en todo caso quería hablar solamente
con la comisión del sindicato (y no con Martin). Entonces, Jesús
Torres explicó las razones por las cuales era muy necesario reabrir
la planta de El Salto. Wennemer no dejó que Jesús terminara
la frase y, colorado por la rabieta, lo señaló con el dedo
índice diciendo: "Usted y solamente usted es el único
responsable del cierre de la planta de El Salto y si sus compañeros
y la población se ven afectados, usted es el responsable".
Jesús no bajó la mirada y rechazó la acusación.
Wennemer se fue calmando y ya que recuperó el control dijo que
la empresa estaba dispuesta a establecer un diálogo para resolver
el conflicto, pero en México, no en Alemania, y agregó que
tenía la seguridad de que no violaban ninguna ley. Así terminó
la entrevista. Ya saliendo del edificio, Martin se despidió del
director de comunicación, con un "mañana nos vemos,
en la reunión anual de los accionistas". El funcionario se
petrificó de la sorpresa.
La asamblea de chipocludos
Al día siguiente, el 29 de mayo del 2002, se realizó la
asamblea anual de accionistas de Continental, en el centro de convenciones
de Hannover. Los viajeros cuentan: "Cuando llegamos al enorme centro
de convenciones, a la sala donde sería la asamblea, la policía
había colocado una patrulla en una esquina donde era el paso obligado
y Jesús Torres alcanzó a escuchar que reportaban la llegada
de los mexicanos. El numeroso cuerpo de seguridad se movilizó nervioso
hacia nuestra delegación, pero a una prudente distancia. Estábamos
caminando por el centro del auditorio donde se realizaba la asamblea;
éramos seis que atrajimos la atención de muchos de los asistentes,
así como de la plana mayor de Continental, ya que entramos en el
momento en que Wennemer daba su informe anual y afirmaba que la planta
de Euzkadi había sido cerrada por ineficiencia y por la incapacidad
de la representación sindical a aceptar el famoso paquete. Nosotros
desmentimos el informe.
Posteriormente habló uno de los accionistas y fue muy crítico,
habló de nuestro caso, manifestando su postura a favor de reabrir
la planta y de pagar salarios como los que reciben sus trabajadores en
Estados Unidos.
En esa asamblea se dijo que Continental ha gastado 430 millones de euros
en el cierre de cinco de sus plantas desde septiembre pasado, por lo que
Wennemer cuenta con el nada envidiable récord de una planta cerrada
cada mes y medio.
"Cuál sería nuestra sorpresa cuando recibimos un aplauso
generalizado, aunque sin entusiasmo, lo que interpretamos como una muestra
de civilidad. Así que los guaruras que se nos habían aproximado
no pudieron entrar en acción, pensaron que les íbamos a
armar una bronca. Posteriormente, vinieron los comentarios finales de
Wennemer, quien tenía que responder a todos los cuestionamientos.
Al hablar de El Salto, cosa que no podía evitar, su respuesta se
centró en la irreversibilidad del cierre, aunque evadió
nuestras preguntas, lo cual no pasó inadvertido por el pleno de
accionistas. Creemos que realmente abrimos dudas respecto a los procedimientos
utilizados por la administración de la Conti en nuestro caso. Un
largo conflicto que evidentemente provocará mayores gastos a esos
accionistas, es el punto que realmente a todos sin excepción, les
preocupa.
"A diferencia de los cierres en Europa, en México, los trabajadores
no contamos con el seguro de desempleo, ni con las acciones adicionales
que ha tomado Continental, como el facilitar su contratación en
otras plantas de la empresa, o planes para ayudarlos mientras se reubican
y mucho menos las ayudas económicas por encima de sus liquidaciones
normales, que son realmente muy elevadas.
"Al final de la reunión, por lo menos 10 personas se acercaron
para felicitarnos, para preguntarnos detalles del cierre y para expresar
su pena por lo que sucedía en Jalisco, e incluso dos de ellos nos
pidieron mantenerlos informados, para que en su momento pudieran protestar
abiertamente en la próxima asamblea".
