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Argentina: Autonomía y Sindicalismo
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x Guillermo Cieza
La cuestión de la construcción de poder de los trabajadores
desde sus lugares de trabajo es tan vieja como la explotación capitalista.
A partir de la legalización de las organizaciones sindicales la
historia del movimiento obrero va a contener siempre la tensión
entre la autonomía y la legalidad sindical.
Empecemos por el principio
Las primeras organizaciones obreras en la Argentina y en el resto del
mundo, fueron autónomas, ilegales y clandestinas.
El reconocimiento de la legalidad sindical tiene una doble cara. Por
un lado es una conquista que permite masificar los reclamos gremiales.
Ser afiliado a un sindicato, deja de ser un acto subversivo para convertirse
en un derecho. Incluso un deber, con la afiliación obligatoria
que impone el peronismo en la primera década de gobierno.
La afiliación sindical masiva no es "un hecho natural".
En países del primer mundo como Estados Unidos, Suiza o Canadá,
o del tercer mundo como Méjico y Brasil, la tasa de afiliación
es muy baja y el poder de los sindicatos es muy reducido. Las huelgas
generales, a la que estamos tan acostumbrados en la Argentina, son para
la mayoría de estos países episodios folklóricos
que se remontan a principios del siglo XX. Una de las excepciones es Italia,
con una tradición sindical mas parecida a la nuestra y que acaba
de hacer una gran huelga general (de 8 horas).
Por otro lado, la legalidad adquirida es producto de una negociación
con el Estado y las patronales. Expresa límites, impone trabas
al desarrollo de las decisiones autónomas e incluso prevé
castigos si se quiebran esas normas. Legalidad sindical significa también
la obligación de acatar las conciliaciones obligatorias, intervención
de Estado en las Obras Sociales o en conflictos entre trabajadores, posibilidad
de pérdida de la personería jurídica, etc.
La ley de Asociaciones Profesionales impulsada por la burocracia en la
década del 70, si por una parte recorta a las patronales las posibilidades
de manipular sindicatos cautivos (por empresa), conspira contra la democracia
sindical, concentrando poder en las decisiones de los organismos de segundo
y tercer grado, en los lugares donde el poder burocrático está
mas concentrado.
Lo permanente es la lucha de los trabajadores
En la conciencia de las nuevas generaciones que se han ingresado al mundo
del trabajo en las últimas dos décadas, puede desarrollarse
la idea de que la lucha por sus derechos se agotan en los marcos sindicales.
O que no hay posibilidad de lucha obrera al margen del sindicato.
Hagamos un poco de historia. Después del 55 los sindicatos son
intervenidos, pero los trabajadores van a resistir organizando huelgas
por empresa, por gremio e incluso huelgas generales. Las formas legales
(la comisión interna, el sindicato) van a ser reemplazadas por
nuevas formas sujetas exclusivamente a la decisión y la legalidad
de los trabajadores como son las comisiones de lucha y las comisiones
de reclamo. Los roles y composición de esas comisiones son diferentes.
La comisión de lucha no tiene amparo legal y es clandestina (incluso
solían nombrar una comisión de lucha suplente ante la eventualidad
de una detención) . Sus miembros son quienes se reconocen como
más capacitados para dirigir políticamente el conflicto.
La comisión de reclamo tampoco tiene amparo legal pero es publica.
Por su composición se trata de trabajadores que es más difícil
despedir o hacer detener por la empresa como son operarios mas viejos,
muy calificados o muy representativos. En épocas muy duras se los
mandó a reclamar a los forros y a los capataces.
Estas formas organizativas no sujetas a la legalidad imperante sino a
la decisión autónoma de los trabajadores, no son un exclusivo
invento argentino. En España, en el período franquista vamos
a encontrar en las Comisiones Obreras los comités de lucha y los
comités de reclamo.
Pero, qué sucede cuando cambia la coyuntura política y
fruto de la lucha se abre una nueva etapa de legalización?
En 1958 cuando Frondizi devuelve los sindicatos a sus legítimos
dueños, se disuelven los comités de lucha y las comisiones
de reclamo y además, lo que es mas grave, los propios dirigentes
institucionalizan a las agrupaciones obreras que habían sido las
promotoras de la resistencia. Al principio por la necesidad de equipos
para ocupar los espacios legales conquistados y después para evitar
poderes paralelos que cuestionen a los flamantes burócratas lo
que queda afuera del marco de la legalidad sindical es disuelto y finalmente
perseguido. Quedan allí sentadas las bases de la burocracia peronista
que va a jugar un papel nefasto en los próximos años. Dirigentes
muy representativos, con muy buenos antecedentes de lucha, que manejan
un discurso que le llega a las bases y que encima conocen perfectamente
( para hacerlos despedir) a los activistas que no fueron cooptados y siguen
firmes en la lucha. Todo este proceso histórico que Walsh retrata
magistralmente en "Quien Mató a Rosendo", pone sobre
el tapete la discusión sobre autonomía y legalidad sindical.
