El conflicto armado en la Comuna 13 pasó de emboscadas y choques esporádicos, a combates de posiciones, sin tregua, en los que las milicias guerrilleras, los comandos paramilitares y los organismos de seguridad llevan un año. Los armados ilegales consolidaron trincheras, retenes, rutas estratégicas, vigías y una eficiente capacidad logística y operativa, que detonaron una etapa inédita en la historia de la guerra interna: enfrentamientos en un área geográfica definida, a la luz del día o en la noche, por días, semanas y meses. La Comuna 13 ofreció las condiciones para que la insurgencia, a modo de laboratorio y después de años de presencia, midiera allí su capacidad de combate urbano: un área con pocas vías de acceso vehicular para el desembarco terrestre de tropas oficiales, muchas escalinatas y vericuetos, en un terreno empinado e irregular, poblado densamente por civiles y sin un mapa que permitiera descifrar una lógica de ocupación y combate de las milicias. Pero la Comuna 13 no es sólo un hallazgo estratégico para el combate guerrillero: ha sido una zona marginal que sufrió la presión de las bandas de delincuencia, de fenómenos de autodefensa que derivaron en milicias que eliminaban "indeseables y viciosos" y luego la llegada numerosa de combatientes de Farc y Eln, mientras que un proyecto insurgente autónomo, los Cap, avanzó y buscó no repetir la relación vertical e impositiva que otros ilegales tuvieron allí con los civiles. La Comuna 13 es una zona de población negra y campesina llegada, en su mayoría, del Occidente y Urabá antioqueño y chocoano, con gran capacidad organizativa y comunitaria y un sensible sentido de sus reivindicaciones sociales. Los nombres de sus barrios son elocuentes: Las Independencias, Nuevos Conquistadores, Corazón, 20 de Julio. Antes de que existiera allí cualquier expresión armada ilegal, y hasta hoy, la gente ha reclamado ser oída y atendida, por vías pacíficas. Por años, ese sentido libertario y de lucha, por el bienestar en barrios de invasión, caracterizados por la pobreza y la búsqueda de una conexión al circuito productivo y a la dinámica social de Medellín, fue desconocido por los gobiernos de turno. El alcalde de Medellín decía en las últimas horas que allí la cobertura educativa es del 100%. Pero el sacerdote José Luis Arroyave, líder de esa comuna asesinado hace un mes, observaba que en 18 barrios populares sólo conocía a dos estudiantes de universidad, por supuesto pública. En diciembre pasado un barrio de "La 13" ganó el concurso municipal de pesebres. Los $4.000.000 del premio, planeados para infraestructura por la Alcaldía, la gente los pidió en cuadernos, leche y uniformes escolares. Su desempleo del 71% así lo impuso. El padre Arroyave decía: "por todo esto, el conflicto allí no es gratuito". Octubre 2002 Enviado a La Haine por Construyendo |