El que los sindicalistas mexicanos hayan podido entrar a semejante asamblea
y participar con voz y voto, se debió al trabajo conjunto de varias
organizaciones y activistas sociales, entre los que destaca Manfred Stöter,
un obrero jubilado de la Volkswagen.
Al finalizar la asamblea, Wennemer, en un acto totalmente inesperado,
bajó del presidium para ir hasta el lugar donde se encontraba la
comisión, y les dijo: " Quiero felicitarlos porque realmente
han planteado muy bien el problema. Me gustó el que lo hayan presentado
correctamente y respetando las normas. Y quiero ratificarles nuestra disposición
a entablar de inmediato un diálogo y buscar una solución
inmediata al conflicto, que es de nuestra mayor preocupación y
buscar con ello que no siga haciéndose público". Ahí
salió el peine; los sindicalistas estaban dañando la imagen
corporativa de la Conti.
Un déjavu llantero
En 1999, los sindicalistas de la planta Charlotte, de Carolina del Sur,
Estados Unidos, hicieron un peregrinaje similar al de los mexicanos. Tuvieron
que ir a Hannover para plantear sus demandas de aumento de sueldo y mejores
términos para la jubilación. La huelga había estallado
en septiembre de 1998 y la compañía despidió a mil
450 sindicalistas y llevó a esquiroles. La bronca se generalizó
y los sindicalistas del gremio en Sydney, Australia, ocuparon el consulado
alemán como gesto solidario y llamaron a un boicot contra Continental.
Los trabajadores norte-americanos se apersonaron en la reunión
anual de accionistas, tal como hicieron los jaliscienses, y después
de mil aventuras, ganaron.
Abascal va a Alemania
Al regreso del viaje, los sindicalistas mexicanos traían pocas
esperanzas para la reapertura de El Salto, pero venían con ánimo
de negociar las liquidaciones, siempre y cuando éstas fuesen justas
y conforme a la ley. El estudiar una propuesta de finiquito y buena voluntad
habían sido las promesas de la Conti en Hannover.
"La empresa ofreció un acuerdo económico por terminación
de contrato y el sindicato solicitó 330 millones de pesos, que
serían 300 mil pesos para cada sindicalizado (independientemente
de lo que a cada quien le corresponda de su liquidación), ya que
la empresa cerró ilegalmente, no cumplió su contrato y,
en todo este tiempo, no pagó salarios, aguinaldo, fondo de ahorro,
retiro voluntario, prima vacacional, cuotas patronales del IMSS, de Infonavit
y del Sistema de Ahorro para el Retiro, entre otras prestaciones pactadas;
hasta nos quitaron el Seguro Social. Ya dos compañeros murieron
por falta de atención médica", afirma Enrique Gómez.
Los obreros se enfrentaron a una nueva desilusión. Gómez
explica: "Jorge del Regil, abogado de Euzkadi en México, se
encargó de la primera fase de las negociaciones, en la que no se
consiguió nada, y una de nuestras demandas era negociar con José
da Silva Carvalho Neto, gerente general de Conti en México. Al
poco tiempo de que la comitiva volvió de Alemania, Jorge del Regil
se fue a Europa con Carlos María Abascal, el secretario del Trabajo,
y se entrevistó con la plana mayor de Continental. A su regreso,
Del Regil, en lugar de traer una mejor oferta nos dio un ultimátum:
aceptar un pago por terminación de contrato por 3 millones 900
mil pesos o atenernos a la violencia. Esa cantidad se traduce en 3 mil
pesos por trabajador y no cubre los salarios ni las prestaciones que se
dejaron de pagar desde el 16 de diciembre". Gómez concluye:
"La gente dice: ¿Yo trabajé 20 años, con muy
buena producción, incluso por encima de los estándares exigidos,
y fueron disminuyendo la producción hasta su punto más bajo,
cerraron la planta y me liquidaron con esa bicoca? Una de las exigencias
es que la liquidación se calcule con base a una produción
normal de la planta, para que sea justo. Eso ya lo habíamos logrado
después del viaje a Alemania, y parecía que con José
Da Silva Carvalho se vislumbraba un acuerdo. Pero luego, la empresa se
negó a pagar la terminación del contrato dizque porque la
huelga no era legal. Ahí se volvió a atorar todo".
