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Cuba, Iraq, leyes de excepción, funestos
personajes y el advenimiento de la Tercera República
x Jesús García Blanca - www.cadizrebelde.com
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“Todas las guerras son
fragmentos de una única
guerra sin nombre, la guerra a secas, la Guerra”
Marco Denevi [1]
Esperpentos
A veces tiene uno la fugaz tentación de tratar determinados asuntos
haciendo uso del socorrido recurso al esperpento. Y lo hace uno buscando
la posibilidad de un breve momento de relajación entre tanto
análisis turbador y siniestro al que nos obligamos los rebeldes.
Bien, pues ya ni eso nos dejan.
Ya no podemos convertirlos en esperpento porque ellos son puro esperpento.
De modo que uno tiene que debatirse a diario, en la prensa, en la radio
y –quienes la soporten- en la televisión, entre el horror
y el bochorno.
Naturalmente, para ellos no hay diferencia: lo uno y lo otro no son
sino meros recursos de poder, estrategias oportunas o inconvenientes
según la coyuntura.
Véase a modo de ejemplo, subidos en el mismo palenque a “el
político vasco más apreciado tanto por los votantes del
PP como por los del PSOE” y “preferido para suceder a Aznar”
[2]; al director de cine capaz de cometer la infamia perpetrada contra
la promesa de Shanghai de Víctor Erice; al profesor de bastayadeética
y traidor a sus propios libros; y a la escritora que aprovechó
su tribuna mediática de prisa para arremeter con alevosía
y desconocimiento sin igual contra el genial Wilhelm Reich, que dicho
sea de paso dedicó bastantes años de su vida a estudiar
el fenómeno de psicología de masas que todos los mencionados
padecen, la plaga emocional.
Me refiero, claro está a Oreja, Trueba, Savater y la Montero
al pie de la estatua ecuestre de Carlos III, vociferando las consignas
del Imperio.
O escúchense las declaraciones de la Ministra de Exteriores quejándose
de que en lo referente a la guerra “el estruendo de la demagogia”
impedía escuchar “el análisis racional”.
Veamos: Ejemplo de “estruendo de la demagogia”: “Bush,
Blair y Aznar: criminales de guerra”. Ejemplo de análisis
racional: no se cuantos mil muertos hacen... cuatro céntimos
menos el litro de gasolina.
Luego están esos Ministros –por orden alfabético,
Michavila, Piqué y Zaplana- que no saben nada de nada sobre un
asunto que –a decir de Rajoy- “no es una prioridad para
esta legislatura” –lo dice a las puertas de la siguiente.
El “borrador” explora nuevos refinamientos en el arte de
la represión y en el nostálgico empeño de algunos
por recuperar la memoria perdida. A saber: seis años de cárcel
para los “derrotistas”, hasta quince años para los
provocadores, conspiradores o inductores a la deserción, cuatro
de cárcel y diez de inhabilitación para aquellos jovenzuelos
que se resistan a la leva forzosa en casos “remotos e inciertos”,
y juegos de palabras varios con términos tan peliagudos como
“conflicto armado” o “estado de sitio”.
Y para redondear la galería, Leguina. Que va y dice en una de
esas comisiones de altura que todos los medios de comunicación
han falseado y manipulado las noticias sobre la guerra; y horas después,
en el brete de explicarse –en su propia cadena de radio- hace
el más espantoso de los ridículos improvisando una infantil
retahila que el mismo presentador –yo creo que algo azorado- descompuso
en medio minuto sólo con repetir cuatro ideas de sentido común
y urbanidad periodística.
Infamias
Hay asuntos que tienen la virtud –o, para otros, la inconveniencia-
de fijar límites; o más exactamente, de evidenciar dónde
pone cada cual los límites a su rebeldía.
No cabe duda de que los últimos acontecimientos en Cuba constituyen
uno de esos marcadores forzosos –y digo forzosos, porque incluso
si algunos deciden callar en la vana pretensión de escaquearse,
no hacen sino remarcar con más nitidez esos límites.
Pocos –quizá unos pocos más de los que se reunieron
con Carlos III el sábado- dejarán de convenir conmigo
en que quienes asesinan, destrozan familias, arrasan hogares, mutilan
niños y borran del mapa las señas de identidad de un pueblo,
no están legitimados para enarbolar la bandera de los derechos
humanos ni para decidir quienes los respetan y quienes no. Y lo mismo
reza para quienes los apoyan, justifican o defienden.
No defiendo que Cuba sea el modelo a seguir. Creo que la revolución
cubana es una respuesta específica a una situación específica.
Creo que, de la misma forma que los mecanismos de dominación
son multiformes, las estrategias de desobediencia, los movimientos de
resistencia y las formas de enfrentarse al Imperio tienen que ser igualmente
multiformes y ello por la esencia misma de los que significa desobedecer.
