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Medios de comunicación, aplanadoras de la desculturización
Carlos A. Lozano Guillén
Agencia de Noticias Nueva Colombia

Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS)
Seminario Nacional: Reflexiones Nacionales y Geoestratégicas sobre el Plan Colombia
Tema: Periodismo, opinión pública y Plan Colombia. (Resumen de la intervención en el Seminario convocado por el Centro de Estudios e Investigaciones Sociales, CEIS, sobre el tema de Reflexiones Nacionales y Geoestratégicas sobre el Plan Colombia)
Bogotá, 4 y 5 de noviembre de 2000


Intervención de Carlos A. Lozano Guillén Abogado y periodista. Director del periódico VOZ

Las ideas que les voy a presentar sintetizan los planteamientos que hemos hecho en anteriores conferencias en la Universidad a Distancia, a los presos políticos y prisioneros de guerra de la Cárcel Nacional Modelo y en la Escuela de Corresponsales de VOZ, así como algunas reflexiones que tienen que ver con los medios de comunicación y el Plan Colombia.

I.- Medios de comunicación, aplanadoras de la desculturización

Los medios masivos de comunicación son aplanadoras de la desculturización, pero aún más, de la alienación, para que el ser humano pierda la identidad y la perspectiva histórica y no juegue su papel protagónico en el mar picado de los conflictos económicos, sociales, políticos y culturales, propios de una sociedad que avanza de manera dialéctica en medio de "estallidos" y "tormentas" sociales, como también de contradicciones, entre estas la fundamental de la época: la de la forma social de la producción y la forma privada de la apropiación, en las condiciones de la cada vez mayor concentración de la riqueza y el poder y de la supremacía de los monopolios incluyendo el capital financiero.

El ser humano es un sujeto social activo, que tiene un "doble significado" en la sociedad: por un lado tiene múltiples actividades y participa de los procesos productivos y de sus resultados; y por el otro asume conductas y normas de comportamiento, al tiempo que actúa bajo la influencia de la ideología. Aún en las condiciones de hoy, después de la caída del Muro de Berlín y del fracaso del "socialismo real" en Europa oriental, que tanto frenesí causó en el mundo occidental y capitalista y en especial en los ideólogos de la derecha.

El ciudadano norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama, decretó el "fin de las ideologías", el "fin de la historia" y el "fin del comunismo", como si semejante decisión se pudiera tomar "desde las alturas de la subjetividad", y sin razón, porque tras la debacle del "modelo soviético" devino un mundo unipolar globalizado en las leyes absolutas de la economía de mercado capitalista y el sistema se tornó más duro y envilecido en el marco del "capitalismo salvaje" del modelo neoliberal.

En lugar de desaparecer, la ideología capitalista afiló más sus garras, y apoyada en los monopolios y la concentración de la riqueza, se lanzó para apropiarse de la gran tajada de los medios masivos de comunicación convertidos en lucrativos negocios. Se ha ido estableciendo una "cultura de la banalización" tras bambalinas del periodismo ligth, que no sólo se manifiesta en los chismecitos y las bonitas piernas de las presentadoras en el caso de la televisión, sino también en la proliferación de emisiones radiales y de revistas superficiales y mediocres dedicados a temas banales, para cubrir con un manto el entorno real de un mundo en descomposición, de injusticia social y de atropellos a nombre de la democracia y de la civilización cristiana y occidental.

Como si la historia fuera en reversa o en contravía, el capital regresó a las formas originarias de la acumulación capitalista con la onda arrolladora de las privatizaciones y la monopolización creciente, de la cual no han estado exentos los medios masivos de comunicación. Como nunca éstos pasan al servicio del gran capital, porque son adquiridos como cualquier medio de producción por los grupos económicos y los pulpos de la comunicación que especializan su actividad en el mercado.

Carlos Marx decía hace más de 150 años, cuando todavía los medios masivos de comunicación no tenían las características que tienen en el siglo XXI por el desarrollo tecnológico y científico del ciberespacio, la robótica, la velocidad y la extensión, que estos eran en el capitalismo aparatos reproductores de la ideología dominante. Es más, señalaban Marx, Engels y Lenin, que los medios de comunicación, rudimentarios para nuestra época, eran parte de la superestructura de la clase dominante para justificar el modo de producción predominante. En el capitalismo, decían, la superestructura está al servicio de la "explotación del hombre por el hombre".

A pesar de las supuestas bondades de la "democracia burguesa" y de la "sujeción" del Estado burgués a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, los medios masivos de comunicación como parte de la superestructura del sistema están condicionados al capital y a los intereses particulares que este representa.

