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"Lo mejor de la lucha popular es que nunca
siente que ha llegado al final"
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Neka Jara pertenece desde 1997 a la sección
de Solano-Quilmes del movimiento «piquetero». La luchadora
argentina denuncia la reciente muerte de sus compañeros Darío
Santillán, de 21 años, y Maximiliano Costeski, de 23, a
manos de la Policía, y repasa la situación que atraviesa
su país. Opina que la crisis institucional es terminal, y confía
la suerte del pueblo a la lucha.
Neka Jara habla sin pelos en la lengua. Afirma rotunda que las actuales
reglas del juego sólo sirven para empobrecer aún más
al pueblo y enriquecer a los que han provocado la terrible crisis argentina,
por lo que aboga por un cambio radical del sistema.
¿Cuál es la situación actual de Argentina?
La crisis institucional de Argentina es terminal, es decir, toca fondo.
La fase que le queda al Gobierno para seguir garantizando esta política
al servicio del FMI y de las multinacionales es la represión. Para
comenzar a ejercer este nuevo terrorismo de estado ha elegido a los movimientos
más combativos, más radicalizados, más organizados,
como son los movimientos de trabajadores desocupados, o el caso de obreros
que han ocupado fábricas y producen bajo control obrero. Así
ocurrió con el asesinato de dos compañeros el 26 de junio.
A las tres horas de los asesinatos tenían preparada una rueda de
prensa a través de algunos medios de comunicación, con documentos
y pruebas falsas, pero cuando la situación se revierte el Estado
intenta sacarse la responsabilidad usando como chivo expiatorio a la Policía.
Duhalde afirmó al llegar al poder que el 9 de julio, día
de la independencia, celebrarían el final de la crisis. No ha sido
así. ¿Tiene alguna solución?
Le quedan dos cosas. Una es la represión para ir frenando las
protestas, no lo está consiguiendo. Otra es el adelanto de las
elecciones. Está buscando legitimar este tipo de política
con el voto. Es algo muy particular porque en Argentina, en las últimas
elecciones, más del 50% de la población no se sumó
a lo electoral, una gran cantidad votó en blanco y muchísima
gente no acudió a votar. No hay confianza en este tipo de parlamento,
no hay confianza en las urnas. La maniobra de Duhalde es legitimar este
tipo de política, aunque sea con el 10 o el 20%. Creemos que no
es la solución porque hay un pueblo que protesta, y venga quién
venga van a seguir los reclamos. No es una respuesta a la crisis. Nosotros
creemos que si no hay una política que mire hacia el interior del
país no hay vías de solución. Sinceramente, no creemos
en las urnas.
La brecha entre pueblo y Gobierno es amplia. ¿Hay posibilidades
de acercamiento?
En Argentina se propone desde hace bastantes años el no pago de
la deuda externa, es una deuda ilegítima, que no la hizo el pueblo,
sino las multinacionales en complicidad con el Estado. Nosotros estamos
pagando una deuda que nunca nos ha favorecido. Si la deuda la hizo Repsol,
Telefónica o Telecom, que la paguen ellos. Puede haber un cambio,
que puede ser pasajero, porque con este sistema, si no lo cambiamos radicalmente,
nunca habrá solución para este tipo de problema.
Tras las concesiones legislativas a petición del FMI el país
parece quedar en manos de las multinacionales. Se está vendiendo
el país. Las riquezas que eran del pueblo argentino hoy están
en manos de las multinacionales. La Ley de Quiebras es uno de los catorce
puntos que exige el FMI para profundizar esta política. Los sectores
financieros quedan libres de responsabilidad ante el saqueo que se le
hizo a miles de personas, con sus depósitos, por años de
sacrificios. La crisis se puede profundizar tres veces más con
las exigencias del FMI. Un 60% más de ajuste en el gasto social.
Ahora existe la posibilidad de que se entreguen tierras en la Patagonia
para pagar esa deuda. ¿Qué hay de esas encuentas,
realizadas a petición de una firma europea que pulsan la opinión
del pueblo al respecto?
Así es. Hay algunos casos, como es el de la firma italiana Benetton,
para la que han privatizado una parte turística muy importante
de la Patagonia, San Martín de los Andes. En esas tierras habitaban
indios, que vivían en comunidad, pero fueron desalojados porque
han sido privatizadas y explotadas. La idea es seguir privatizando riquezas
naturales, como es el caso de las cataratas de Iguazú, entregarlo
a concesión para que las empresas las exploten. ¿Qué
nos queda, irnos del país?
¿Cómo se imagina los siguientes pasos en la crisis?
El pueblo argentino tiene una historia muy rica en luchas obreras. Lo
que está sucediendo hoy es herencia de esa historia. Hay un escenario
que pone a dos actores muy fuertes: uno es el Estado, que está
entregando todo; y otro es el pueblo que lucha. En estos momentos el pueblo
se está imponiendo de cierta manera al Estado para que no se pueda
definir sobre lo que está exigiendo el FMI. Nosotros creemos que
es un momento rico para el pueblo argentino, pero hay que ir despacio
porque hay una coyuntura que está forzando los tiempos, nos quieren
hacer pisar el palito, es decir, quieren que nos equivoquemos, y eso no
nos conviene. Es momento de articular fuertemente la lucha, de coordinar
la lucha a nivel a nivel nacional e internacional, con otras organizaciones
de Latinoamérica.
¿Es posible articular en Argentina movimientos nuevos,
como puede ser el caso del cocalero Evo Morales en Bolivia?
Seguramente no es lo mismo que en Brasil gobierne Lula a que lo haga
Cardoso, en Argentina tampoco sería lo mismo que gobernara Izquierda
Unida en vez de Duhalde. Tácticamente me parece que oxigena, permite
avanzar, pero no debemos perder de vista, por más que se usen este
tipo de herramientas, que siguen siendo instrumentos del capitalismo.
La lucha debe tender a una modificación radical del sistema. Las
reglas del juego deben de ser diferentes. Muchas veces los de izquierda,
cuando llegan al parlamento o al gobierno, se olvidan que han sido de
izquierda. Lo mejor, lo interesante de la lucha popular, es que nunca
siente que ha llegado al final.
¿Hay una revolución en marcha o la contestación
es fruto de la desesperación?
El tema es complejo porque se suman muchos factores. Hay una clase media
o pequeña burguesía que había apostado por el golpe
del 76, que había apoyado a estos gobiernos seudodemocráticos
que consolidaron las políticas neoliberales y hoy está del
lado del pueblo. Han visto que el sistema también se ha desenmascarado
para ellos. Eso crea una subjetividad nueva, pero no sé si hay
un sujeto que realmente entienda que lo que se está viviendo es
una revolución. Lo que podemos decir es que es interesante lo que
está pasando. Está haciendo que el pueblo sea digno, que
vayan ocurriendo procesos que son muy ricos para construir esta revolución,
pero faltan muchísimas condiciones como para que verdaderamente
signifique un salto político e ideológico.
¿Cómo valora la detención del ex dictador
Galtieri?
Es parte del mismo juego que hace el Estado con esto de la campaña
electoral. No sé si alguien se va a comer este verso. Es parte
de la payasada.
Gara
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