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Breve biografía de Ariel Sharon: ¿Un
hombre de paz?
Granma/La Haine
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Probablemente hasta el propio Ariel Sharon se haya sentido ofendido cuando
el presidente norteamericano George W. Bush lo calificara de hombre de
paz. La vida del actual Primer Ministro israelí, muy documentada
por historiadores, investigadores, críticos y seguidores, lo reafirma
como un halcón impenitente.
Nacido en 1928 en la Palestina bajo mandato británico, su carrera
de terrorista, como se diría ahora, comenzó desde las filas
del Irgún, grupo armado clandestino. Luego participaría
en la guerra árabe-israelí de 1948-49 que siguió
a la creación del estado de Israel.
En 1953 -como se puede confirmar en innumerables documentos que fácilmente
se encuentran en internet-, recibió el mando de la Unidad Especial
de Comandos 101, aprobaba por el premier Ben Gurion (uno de los miembros
del Irgún), en la cual se distinguió, por primera vez, por
la violencia contra los campos de refugiados palestinos.
En agosto de ese año, según informe del Comandante de las
tropas de las Naciones Unidas entonces en la zona, Sharon lanzó
los soldados a su mando al asalto nocturno del campamento El-Burig, en
el sur de Gaza, y lanzaron bombas a través de las ventanas de las
barracas mientras todos dormían.
Dos meses más tarde, Sharon llevaría a sus hombres a una
nueva jornada de sangre, esta vez en el poblado de Qibya, en la ribera
occidental (entonces anexada a Jordania). Un historiador israelí
y un observador de la ONU describen la masacre: el poblado fue reducido
a polvo, 45 casas voladas, 69 civiles muertos, las dos terceras partes
mujeres y niños.
El informe de la ONU concluye que los soldados de Sharon abrieron fuego
contra las puertas para impedir que salieran (los cuerpos fueron encontrados
acribillados contra la pared) y después lanzaron granadas contra
las casas.
El claro rastro de terror de Sharon puede seguirse durante su permanencia
en el ejército regular israelí, donde una de las características
que le reconocen es la crueldad, ya sea como comandante durante la invasión
a Jordania en 1953; la Crisis de Suez, 1956; la Guerra de los Seis Días,1967,
o la de 1973.
En una recapitulación de las acciones del halcón, el periódico
The London Independent recuerda una de las hazañas del para entonces
general Sharon como jefe del Comando Sur israelí creado para "pacificar"
la Franja de Gaza, precisamente después de la guerra del 67.
En un barrio marginal de la ciudad de Gaza, Beach Camp, construido por
las Naciones Unidas para refugiados palestinos de la guerra de 1948, luego
del paso de las tropas de Sharon por la calle principal, ésta fue
rebautizada Calle Destrucción, pues bajo sus órdenes cientos
de chozas fueron destruidas y aplastadas por los bulldozers, quizás
allí adquiriera uno de sus alias, precisamente El Bulldozer.
Un anciano relató para el periódico británico que
en la noche los soldados israelíes marcaron con pintura roja las
casas que serían destruidas por la mañana. Trágica
manera de reeditar la fiesta de la Pascua judía (Exodo 12). Beach
Camp, desdichadamente, no sería una excepción.
El General se decidiría después por la política,
y fue uno de los fundadores del ultraderechista Partido Likud, que lo
llevaría a un escaño en la Knesset, a ocupar varias carteras
ministeriales y Presidente del Comité Ministerial para los Asentamientos,
cargo desde el cual incitó a incrementarlos en los territorios
ocupados, fundamentalmente alrededor de Jerusalén.
Como Ministro de Defensa fue el cerebro de la invasión al Líbano
en 1982. Denominada Paz para Galilea, costó la vida de 20 000 palestinos
y libaneses. Aún más, es el momento de la masacre en los
campamentos palestinos de Sabra y Shatila, en las afueras de Beirut, entre
el 16 y el 18 de septiembre. El Gobierno libanés contó 762
muertos (niños, mujeres, ancianos) y otros 1 200 fueron enterrados
por sus familiares.
El crimen y el escándalo internacional finalmente fueron tan resonantes
que el Gobierno de Tel Aviv se vio obligado a dar curso a una investigación
oficial. La Comisión Kahan (encabezada por el presidente del Tribunal
Supremo israelí, Yitzhak Kahan) dictaminó en 1983 que Sharon
fue "indirectamente" responsable por la masacre.
Es ciertamente difícil pensar en Ariel Sharon como un hombre de
paz y él mismo no se ve en ese papel. Algunos ejemplos de su record
en el campo de la diplomacia. En 1979, como Ministro de Agricultura, votó
contra el Tratado de Paz con Egipto; en 1985, entonces Ministro de Comercio
e Industria, votó contra la salida de las tropas israelíes
del sur de Líbano; en 1991, Ministro de Construcción y Vivienda,
se opuso a la participación de Tel Aviv en la Conferencia de Paz
de Madrid, y en 1993, como parlamentario, votó contra los Acuerdos
de Oslo.
No es todo. En 1998, como Ministro del Exterior, se negó a hablar
o a estrechar la mano de Yasser Arafat durante las conversaciones para
la búsqueda de la paz en Wye River, Estados Unidos.
Cuando el premier Ehud Barak buscaba en el 2000 lograr algún acuerdo
de paz con los palestinos, fue el momento en que Sharon decidió
una provocadora visita a la parte este de Jerusalén, donde se encuentra
la mezquita Al-Aqsa, un sitio controvertido, pues también es sagrado
para los hebreos, el llamado Templo del Monte. Ese pacífico recorrido,
muchos analistas consideran, fue el detonante de la segunda Intifada palestina.
Las elecciones de febrero del 2001 llevaron a Ariel Sharon a la jefatura
del Gobierno israelí, y desde allí puso rápidamente
en práctica su política militar. Para abril, el ataque contra
los territorios palestinos en la Franja de Gaza y Cisjordania, noticia
de primera página desde entonces.
Otra matanza tiene que ser registrada. Esta vez en el campamento de refugiados
de Jenín, en Cisjordania, con toda la macabra similitud a Sabra
y Shatila. Miles de muertos, más de 900 barracas destruidas, entre
ocho y diez mil desaparecidos, según un, otro, informe, presentado
en Ginebra por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Mary Robinson.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, decidió el envío
de una comisión investigadora encabezada por ex presidente finlandés
Martti Ahtisaari, e integrada, además, por Cornelio Sommaruga,
ex presidente de la Comisión Internacional de la Cruz Roja, y Sadako
Ogata, ex comisionada de la ONU para los Refugiados.
El gabinete israelí, y su premier Ariel Sharon, decidieron extrañamente
no cooperar con dicha investigación, y por lo tanto no permitirán
la entrada de la misión de la ONU.
Todo lo anterior es sólo parte de una violenta historia. Por ello,
¿tal vez Ariel Sharon desearía una disculpa del presidente
Bush?
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