Argentina: Gorriarán Merlo y la manipulación ideológica de la prensa local

x Lorenzo Verdasco

La falta deliberada de rigor periodístico es una constante en Tucumán. Más aún cuando se tratan temas como la insurgencia y el terrorismo. Otra "boutade" de los pretendidos críticos literarios vernáculos.

Periodismo y oscurantismo

Solía decir Pierre Bourdieu que el dominador es el que elige cómo quiere ser percibido, en cuanto que el dominado es definido y hablado por el lenguaje del dominador. En la Argentina, términos como “subversivo”, “apátrida”, “zurdo”, “bolche” forman parte de un léxico que tiene que ver con las palabras de Bourdieu y que constituyen un obstáculo para la recuperación de la propia historia.

Por otra parte en nuestro país, ha resultado siempre imposible discutir periodísticamente el fenómeno de la insurgencia sin quedar atrapado políticamente en una de las parcialidades beligerantes. No obstante, resulta imperioso cuestionar los hábitos de pensamiento que se nos han venido imponiendo a lo largo de décadas. Así, un silencio en los medios que se extendió durante los primeros 15 años de democracia, impidió el balance y debate que la sociedad se tenía que haber otorgado sobre los temas relacionados con la violencia política en la Argentina. No olvidar que el juicio a las juntas militares se televisó sin el audio. Este tipo de silencio dio lugar al uso y abuso de expresiones altamente emocionales y muy poco explicativas. Como es el caso de la palabra “terrorismo”, citando a Octavio Paz, el escritor mexicano: “...palabras que se utilizan como proyectiles, pero un proyectil solo sirve para batir a un enemigo, no para explicar una situación histórica” (1).

Hemos elegido a la persona de Gorriarán Merlo por encontrarlo un ejemplo paradigmático de cómo opera el ejercicio de la deformación periodística tendenciosa; y en este caso será harto ilustrativo considerar esto desde una muestra local.

El Domingo 20/07/03 aparece en el suplemento conocido como “Gaceta Literaria” de La Gaceta de Tucumán una nota firmada por Ángel Anaya a cerca del libro que escribiera Gorriarán Merlo titulado como sus “Memorias”. Más allá de lo que el personaje del guerrillero nos sugiera, es evidente que Anaya no ha leído el libro: solo lo ha hojeado, y lo ha hojeado mal. De allí extrae una cita del autor, al cual hace decir lo que Anaya entiende por izquierda hoy en día, produciendo una tergiversación que debería figurar en la antología de los servicios de inteligencia. Sería muy aconsejable que el lector tuviera acceso al libro “Memorias de Enrique Gorriarán Merlo” y también a la nota de Anaya.

La única conclusión que cabe inferir es que el mencionado señor de La Gaceta puede ejercitar tamaña muestra de irresponsabilidad periodística sin que nadie le diga esta boca es mía debido a una cuestión política muy concreta: “hay que desacreditar al proyecto emancipador de la insurgencia”, no importan los medios que se utilicen. Lamentablemente, miles de estos “Anayas” nos han venido bombardeando desde hace mucho tiempo, y es a partir de aquí que nuestro pueblo en general se encuentra incapacitado para dar cuenta del interesante fenómeno de la guerrilla en nuestro país. No podía ser de otro modo. El manejo de la información fue y es uno de los importantísimos factores para acallar a la oposición. Hubo que esperar hasta mediados de la década del 90, para que el caso “Scilingo” (los vuelos de la muerte) inaugure una avalancha de información de los medios sobre el tema desaparecidos; antes, todo aquel que públicamente preguntaba por lo que pasó “en aquellos tenebrosos días” era automáticamente adscrito a una minoría perdedora, tachado de “zurdo” o perseguido con el “algo habrán hecho". Hoy mismo, resulta muy difícil acercarse al tema seriamente en el ámbito televisivo sin tener que hacer concesiones a la producción del programa quien se encargará de “darle un marco adecuado”, como fue el caso del Sr Gorriarán Merlo invitado por el Sr.Grondona a “Hora Clave”.

