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“Los imperios no hacen
guerras humanitarias,
sólo guerras contra la humanidad”.
James Petras.
El éxito arrollador de las acciones de protesta contra la agresión
a Iraq en todo el mundo podría interpretarse como un salto cualitativo
en las movilizaciones ciudadanas que desborda ampliamente los límites
de los colectivos anticapitalistas y rebeldes.
Pare seguro que algunos no se esperaban una movida de este calibre habida
cuenta de la epidemia de indolencia que viene aquejando a la ciudadanía
media de los países ricos que disfrutan de progreso, democracia
y libertades.
Es cierto que un eslogan tan rotundamente evidente como “NO a
la guerra” ha facilitado la incorporación de muchas personas
que no tienen remota idea de que este episodio se inscribe en una guerra
global mucho más terrible, una guerra a la que ellos no llamarían
guerra, una guerra por la que no saldrían a la calle.
Es también cierto que a las particulares circunstancias estratégicas
a nivel internacional y el conflicto de intereses entre Estados Unidos
y las aspiraciones a gran potencia de la Unión Europea, se han
sumado las coyunturas particulares de cada país –en España
la inminencia de comicios electorales- para lanzar a las palestras pacifistas
a quienes carecen de la mínima fuerza moral para dar reprimendas
a los actuales terratenientes del Imperio: ¿no se les retuerce
a ustedes el alma cuando Jimmy Carter dice que “como presidente
de Estados Unidos se familiarizó con los principios de lo que
es una guerra justa y esta no lo es”? ¿O cuando los capullos
de otan-no, que pusieron las bases a disposición del otro Bush
para la anterior masacre del pueblo iraquí y dieron el visto
bueno al horror sobre Kosovo se atreven a escribir en sus pancartas
la palabra PAZ?
A mí sí.
Buscando argumentos desesperadamente
Pero me compensan los balbuceos y trompicones de Aznar, Rajoy o la Palacios
en sus discursos y ruedas de prensa. Me compensa la constancia de los
chavales que reciben a gritos a Piqué o a Gallardón. Me
compensa la magnifica e imaginativa acción llevada a cabo en
Prado del Rey declarando a RTVE “Arma de destrucción masiva
intelectual”... y apoyada por una buena cantidad de trabajadores
de la propia Radiotelevisión pública(1).
La desesperada necesidad de argumentos –a la vista del resultado
que están dando las mentiras reconocidas de Powell, Rice y Blair-
se hace patente en las tertulias radiofónicas: por ejemplo, contertulio
de “las mañanas de la COPE”, 12 de marzo, tras calificar
de “magnifico” el discurso de Ana Palacio ante el Consejo
de Seguridad: “la guerra puede causar muertos entre los atacantes...
y también entre los defensores; estoy convencido de que hay más
muertes en un año por culpa del régimen de Sadam, que
en una guerra como la que vamos a tener”.
Lo decía Paul Virilio: “los medios de comunicación
fomentan el crimen”(2).
Y luego están los intelectuales.
Al hundimiento en el lodo de Albiac tengo ahora que sumar otra dolorosa
decepción personal: escribe Antonio Escohotado en la Tribuna
Libre de El Mundo(3) que “rechazar cualquier prepotencia (...)
un equívoco más verbal que sustantivo (...) el particularismo
nacional (...) que teme sentar un precedente de acoso en casa propia”
y la “vana anarquista ibérica, fiesta en la calle y edificación
religiosa” ha conseguido que “de repente no importe lo más
mínimo un arsenal bacteriológico”. Y remata con
sarcasmo: “la pregunta es cómo ayudar eficazmente al pueblo
iraquí. ¿Será esperando a que Sadam caiga por falta
de consenso ciudadano o por alguna moción parlamentaria de censura?”.
Uno no gana para disgustos en estos días difíciles.
La legalidad de los vencedores
Pero la contribución más importante –a cierto nivel
de análisis- que está haciendo a la rebeldía la
crisis de Iraq es la de poner en evidencia la parodia de eso que se
viene llamando “legalidad internacional”.