El proceso revolucionario cubano es una de esas formas y debe ser analizado
sólo en el contexto brutal en el que se desarrolla. Pero los
caminos son infinitos y nacen del corazón.
Más allá de las consideraciones éticas, legales
o estratégicas –que están siendo ampliamente tratadas
con intensidad y fervor en los medios de contrainformación- cabría
abordar el debate ideológico que a mi juicio plantea la revolución
cubana; no el proceso revolucionario en sí, sino la dinámica
que desata su existencia –el desafío de su existencia.
Por ejemplo: ¿cómo luchar contra la imposición
de una democracia virtual que –precisamente por el hecho de no
ser real- sirve para lo contrario de lo que proclama? ¿cómo
dar herramientas a la gente para desmontar esta nueva artimaña
del poder que consiste en utilizar términos-fetiche despojándolos
de contenido y arrojando sus carcazas contra la gente de abajo?
Y mucho más...
Orígenes
En Mesopotamia, la anunciada creación de una empresa que controlará
los recursos petrolíferos y rendirá cuentas en Washington
despeja las últimas dudas de los escépticos residuales
sobre los motivos de la invasión.
Las armas de destrucción masiva no aparecen ni nadie parece ya
preocuparse de buscarlas –ni siquiera de hacer como que las encuentran.
Las bases populares de todos los grupos étnicos, sociales y religiosos
se manifiestan con ahinco contra los ocupantes y son fusilados en plena
calle mientras de puertas adentro los Consules del Impero se esfuerzan
desesperadamente por legitimar la ocupación y de paso la matanza.
Y en las calles del resto del mundo cunde la desmovilización
alimentada por los cómplices de la ignominia, que hacen esfuerzos
pre-electorales para pasar página –una sangrienta página
más de la historia, de lo que ellos quieren a toda prisa convertir
en Historia.
Sin embargo, nada ha terminado: la resistencia no ha hecho más
que empezar. El ejército agresor debe abandonar el territorio
de la República de Iraq. El pueblo iraquí debe buscar
los medios –y en la defensa contra las invasiones prácticamente
todos los medios son legítimos- para crear las condiciones que
le permita decidir por sí mismo cómo organizar su futuro
y cómo gestionar la terrible crisis presente con ayuda internacional
incondicional.
Y entretanto, debe continuar la lucha para que los responsables y sus
cómplices respondan ante la justicia internacional y ante los
tribunales nacionales de sus respectivos países.
Este es otro episodio de la Guerra, la misma guerra, la guerra global
contra el Imperio, la única guerra a la que hay que decir sí
porque lo contrario sería el sometimiento del planeta.
La misma Guerra que tiene campos de batalla diseminados por todo el
mundo: en los territorios ocupados de Palestina, en la farsa electoral
argentina, en el genocidio indígena, en las falsas promesas que
inundan los municipios de todo el Estado español, en la furiosa
ofensiva contra la izquierda abertzale, en los primeros movimientos
amenazadores contra Siria e Irán, en el cinismo de los gobernantes
al servicio del Monstruo del Capitalismo que se alimenta de sus propios
deshechos, en la miseria moral de los intelectuales que venden sus creaciones
sagradas, en el infierno en la tierra calcinada por los marines a sueldo
del Lado Oscuro de la Casa Blanca, en la destrucción de la memoria
de la humanidad en el jardín del Edén... y en la resistencia
incomensurable, imbatible, de los pueblos oprimidos.
Transfer
Nada más apropiado que una anécdota del creador de los
Esperpentos para complementar esta diatriba: durante el llamado bienio
negro –nosotros vamos ya por el septenio- se desató una
durísima campaña de represión y manipulación
contra los mineros asturianos. En una ocasión en que el autor
de Tirano Banderas ponía las cosas en su sitio, un joven abogado
–que Francisco Pina describe en su libro [3] como “redicho
y pedante” le apostilló algo así como “a mí
también me consta que los mineros han cometido atrocidades abominables”.
Valle Inclán contestó –no sólo al susodicho,
sino a muchos, muchos más-: “No sé por qué
zerá, pero a todos los hijos de puta, les consta lo que no les
consta”.
Pues eso.
Tercera
Los libros de historia de la Federación recogerán los
años que estamos viviendo como el paréntesis entre la
segunda y la tercera república. Y algunos están poniendo
de su parte bastante más de lo que creen.
Notas:
[1] Un perro en el grabado de Duraro titulado “El caballero,
la muerte y el diablo”. Babelia. El País, sábado
26 de abriil de 2003.
[2] ABC, 28 de abril de 2003.
[3] El Valle Inclán que yo conocí y otros ensayos. México,
Universidad Nacional Autónoma, 1969.
06/05/03
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