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Desde Italia, al EZLN
x Luca Casarini
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El texto, presentado porel autor a modo de
cartadirigida a los zapatistas, es un canto a la rebeldia en un mundo
en el que el neoliberalismo ha declarado «la guerra a la humanidad».
Queridos hermanos y hermanas del EZLN: El pesado viento que sopla en
estos días desde vuestro continente al nuestro, ese viento que
desde el 11 de setiembre trae malos presagios, de muerte y destrucción,
de miseria y guerra, nos hizo llegar la noticia de la decisión
de la llamada Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Como de viento se trataba y al viento hay que saberlo escuchar, las
palabras que traía consigo las recibimos una separada de la otra,
y sólo escuchando más y más veces llegamos a entenderlas.
Al principio, el viento trajo la palabra «Suprema». Nos
preguntamos qué significaba y un amigo nuestro, profesor de las
palabras, nos explicó qué quería decir: que domina
a todos los otros, que es soberano, que tiene la última palabra.
Luego, escuchando de nuevo, se agregó otra palabra, «Corte».
Preguntamos, e inmediatamente nuestro docto amigo respondió:
corte significa lugar cerrado, patio o bien tribunala. Seguimos escuchando
al viento y recibimos «Justicia», que significa dar a cada
uno lo que le es debido y respetar el derecho de los otros, según
nos explicó el profesor.
Al final, llegó «de la Nación», que significa,
parece, que pertenece a la nación.
Aquel viento, sin embargo, no podía traer buenas noticias: es
el mismo que avisa cuando el señor Bush decide una guerra o cuando
una corporation decide la muerte de alguna parte de nuestro planeta.
Es el mismo que nos ha despertado, de noche, con las pesadillas de
la Palestina ocupada por tanques.
La última vez, hace cosa de un mes, el viento ya nos había
contado algo sobre ustedes, sobre los paramilitares que aún mataban
gente en Chiapas, a nuestra gente.
Ahora, palabra tras palabra, entendimos que alguien, que se dice supremo,
que está solo en una corte, decidió no escuchar las voces
de millones de seres humanos que pertenecen a una tierra que les pertenece,
sino obedecer a una sola voz, la del poder, la del Gobierno, la del
señor Bush, la del tratado ALCA, la del Plan Puebla-Panamá,
que hablan todas en un coro dirigido por el neoliberalismo.
Nuestro amigo el profesor nos preguntó qué era este neoliberalismo
para poder hacer hablar en coro a personajes y proyectos tan importantes,
y nosotros le respondimos con las palabras que ustedes nos enseñaron:
el neoliberalismo es una guerra contra la Humanidad, una guerra global
y permanente, y nosotros nos topamos con ella en Génova, después
que ustedes la hubieran descrito tan bien en sus relatos.
Es una guerra declarada a la Humanidad por un soberano que se llama
Imperio y que ha ordenado destrozar todos los espejos de este mundo,
de modo que sea imposible que alguien logre la restitución de
su propia imagen.
El Imperio tolera a los demócratas, pero odia a los rebeldes.
A los demócratas, sin espejo, les cuesta entender, ver quiénes
son y qué los rodea. Piensan siempre que el viento trae imágenes
de alguien lejano, que no se les parece. Piensan que miseria e injusticia,
guerra y devastación, conciernen a una pequeña parte del
planeta Tierra, de la Humanidad, que ha tenido mala suerte. Son solidarios,
los demócratas: se afligen y lloran por lo que le ocurre a estos
seres humanos poco afortunados, pero, en el fondo, respetan las reglas.
Piensan que respetar las reglas dictadas por el Imperio los pone a salvo.
Los rebeldes, en cambio, dondequiera que se encuentren desconocen las
leyes del Imperio. Muchos de ellos, desde el primero de enero de 1994,
han aprendido a respetar otras leyes, las de la Humanidad. El Imperio
quiere arrastrarlos a la guerra, que es su terreno preferido porque
allí puede vencer con seguridad. Es por esto que, de Seattle
a Praga, de Gotemburgo a Génova, de Washington a Porto Alegre,
algunos rebeldes que siempre hablan de ustedes buscan construir espejos,
pero no sólo para ellos, sino también para los demócratas.
Son espejos nuevos, construidos con maderas de la selva, y tienen un
nombre: desobediencia. En pocas palabras, hermanas y hermanos, hoy,
tras haber escuchado el viento de las malas noticias que soplan desde
allá, nos hemos puesto a construir más espejos. Si observan
bien, verán los reflejos de las luces que llegan desde aquí.
Estamos listos a partir para defender la tierra que hace nacer los árboles
de cuyas maderas obtenemos los espejos. Para estar con nuestra gente,
con la Humanidad. Para construir otro mundo posible. Esta es la única
cosa que reconocemos. Digan ustedes cuándo, con vuestros espejos
vueltos hacia el Sol. Sabremos entender las señales.
En el mes de octubre de este año, el Imperio inaugura el ALCA.
En octubre de 2003 celebrará la OMC en Cancún. Sepan que
somos sólo monos blancos. Pero también estamos listos
para volvernos del color de la tierra a vuestro lado.
Hasta pronto.
Por los Desobedientes y Monos Blancos,
Luca.
PD: Para el sub: el café lo pongo yo.
[La Jornada]
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