La conquista de la legalidad se vuelve en contra de los propios intereses
de los trabajadores, lo que nos deja una lección histórica:
el terreno de las instituciones regidas por leyes burguesas o producto
de la negociación con el Estado y la burguesía no son terreno
propio donde se expresa libremente las decisiones de las bases. Son lugares
que permiten masificar las luchas reivindicativas, pero solo a condición
que se pueda preservar una política autónoma. Pueden ser
herramientas de los trabajadores o a la inversa instrumentar a los trabajadores
para subordinarlos a políticas ajenas. Esa batalla no se resuelve
en el sindicato ( en los marcos de la legalidad sindical) sino afuera,
en lo que se construye por fuera de esa legalidad, en organizaciones solo
sujetas a la voluntad , la decisión y las normas de los propios
trabajadores. Al desarrollo de la construcción de poder popular.
Sindicalismo y antisindicalismo
Aunque parezca curioso no hay demasiado diferencias de concepción
entre quienes piensan que toda la cuestión de la defensa de los
derechos de los trabajadores se resuelve echando a los burócratas
y reemplazándolos por compañeros combativos y entre quienes
piensan que los sindicatos no sirven para nada e impulsan la desafiliación
masiva. En los dos casos el sindicato es el vehículo que nos conduce
al paraíso o al infierno. Y sucede frecuentemente encontrar a las
mismas personas que propugnaban el vaciamiento del sindicato, muy concentrado
en armar una lista salvadora para las próximas elecciones. O a
la inversa.
Volvamos a repasar historia argentina. El período 74-75 fue el
pico de lucha mas alto de la historia argentina y estableció récords
mundiales de conflictividad sindical (porcentaje de los obreros ocupados
que están en conflicto).
Si miramos un poco mas de cerca ese período histórico comprobamos
que:
- Es errónea la idea de que eliminar a la burocracia era el
paso previo para que los trabajadores lucharan. En ese momento las Federaciones
y la mayoría de los sindicatos importantes estaban en manos de
la burocracia. Con las excepciones conocidas Luz y Fuerza y Smata de
Córdoba, la UOM Villa Constitución, Gráficos y
Farmacia de Capital, etc.
- Es incorrecta la idea de que legalidad sindical equivale a burocracia.
Fueron motores de las coordinadoras intersindicales las comisiones internas
y cuerpos de delegados que se combinaban con formas no legalizadas como
agrupaciones de base y consejos obreros.
- Fue una etapa de enorme desarrollo de la autonomía obrera
que se expresaba en : asambleas autoconvocadas de sección o de
empresas, plenarios autoconvocados de activistas, agrupaciones obreras
autónomas, control y baja de la producción, consejos obreros
y las coordinadoras interfabriles.
Allí aparece claro que el centro de las decisiones esta en la
asamblea. Son ellas quienes determinan las resoluciones de lucha y de
negociación. Los cuerpos de delegados y comisiones recuperadas
participan y se someten a esas decisiones. La burocracia queda totalmente
desplazada de la lucha y la negociación y se limita al triste papel
de ir a poner una firma en el pliego de acuerdo alcanzado entre empresarios
y trabajadores.
En ese momento histórico se percibe que lo que determina una acumulación
de fuerzas es lo que autónomamente se construye desde la organización
y la lucha de las bases. Su desarrollo condiciona la utilización
de la legalidad sindical y la calidad de los dirigentes gremiales ( o
al menos neutralizar la burocracia ).
Autonomía y sindicalismo
Si acordamos que lo permanente es la lucha de los trabajadores y que
la construcción autónoma de poder popular desde los lugares
de trabajo es una construcción diferente (sometida a otra legalidad)
no antagónica pero si en tensión con las organizaciones
y la legalidad sindical , podemos verificar como se combinan estos caminos
en otra etapa histórica.
En el periodo posterior al 24 de marzo de 1976 y hasta 1980, la dictadura
barre con las representaciones gremiales y la legislación laboral.
