Reflexiones sobre Venezuela

x Theotonio Dos Santos

Hace poco, un grupo de políticos, empresarios y militares, ayudados por medios de comunicación a su servicio, articulados por los diplomáticos y agentes secretos del más poderoso Estado del mundo preparan y ejecutan un golpe de Estado sin disfraces, ponen en el poder a una persona sin cualquier legitimidad, disuelven las instituciones vigentes a partir de la constitución recién votada y consagrada por una aplastante mayoría siguiéndose por el Congreso y quienes más se oponen a estos actos.

Al mismo tiempo, retiran del aire el único canal de televisión que noticia las acciones de sus adversarios e inician una represión brutal en contra de los miembros del antiguo gobierno y sus bases populares. Sin embargo, los principales articuladores de estas acciones golpistas, felizmente derrotada, debido a la respuesta eficaz y corajuda de la población, de los soldados y de varios mandos militares presentan para el mundo las mismas "razones" que presenta el lobo al cordero.

Aunque estés en la parte más baja del río, estás ensuciando mi agua. Aunque seas elegido por el 60% de la población, establezcas una constitución con el 80% del pueblo, derrotes un golpe militar con la acción de las mayorías sociales, eres un dictador y yo soy el demócrata. No importa que yo sea el golpista (posición consagrada por los sucesivos golpes de Estado que he realizado y confesado en mi parlamento), no importa que esta vez haya fracasado con la mano en la masa, tú estás ensuciando mi agua, eres un dictador y debes abandonar el gobierno en que el pueblo te consagró por los votos y por la entrega de sus vidas en las calles.

Lo peor es asistir la cantidad de liberales y demócratas que salen a defender esta argumentación atrabiliaria. Cuantas veces los vimos apoyando o justificando los golpes de Estado y los gobiernos de fuerza apoyados en el terror de Estado, en la tortura y en la desaparición de sus adversarios. No es de extrañarse cuando se ve el desprestigio de los políticos en nuestra región. Cuantos de ellos se volvieron cómplices en estas actitudes. Cuantos de ellos están comprometidos con los liberales autoritarios de la década del 90 que, como lo hemos señalado en nuestros artículos, se encuentran hoy en prisión o refugiados no por razones políticas sino por procesos por muerte, por comercio de droga, por contrabando de armas, por corrupción y otros crímenes no propiamente políticos.

La gesta venezolana fue una victoria muy importante en contra de tales fuerzas. Pero sus portavoces continúan usando las mismas armas para continuar sus pretensiones golpistas. En Brasil, los golpes de esta facción fueron sucesivamente derrotados hasta 1964, cuando contaron con el apoyo abierto de tropas norteamericanas, según está hoy definitivamente probado por los papeles del entonces embajador norteamericano en Brasil, Foster Dulles, y otras fuentes del propio gobierno norteamericano.

En Chile, los sucesivos intentos golpistas en contra de la Unidad Popular terminaron por triunfar en septiembre de 1973, con la victoria de Pinochet. Algunos meses antes de este golpe sangriento, las fuerzas golpistas habían fracasado en el famoso "tancazo" que tuvo entre sus principales oponentes el general Pinochet, asegurándole el comando del Estado Mayor desde donde dio el golpe de estado de septiembre de 1973.

En Argentina tuvimos también estos golpes sucesivos hasta el golpe más violento en 1976. En Uruguay fueron las mismas técnicas que destruyeron una democracia consolidada en decenas de años. En Bolivia, el recurso al golpe de Estado pasó a ser una técnica permanente después de la victoria de la Revolución Boliviana.

No se puede tener ilusión. Nada detiene el lobo y sus "razones" de fuerza. La técnica del golpe de Estado estaba un poco decaída en los últimos años. Pero la creciente tensión en la América Latina hace resurgir en varias partes el método preferido de intervención del lobo en la región.

Está claro que el método es eficaz porque encuentra apoyo en las luchas dentro de las fuerzas armadas de la región y atiende las ambiciones de sectores de las oligaquías y las clases medias locales. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la conciencia profesional de las fuerzas armadas, su identidad con las clases medias y su sentimiento nacionalista frente a los efectos desastrosos de las políticas neoliberales y las privatizaciones . Estas reflexiones nos ocurren a todos en la región. En mi caso, hace revivir experiencias personales de haber escapado de varios de estos golpes de Estado. Desde el golpe de 1961 en contra de la posesión de Goulart, en el cual fui uno de los principales buscados en mi ciudad, pasando por el golpe de 1964, que me alcanzó en Brasilia.

Dimitido inmediatamente por los golpistas de mi puesto en la Universidad, viví dos años de clandestinidad hasta salir exiliado para Chile. En este país tuve oportunidad de conocer en detalle estas técnicas conspiratorias en contra de la Unidad Popular hasta el golpe de Estado de 1973 cuando tuve que exiliarme en la embajada de Panamá y terminar exiliado en México.

De vuelta a Brasil en 1979, después de la amnistía, hemos estado bajo constante amenaza de nuevos golpes hasta la consolidación democrática con la constituyente de 1988. Sin embargo, es muy grande la inseguridad frente a la nueva ofensiva de las fuerzas populares en el país, con la posible victoria de un candidato de la oposición de izquierda. Siempre existe una esperanza de que finalmente se respete la voluntad de nuestros pueblos. Pero sabemos muy bien que las "razones" de los poderosos no toman muy en consideración las moderaciones y concesiones de los líderes de las fuerzas populares. Quieren, en general su capitulación ideológica y práctica.

Estos pensamientos sirven de advertencia a los liderazgos que comandan el proceso venezolano. Sirven también de referencia para la izquierda brasileña que se aproxima al poder. Sirve de marco a los políticos argentinos de varias orientaciones, desmoralizados frente a las presiones internacionales que reciben y las aspiraciones de su pueblo alzado en las calles.

Estas reflexiones se hacen aún más graves cuando en la escena internacional asistimos a la ascensión del fascismo en Europa, dentro del gobierno norteamericano y en el Medio Oriente. La intolerancia parece ser el tono de esta coyuntura. Hemos discutido en otro artículo las razones de esta tendencia, después de un ascenso de las perspectivas de centro izquierda durante la segunda mitad de los años 90.Para nosotros hay una correlación entre la recesión económica, el aumento del desempleo, el fracaso de las soluciones tipo tercera vía y el ascenso del fascismo. Esperemos que la recuperación del crecimiento económico y la disminución del desempleo y la apertura de nuevas oportunidades de realización personal y solución de los problemas cruciales de enormes masas de la población permita apartar estas soluciones de fuerza y reabra el camino para una búsqueda de soluciones consensuales para los graves problemas provocados por la hegemonía del pensamiento único neoliberal en estos difíciles años de final del siglo XX.

ALAI-AM Latina

 
         
   
 

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