En Colombia, por ejemplo, el artículo 20 de la Constitución Política "garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura". No es necesario abundar en hechos a manera de argumentación, para asegurar que en los rigores de la "democracia restringida", muy distante de ser siquiera una "democracia burguesa" como en los países de Europa, la orden constitucional es nugatoria porque bajo la presión del gran capital cualquier intento de fundar un medio de comunicación sucumbe o ve limitado sus alcances y proyecciones por la imposibilidad de competir en el "libre mercado" con los monopolios al fin y al cabo los verdaderos dueños del país. Para no hablar de la libertad de prensa que definitivamente es inexistente.

Es evidente la contradicción entre libertad de prensa y libertad de empresa en los medios de comunicación, entendida esta última como el ejercicio de un lucrativo negocio para amasar más utilidades. En el prefacio de su libro El cuarto poder, Emilio Juan Ruiz, dice: "No resulta novedoso afirmar que, Colombia, como en el mundo entero, los medios de comunicación son controlados en su mayor parte por conglomerados económicos, nacionales o transnacionales y multimedia".

Los medios masivos de comunicación con bastante trivialidad quieren atrapar al gran público "domesticado y manipulado por la sociedad de consumo. El estilo de vida de las clases sociales más ricas se vende a través de estas informaciones, como un producto sofisticado del mercado que es la expresión ideal del llamado 'sueño americano' que se convierte en la meta final y única de la sociedad de consumo", dijo alguna vez el periodista, escritor y economista, Jorge Child, hace unos años desaparecido. Con mayor razón ahora, cuando en el caso colombiano, mediante el Plan Colombia, de corte guerrerista e intervencionista, los Estados Unidos influyen de forma abierta y descarada en los destinos de nuestro Estado-Nación.

En el libro Cultura, medios y sociedad, el profesor Jesús Martín Barbero, dice lo siguiente: "Poner en discurso la experiencia cultural de este fin del siglo y de milenio nos exige comenzar por una aproximación a lo que M. Hopenhayn ha llamado las atmósferas culturales. Denominaré a la primera tecnofascinación, pues ella alía la fascinación tecnológica al realismo de lo invitable. Se traduce, de un lado, en una 'cultura del software' que permite conectar la razón instrumental a la pasión personal' y, de otro, a una multiplicidad de paradojas densas y desconcertantes: la convivencia de la opulencia comunicacional con el debilitamiento de lo público, la más grande disponibilidad de información con el palpable deterioro de la educación formal, la continua explosión de imágenes con el empobrecimiento de la experiencia, la multiplicación infinita de los signos en una sociedad que padece el más grande déficit simbólico. La convergencia entre sociedad de mercado y racionalidad tecnológica disocia la sociedad en 'sociedades paralelas': la de los conectados a la infinita oferta de bienes y saberes y la de los excluidos cada vez más abiertamente tanto de los bienes más elementales como de la información exigida para poder decidir como ciudadanos. La tecnofascinación contiene también a esa cultura de la privatización que ha convertido la política en intercambio y negociación de intereses y al mercado en el principio organizador de la sociedad en su conjunto, en un movimiento de autolegitimación que hace coincidir la autonomía del sujeto con el ámbito de la privacidad y del consumo.

Los medios electrónicos como la radio y la televisión y el internet, cada vez llegando a nuevos sectores de la sociedad, transforman el periodismo y la calidad de los medios masivos de comunicación. Ahora existe más rapidez, imagen y extensión, pero la necesidad del análisis y de la noticia fresca continúa vigente. Apoyado en los tradicionales géneros y sobre todo en la historia. Eso le da validez al oficio y crea retos en los comunicadores en la sociedad y en los procesos históricos que son inexorables.

En el capitalismo los medios masivos de comunicación pretenden convertir a los periodistas en desculturizadores, en máquinas de su entramado ideológico, que repiten sin imaginación falsas verdades, verdades a medias y mentiras convertidas en verdades. El objetivo es mediatizar al periodista para que no cumpla su papel en la sociedad, que aún lo tiene en el capitalismo y es eminentemente social: "El periodista es testigo de la historia", como dijo el escritor cubano Alejo Carpentier, "y puede ser la historia misma", agregó el investigador también cubano, Luis Suárez.

El libro Periodismo Urgente, editado por Prensa Latina hace dos años, tiene una nota de presentación de Eduardo Galeano, escritor uruguayo y latinoamericano que dice así: "Año tras año, el Premio 'José Martí' celebra un milagro que no cesa de ocurrir en América Latina. El periodismo independiente sigue demostrando, contra viento y marea, que es posible escribir sin alquilarse ni venderse en países donde el poder predica la libertad y practica el monopolio. Los periodistas que creen en la dignidad de su oficio se las arreglan para inventar espacios de comunicación para las voces prohibidas.

