Argentina: Gestión obrera en Grissinopoli, crónica de dos jornadas de producción

x Eduardo Lucita

Madrugada del sábado, ya al doblar la esquina de Dorrego para tomar por Charlone se escucha el bramar de las turbinas y el chirriar de los rieles, es un sonido característico que por muchos años acompañó a los vecinos de la zona. Grissinopoli, ha vuelto a la actividad, luego de casi cuatro meses de permanecer en silencio.

Días atrás los trabajadores habían realizado ya una producción propia para demostrarse que eran capaces. Pero ahora es a pedido, un antiguo cliente encargó 1300 kgs. de malteado. Durante la semana un grupo de asambleístas colaboró en el análisis de los costos y en fijar los precios de venta.

Todo comenzó a las cuatro de la mañana con el calentamiento del horno, el encendido de la cámara de fermentación, y la puesta en marcha de la amasadora. Esta arroja periódicamente 100kgs. de 'amasijo', una masa compuesta por los ingredientes exactos, que luego de un 'descanso' es colocada en la sobadora.

Aquí comienza un proceso continuo, típico de una cadena fordista de los años '60. Una cinta transportadora lleva la masa hasta la grisinera, de allí salen las bandejas en crudo que ingresan a la cámara de fragmentación, luego de un recorrido de 25' pasan a un horno de 30 metros de largo para su cocción. A esta altura, el calor del horno y el típico olor de la panificadora ya inundaron todo el ambiente.

Lo que más llama la atención es la limpieza y la disciplina del trabajo, la profesionalidad con que cumplen sus tareas. Hablan entre ellos, toman mate, cantan, sus rostros se han transformado, pero no le pierden atención al control de la harina y al espesor de la masa; al ritmo de la fermentadora; a la temperatura del horno y al punto de cocción -este tiene que ver con la humedad ambiente- y ellos toman la decisión si trabajar con calor o con vapor.

Es el 'saber obrero' acumulado durante años que se despliega en todo su dimensión, y es allí que los propios protagonistas toman conciencia de esos saberes: 'Nos demostramos a nosotros mismos que no necesitamos al capataz, ni nadie que nos de órdenes permanentemente' dice Pablo. 'Lo que sabemos hacer lo hacemos y solos' agrega Ivana, a su lado Ana, la más jovencita no habla, pero nos dedica una sonrisa enorme.

En una de las paredes un pequeño afiche reza: Descontrol patronal, control obrero. A la entrada otro invita a la Segunda Asamblea nacional de fábricas ocupadas, en Brukman, la abanderada de las fábricas ocupadas. En el centro un tablero de ajedrez enuncia: Jaque al patrón, todo el poder al peón.

Pasadas la 6 de la mañana, bajo el enfoque atento de un equipo de documentalistas que todo lo registra, la primera bandeja se asoma por la boca del horno, los tímidos aplausos de los que presenciamos la operación se mezclan con las lágrimas de los trabajadores y la emoción contenida.

La cinta sigue hasta la envasadora, luego a las cajas y el proceso concluye.

La última horneada incluye harina con cebolla, Norma nos da a probar 'esta exquisitez', Dante reflexiona, '..tendría que haber dejado descansar mas tiempo la masa, estarían mas crocantes', Fredy agrega, '..debiéramos haber apurado el proceso para aprovechar mejor el envasado'. El día anterior habían reubicado una segunda envasadora, '..así tendremos menos consumo de energía eléctrica' cuenta Julio.

Al salir la última bandeja explotan los aplausos pero son sobrepasados por los trabajadores que al grito de '¡grisineros carajo!! dan, ahora sí, rienda suelta a la alegría.

Los chorizos están a punto, un centenar de personas -asambleístas, vecinos, estudiantes secundarios y universitarios, intelectuales, artistas- se agolpan frente a la parrilla, aportan al fondo de huelga mientras comparten y ríen con los trabajadores.

Un día de trabajo había concluido, pero para ellos -también para nosotros- no es cualquier día.

Comité de Solidaridad

En el terreno lindante a Charlone 55 una carpa y un tinglado son el alojamiento de los jóvenes que noche a noche pernoctan allí haciendo las guardias rotativas; otras personas mantienen activa una cadena telefónica; vecinos y asambleístas se mantienen alertas ante un eventual llamado de la sirena instalada en el tercer piso.

Es un mecanismo preventivo ante la posibilidad, cierta luego del acta de homologación firmada por la jueza Norma B. Di Noto, de un intento de desalojo. No pareciera que vaya a resultar sencillo.

Revista Cuadernos del Sur

 
         
   
 

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