Estudiar la insurgencia no implica apoyarla o convertirse en combatiente

De acuerdo a la mentalidad de la “Doctrina de seguridad nacional”, era suficiente escribir un artículo para quedar signado como “cuadro de superficie de la subversión”. De este modo resultaba sumamente riesgoso convertirse en un investigador del tema. Uno de los objetivos de esta nota es el de cuestionar de hecho y derecho esta visión tan característica de la época de la dictadura y aportar a un periodismo “sin pelos en la lengua”. Y solo podemos encarar un debate crítico sobre las diferentes propuestas insurgentes si previamente las conocemos. No es posible que a esta altura de la democracia sigamos ignorando lo que pasaba “en aquellos tenebrosos (¿y por qué no gloriosos?) años” en nuestra singular provincia de Tucumán. Desconocer que, por ejemplo, una gran parte de nuestra sociedad civil estaba comprometida con un proyecto de emancipación y que luego también una parte de la sociedad civil se comprometió con la represión y el aniquilamiento físico de aquella primera gran parte de la sociedad civil. ¿Es que acaso Tucumán ha decidido comportarse como aquella prostituta que finalmente consigue casarse con un señor influyente y se esfuerza por olvidar sus amores pretéritos? ¿Será ese, por ventura, el “pasado que debería avergonzarnos” según el señor Anaya?

Las “Memorias”

El libro de Gorriarán incorpora un procedimiento inédito en la literatura llamada “de izquierda”; en principio, renuncia a adoctrinar al que lee y, con pequeñas anécdotas y aclaraciones, va recorriendo “su” historia, que viene a ser sin que nos lo aclare “su” visión de los hechos. Relata la breve alianza electoral de su grupo político con el peronista Fernando Riera (quien luego será gobernador de Tucumán), la elección de los diputados obreros Leandro Fote y Benito Romano –quienes naturalmente figurarán en las listas negras de la dictadura- , y la posterior anulación de aquellas elecciones producto del autoritarismo que se vivía en la época. Es importante estudiar el clima de opresión que imperaba: la intervención arbitraria de los militares ya sea para anular una elección, ocupar una universidad o entrar a sangre y fuego en un sindicato.

Intervención

Sin embargo sería errado pensar que tales demostraciones de la violencia estatal eran privativas de la Argentina. Y esto se encuentra muy bien explicado en la obra citada. A lo largo de toda América Latina se aplicaban los diversos planes dictatoriales y a veces democratizadores, diseñados en el Pentágono, según conveniencia económica de los EEUU. Y por favor, que nadie acuse a nadie de querer echarle la culpa a una potencia extranjera de todas las calamidades que se han perpetrado en nuestra querida patria. El hecho es que la intervención norteamericana siempre ha sido un secreto a voces, a veces de modo pacífico como la “Alianza para el progreso” de Kennedy que pretendía erradicar la rebelión utilizando prestamos para planes de pequeño desarrollo, otras veces de modo violento con golpes como sufrió Guatemala, Chile, nosotros y tantos otros países. Tales reflexiones se desprenden de la lectura del libro.

Muestras desapasionadas en un manual del ejército de EE.UU.

Luego de las definiciones de “Guerra general” y Guerra limitada” se desliza la noción de “Conflicto de baja intensidad”: “Lucha politico-militar limitada para lograr objetivos políticos, sociales, económicos o psicológicos. Es muchas veces prolongado y abarca desde presiones diplomáticas, económicas y psicosociales, hasta terrorismo e insurgencia…”

“Debemos ayudar a naciones a defenderse, desalentar la coerción de parte de naciones enemigas, mantener la creencia “que los EEUU tienen las fuerzas para contrarrestar agresiones…y la voluntad para usar esas fuerzas”…”Así también los CBI (conflictos de baja intensidad) son condiciones políticas que pueden involucrar conducción de guerra u operaciones militares de no guerra”.