En la peligrosa zona de lo que se puede decir, el derecho de información y de opinión deja de ser privilegio de pocos y mezquino impuesto que el vicio paga a la virtud en la letra muerta de las constituciones. En nuestras tierras, ese derecho no se realiza por gentileza de los grandes medios de comunicación que nos incomunican y enmascaran la realidad, sino gracias a la tozudez y al talento de los maltratados periodistas que desarrollan la conciencia crítica y rescatan la memoria colectiva: la conciencia, enemiga de la impunidad, y la memoria, enemiga de la amnesia". Hasta aquí la cita de Eduardo Galeano".

Es un homenaje a los periodistas, no a los que están empotrados en las lujosas oficinas y pagados con las chequeras de los grandes "cacaos", sino a los de overol que van en busca de la noticia, de la identidad cultural, del oficio de contar la historia pero "patas abajo", desafiando a los dueños y usufructuarios del cuarto poder.

Así las cosas, se equivocaron los predicadores de la fatalidad y del fin del la historia. Las ideologías continúan vigentes, aún las que son real alternativa del capitalismo, porque este no ganó la batalla, al contrario perdió la perspectiva histórica con el fracaso del socialismo real. Pero el socialismo humanista tiene vigencia con mayor razón cuando las masas populares afrontan más miseria y mayores injusticias.

2.- Medios de comunicación y proceso de paz

En la Colombia de hoy, en trance de buscarle la solución política al conflicto social y armado de casi medio siglo, el papel de los medios masivos de comunicación es definitivo para abrirle camino a una cultura de la paz y de la tolerancia. Contraria a la que se practica en la "gran prensa" que tiende a mostrar como único camino el de la paz romana o la paz de los sepulcros, que no es otra que defender la guerra para vencer a la insurgencia y llevarla en condiciones de derrotada a la claudicación en la mesa de diálogo.

En la vía de lograr la paz democrática con justicia social es inexorable erradicar las causas que originaron el conflicto para allanar el camino hacia una Nueva Colombia. En las necesarias reformas avanzadas debe modificarse el statu quo de los medios masivos de comunicación. A la desculturización creciente que proviene de la economía de libre mercado, debe sobrevenir la democratización para acceder a la información de manera libre y veraz, sin estrategias alienantes y tendenciosas. Sólo así se avanzará en dirección a la paz que los colombianos anhelamos.

El tema de los medios de comunicación de masas, afectados en Colombia, en los últimos años, por un irracional y veloz proceso de concentración en manos de los dos principales grupos económicos del país, aunque también mediatizado por el fortalecimiento de un grupo específico como lo es la Casa Editorial El Tiempo, es uno de los más complejos y álgidos del proceso de paz, porque una parte clave de la apertura política en el contexto de la solución del conflicto es la democratización de los medios de comunicación.

Quizás por esta razón específica, de temor a los cambios democráticos y por ende a ser afectados en sus intereses económicos y de influencia en la "opinión pública", es que los dueños de los medios de comunicación han definido una línea adversa a las negociaciones de paz y hostil a toda iniciativa y propuesta de la guerrilla. Para ellos no hay sino una sola alternativa: la entrega incondicional de los alzados en armas. La solución política no pasa, desde su óptica limitada, por los cambios estructurales que erradiquen las causas que originaron el conflicto social y armado.

3.- Medios de comunicación y "opinión pública"

Algunos dicen que la "opinión pública" no existe, porque es una entelequia inventada por las clases dominantes para fabricar aparentes consensos; otros consideran que la opinión pública está formada por una amplia franja de la sociedad, bastante activa, y es la que indica -o al menos insinúa- las tendencias predominantes en el terreno social y político y los grados de aceptación de determinados aspectos inherentes al interés social y nacional.

Más allá de la discusión académica, importante claro está, de si existe o no la "opinión pública", lo que sí es pertinente determinar, es que ésta es fabricada e inducida en sus supuestos o aparentes conceptos por los medios de comunicación del sistema, a través no sólo de la formación de ideas y fijaciones mediante el "poder de convicción" de los diarios, revistas y noticieros y programas de opinión de radio y televisión, sino también de las encuestas tendenciosas y acomodadas.