El pasado 22 de marzo, la Junta de Conciliación y Arbitraje, sin
haber realizado una audiencia de la calificación, declaró
improcedente la huelga.
Enrique Gómez señala: "La improcedencia no existe
como figura jurídica. Nosotros solicitamos un amparo pues eso no
es legal , la improcedencia no es legal. Se debe determinar si la huelga
es legal o ilegal pero no se puede calificar de improcedente".
El pasado 5 de julio, en la audiencia constitucional en el juzgado tercero
de distrito en materia laboral, la juez María Silvia Ortega Aguilar
de Ortega amparó al sindicato frente a la resolución de
la Junta de Conciliación, puesto que ésta no cumplió
con los procedimientos establecidos por la ley.
Continental intentó minimizar este revés diciendo que el
amparo no tenía la menor importancia, y en varios desplegados publicados
en los diarios de Guadalajara (el último del 13 de julio) llama
a que los trabajadores vayan a cobrar su liquidación. De mil 164
obreros, sólo 101 ya cobraron su dinero, de esos 101, 94 lo hicieron
al principio del conflicto.
En el último capítulo de esta historia laboral, la huelga
fue reconocida como legal. Habrá que esperar a ver qué sigue.
El negro pasado de la llantera
En 1999, ex prisioneros que fueron obligados a trabajar para la llantera
alemana Continental durante la Segunda Guerra Mundial demandaron a esa
empresa y pidieron una indemnización de 20 mil dólares cada
uno. Los sobrevivientes son polacos llevados del gueto de Lodz, Polonia.
Fueron utilizados, entre 1933 y 1945, en labores forzadas en uno de los
seis campos de concentración administrados en la región
Hannover.
Los Konzentration Lager se llenaron de prisioneros de guerra capturados
durante la Blitz Krieg, es decir, la guerra relámpago, donde el
factor sorpresa era primordial. La Blitz Krieg fue posible gracias a la
capacidad de movilización alemana: tanques, aviones y todo vehículo
motorizado que rodaba sobre llantas marca Continental. Fue en la industria
automotriz donde los nazis comenzaron a utilizar el trabajo esclavo. Como
en toda empresa moderna, se marcaban cuotas de producción, cuyo
incumplimiento o mala calidad se pagaba con la muerte. La Continental
AG tuvo en Hannover dos campos de concentración y seis campos de
trabajo civil con 4 mil 560 personas.
Hitler no sólo pensaba en la guerra, también quería
que "el pueblo alemán" tuviera movilidad: enfocó
su atención en la construcción de carreteras y del "Coche
del Pueblo" (Volks Wagen, en alemán) y en un programa denominado
Kraft durch Freude ("la fuerza a través de la alegría").
La industria automotriz expandió sus actividades al campo bélico,
y la ciudad de Wolfsburg, además de coches produjo armamento, fuselaje
para aviones y submarinos, minas y vehículos para el ejército
alemán, en gran medida con trabajo forzado.
En 1944, se instalaron dos campos de concentración para la Continental,
uno en Ahlem, que funcionó con prisioneros de guerra para producir
llantas; y otro en Limmer, para la elaboración de máscaras
contra gas, donde explotaron a 4 mil 500 extranjeros de los cuales 900
eran prisioneros de guerra. Con el campo de concentración de Limmer,
la Continental aumentó en un mes (de junio a julio de 1944) su
producción de máscaras de 217 mil a 327 mil. Para noviembre
de 1944, ya era un millón 371 mil.
Según los historiadores, más de 2 mil 500 compañías
utilizaron trabajo forzado; de ellas, sólo 17 han aceptado indemnizar
a los sobrevivientes de sus campos de concentración. La Continental,
la mayor productora de llantas en Alemania, se niega a pagar.
Cuando los aliados le cayeron a los nazis, había 2 mil personas
registradas en la lista del último día de "labores"
de Continental. Se trata de una lista incompleta, según señalan
los documentos del Archivo de la Ciudad de Hannover. Las compañías
tienen tan mala conciencia que han cerrado sus puertas a los investigadores,
pues tienen miedo de que esa información pueda ser útil
a los demandantes o produzca nuevas solicitudes de indemnización.
Masiosare
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