Mientras las grandes potencias –fundamentalmente las vencedoras
de la Segunda Guerra Mundial que controlan el Consejo de Seguridad y
por tanto el poder ejecutivo y ejecutor de las Naciones Unidas- han
estado unidas por intereses comunes, no han habido problemas para mantener
la ficción.
En este momento, no dudan (oigase a Rajoy en la SER) en sentenciar que
si las Naciones Unidas no dan el visto bueno a la masacre quedarán
automáticamente desacreditadas. Es decir, si Bush fuese capaz
de parafrasear al Rey Sol, diría: “la legalidad internacional
soy yo”.
Nada les importa...
No importan los programas secretos norteamericanos de armas de destrucción
masiva(4); no importan los intentos de acabar con los controles internacionales
sobre armas biológicas; no importa la venta de armas a países
que violan los derechos humanos, como Marruecos, Indonesia, Arabia Saudí
o Israel; no importa la prepotente negativa de EEUU a ratificar el estatuto
de la Corte Penal Internacional; no importa que se pudran en Gantánamo
650 prisioneros que no existen porque en Afganistán no hubo una
guerra; no importa la puesta en marcha de tribunales que “pulverizan
todos los derechos individuales y todas las garantías procesales”
de presuntos criminales que “son cazados por los servicios especiales
o por el ejército de los EEUU” y juzgados en secreto(5)...
nada de eso importa en la guerra global del Imperio en la que todos
los civiles del mundo son objetivos potenciales y los rebeldes, objetivos
preferentes.
Por eso hay que elevar el nivel de resistencia y de oposición,
no ya al episodio más inmediato de esta guerra global –la
inminente matanza del pueblo iraquí- sino a la devastación,
al exterminio y al dolor sin límites que el Imperio causa por
doquier, dentro y fuera de los campos de batalla explícitamente
bélicos.
AGRADECIMIENTOS: Esta reflexión ha podido escribirse gracias
a la música que Peter Gabriel escribió para la película
“The Rabbit-proof Fence” –que cuenta la historia de
tres niñas aborígenes que son secuestradas para servir
a familias blancas y huyen atravesando Australia y utilizando como guía
la “valla para conejos” que las conduce a casa. Molly Craig
y sus dos pequeñas compañeras de la “generación
robada” me acompañaron durante cinco tensas horas ante
el ordenador para traducir a palabras mi indignación, mis temores
y mis esperanzas.
Notas:
1. 351 trabajadores del ente público forman el llamado
“Comité contra la Manipulación Informativa en TVE”
en cuyo primer informe denuncian las “malas prácticas profesionales
por provocar una información desequilibrada, sesgada o manipulada”.
Un ejemplo: el lunes 3 de marzo, la propuesta de entradilla enviada
por la sección de Internacional decía: “Iraq ha
destruido hoy otros seis misiles Al Samud II, que se suman a la decena
desmantelados el fin de semana. Sadam Husein promete ahora que entregará
un nuevo informe sobre sus arsenales de carbunco y gas nervioso, en
un nuevo intento de impedir un ataque”. Alfredo Urdaci leyó
a la cámara los siguiente: “Sigue el goteo. Es la táctica
de Sadam. Iraq ha anulado hoy otros seis misiles. Ahora también
promete entregar un nuevo informe sobre arsenales de antrax y gas nervioso.
Sadam demuestra que tiene armas de destrucción masiva y ofrece
información conforme la presión sobre su régimen
aprieta”. (www.nodo50.org/csca).
2. VIRILIO, Paul. “El cibermundo, la política de lo peor”.
Madrid, Ediciones Catedra, 1997.
3 . “No es todo tan simple”. Miércoles, 12 de marzo.
4 . CHOSSUDOVSKY, Michel. “El programa secreto de armas biológicas
de EEUU”. Rebelión, 1 de diciembre del 2001.
5. MAIRA, Antonio. “De milosevic a Sadam Hussein”. Cadizrebelde.
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