La persistencia de luchas gremiales y la conflictividad por fábrica
que se mantuvo después del golpe hasta 1979, demuestran la relativa
autonomía de los trabajadores, de la burocracia sindical y aún
de las agrupaciones políticas de izquierda, en su decisión
de lucha. El activismo de base no encuadrado gremial ni políticamente,
que fuera el motor de todo el período anterior, aún fuertemente
golpeados por asesinatos, desapariciones, detenciones y despidos conserva
capacidad para organizar las luchas a las que conocimos como las de "
sobre en la mano" ( Se las conoce por ese nombre cuando porque cuando
los militares venían a apretarlos acusándolos de subversivos
contestaban: " nosotros no somos subversivos, reclamamos porque la
plata no nos alcanza y mostraban el sobre que denunciaba lo que efectivamente
cobraban de sueldo".
A principio de los 80, la recesión (el gran enemigo de las luchas
de los trabajadores organizada desde sus lugares de trabajo) frena el
proceso de conflictividad por empresas y empiezan a aparecer respuestas
del sindicalismo organizado que progresivamente va ocupando la representación
de las demandas sindicales.
Las medidas de lucha nacionales impulsadas primero por un grupo de gremios
(los 25) y después por la CGT liderada por Ubaldini son acatadas
por los trabajadores no porque hubieran cambiado de opinión con
respecto a la burocracia o por mera disciplina gremial, sino porque le
daban algún tipo de protección y argumentos frente al patrón
para hacerles un paro donde se expresara toda su bronca. En plena dictadura
el día previo al paro el comentario de: "mañana no
sé si vengo, por el problema de los colectivos y además
no quiero tener problemas con el sindicato..." fue la expresión
que sintetizaba lo anterior.
En el repaso histórico que completamos con este período
aparecen referencias concretas que demuestran que el mayor desarrollo
de las construcciones autónomas se corresponde con etapas de intervención
de los sindicatos e legalización de los reclamos gremiales y también
con períodos de alta conflictividad sindical. Y que la preeminencia
de las estructuras gremiales se da en períodos de baja conflictividad.
La agrupación de base
La agrupación de base es la unidad organizativa de carácter
permanente, para impulsar el desarrollo del poder popular en los lugares
de trabajo.
La agrupación de base no esta sujeta a la legalidad sindical,
puede ser pública o clandestina, según las condiciones en
que se desarrolle la lucha, el tipo de empresa, etc.
Ser miembro de una agrupación de base no exige una identidad política
determinadas( en ese sentido son agrupaciones abiertas), pero si compartir
una concepción de construcción de poder. La experiencia
más cualitativas en el desarrollo de agrupaciones de base enseñan
que la calidad de su aporte al crecimiento de la conciencia y organización
autónoma del conjunto de los trabajadores de una empresa no esta
determinada por una cantidad importante de integrantes sino por la relación
que tiene la agrupación con los activistas de base, con los líderes
naturales que reflejan la opinión del conjunto y tienen peso en
las decisiones a adoptar. La experiencia demuestra que si no hay reuniones
fuera de la empresa donde un grupo sea capaz de sistematizar prácticas,
sacar conclusiones y convertirlos en propuestas hay pocas posibilidades
de hacer aportes importantes. Pero también enseña que tan
importantes como esas reuniones son los contactos y reuniones que se hacen
dentro de las empresas con el activismo natural y formas de reunión
propias de cada lugar: las ranchadas, las "cuevas", los comedores,
etc.
El objetivo de la agrupación de base es aportar al crecimiento
de conciencia y organización autónoma del conjunto de los
trabajadores de una empresa. Esto significa promover la información
y formación, la decisión en asambleas por sector y generales,
luchas que permitan acumular triunfos y fortalecer la confianza en las
propias fuerzas.
La decisión de luchar por la ocupación de espacios sindicales
debe estar siempre subordinada a la tarea central. A menor concentración
del poder burocrático y de las imposiciones de la legalidad sindical,
hay mayores posibilidad de utilizar esos espacios.
La posibilidad de acceso a un puesto de delegado o en una situación
de mayor desarrollo a la participación en una comisión interna,
no esta determinada solamente porque la agrupación de base pueda
controlar al compañero, sino y principalmente porque el conjunto
puede realizar un control efectivo y garantizar la democratización
de la función sindical.
Emprender la tarea de ocupar espacios institucionales presupone una correlación
de fuerzas favorable, pero también que sea una necesidad objetiva
ocuparnos de un espacio determinado. Los años 74 y 75 demostraron
que fueron muy útiles los espacios sindicales recuperados, pero
también que no es necesario recuperar la CGT para paralizar el
país.
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