“Mientras que el objetivo en una campaña convencional es derrotar a una fuerza enemiga que amenaza los intereses de los EEUU, en la contrainsurgencia el énfasis principal reside en promover o proteger los intereses estadounidenses, sin comprometer a sus fuerzas armadas en la guerra...En la guerra convencional el centro de gravedad es normalmente la fuerza enemiga, su mando y control, areas logísticas o lineas de comunicación. En la contrainsurgencia el centro de gravedad gira en torno a la cuestión de la legitimidad o del derecho de un gobierno para gobernar según lo perciba la población... EEUU, el país anfitrión y el adversario luchan por el mismo centro de gravedad –la legitimidad-. Los medios para lograr la legitimidad serán distintos en tiempos de paz, y comprenderán actividades psicológicas, económicas y políticas en el esfuerzo total”.

Traducido a un código histórico concreto, el CBI es lo que se aplicó en Argentina durante la dictadura 76-82 y algunos años antes y algunos años después de este período. El militar argentino Domingo Bussi, por poner un ejemplo grotesco, participó como observador en Vietnam y es de descontar que se sabía al dedillo estas instrucciones que incluyen el “terrorismo” y la “insurgencia” dentro de sus métodos “en estados de no guerra”.

Dentro de este contexto belicista, permítaseme a hacer una primera calificación de las guerrillas argentinas como una iniciativa militar de “particulares” (¡oh pecado!), para contrarrestar, según ellos, el proyecto insurgente contra el proyecto del imperio. Es evidente que esto implica una violación de las leyes argentinas y, desde este punto de vista es criticable y punible ¿pero es que acaso un golpe militar, una dictadura, una suspensión de elecciones o el uso de los servicios de inteligencia nacionales y extranjeros para la persecución política no constituían una violación de todas las leyes argentinas?

¿De qué nos defendieron los militares argentinos?

Las siguientes palabras del periodista Rodolfo Walsh antes de ser asesinado deberían ayudarnos a refrescar la memoria a la hora de mirar el noticiero televisivo para escuchar a un entrevistado decir que “Bussi nos defendió”

… “Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad, que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.”

“En la política económica de este gobierno debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada. En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 hs la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales. Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, …, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificado de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos y en otros no aparecieron”

“Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados, no pretendiera que esa junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos, o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que mediten sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de 20 años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles” (3)

Actualidad y Crítica

A partir de un escenario como el hasta ahora visitado, ya resultaría posible el intento de evaluar muchas expresiones del pasado que se han dejado sentir en nuestros días. La aparición de las “Memorias de Gorriarán Merlo” o el tema de las extradiciones, por ejemplo. Hoy en día es posible escuchar desde el periodismo televisivo declaraciones que moverían a risa, si el tema no involucrara las gravísimas dimensiones que todos conocemos. La frase: “Ah, pero que se castigue a todos por igual:a la izquierda y a la derecha, o a ninguno”, olvidando que de un lado se secuestraron familias enteras, por las dudas, y del otro se han dictado en muchos casos ceremoniosos arrestos. Similar al chiste del blanco que se enfrenta con el negro maniatado y le exige que pelee limpio, este tipo de cinismo periodístico sobrevive gracias al desconocimiento de la propia historia que los argentinos, y en particular los tucumanos cultivamos y que de no ser así exigiríamos a nuestra prensa escrita o no escrita un mejor nivel de crítica.

Notas

(1) Octavio Paz, “Las trampas de la Fe”
(2) “Military Review”, Julio 1988, Revista Profesional del Ejército de los EEUU, Edición Hispanoamericana, pág. 78, 79 y 80, 81, 82.
(3) Rodolfo Walsh, “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar” (Fragmentos) Rodolfo Walsh, CI 2845022, Buenos Aires, 24 de Marzo de 1977.

 
       

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