Por lo general, las encuestas realizadas por empresas "profesionales" en "sondeos de opinión", muchas de ellas transnacionales o ligadas a los grupos económicos, siempre favorecen al interesado que las contrata. Algo así como cliente satisfecho trae más clientela, un principio del comercio competitivo del capitalismo. Es bueno recordar, como experiencia y constatación de esta aseveración, que hace unos diez años, la Unión Patriótica en Bogotá contrató una encuesta con una de esas firmas. El resultado sorprendente de la medición le arrojó una expectativa de voto a la UP de más del diez por ciento en la capital, lo cual fue muy distante de la realidad en los resultados concretos de la votación. Una es la realidad virtual que esas mediciones construyen y otra la realidad real que se concreta en hechos y sucesos de la vida cotidiana.

En la formación de "opinión pública" adversa al proceso de paz, a la insurgencia y a los sectores democráticos, sociales y de izquierda, viene influyendo el Departamento E-5 del Ejército, una sección de reciente creación, asesorada por expertos comunicadores y en conexión con la "gran prensa". El E-5 con cuantiosos recursos técnicos y financieros, inclusive realiza cursos y adiestramiento para periodistas "corresponsales de guerra". Pero además, emite comunicados, informes especiales y reportajes, que son emitidos sin siquiera editar por los medios del sistema. Es la degradación total del oficio del periodista y la anulación total de la libertad de prensa y de cualquier resquicio de independencia en la labor de informar a los ciudadanos del acontecer nacional. Hasta series televisivas se presentan, en que "heroicos soldados" derrotan siempre a "crueles guerrilleros", así en la realidad ocurra lo contrario. Es bueno recordar un anécdota personal y familiar, cuando mi hijo, entonces de 14 años, me preguntó: "Papá ¿por qué en las películas de la guerra de Vietnam siempre los norteamericanos le ganan a los vietnamitas si en la historia real fue al contrario? Es el poder de la desinformación de masas, de las aplanadoras de la cultura, que en Colombia juegan el mismo papel.

4.- Medios de comunicación y Plan Colombia

En este sentido, los medios de comunicación han jugado un papel determinante como publicistas del Plan Colombia, incluyendo las amañadas encuestas que revelan un aparente apoyo de la sociedad al engendro gringo para la guerra y la intervención.

La idea difundida es que el Plan Colombia es contra el narcotráfico y para la inversión social. Ninguno registra, por ejemplo, que de la "ayuda" norteamericana de US$1.300 millones el 84 por ciento es para la guerra; y que siendo dirigido en lo fundamental para sustituir los "cultivos ilícitos" para este fin apenas destine el 9 por ciento de la cuantiosa inversión.

Hasta octubre del año pasado la versión del Plan Colombia que se difundía en los medios era el texto "asistencialista" del Departamento Nacional de Planeación, mientras la versión en inglés del Plan Colombia difundido en Washington para promover la aprobación de la "ayuda" en el Congreso de los Estados Unidos era mantenida en el anonimato. En Colombia la primera publicación del documento en inglés, traducido al español, fue hecha por el periódico Desde Abajo, un órgano alternativo que circula cada mes. Esta importante revelación periodística fue ignorada por los grandes medios colombianos.

5.- Algunos ejemplos

Como contera de estas elucubraciones en el Seminario Nacional sobre Reflexiones nacionales y geoestratégicas sobre el Plan Colombia, convocado por el CEIS, quisiera citar unos ejemplos tomados al azar de las vicisitudes del proceso de paz con las FARC-EP.

1.- El collar-bomba, episodio dramático y macabro, que la "gran prensa" se lo atribuyó a las FARC-EP, recogiendo la versión de los mandos militares y del general Serrano, dirigida a sabotear los diálogos de paz en el largo plazo y en el corto plazo a obstaculizar, como en la realidad ocurrió, la Audiencia Pública sobre el tema del medio ambiente y los cultivos ilícitos. Así tan rápido como se fabricó la provocación también se desvaneció, aunque en la impunidad quedó el execrable crimen que dejó muchas dudas de sus verdaderos autores.
2.- En la campaña urdida desde la Fiscalía General de la Nación y los altos mandos militares sobre los campos de niños secuestrados e la zona de despeje, en Mesetas, en la supuesta casa de donde se hicieron las llamadas, en donde habitan el administrador de VOZ y su esposa, una maestra de escuela, el noticiero que llegó hasta allá, al tiempo que interrogaba a la maestra enfocaba las cámaras hacia un periódico VOZ que estaba al lado del teléfono. Eran mensajes subliminales que se pretendían, estableciendo una relación de VOZ con el teléfono señalado.

3.- Cuando apenas empezaban los diálogos en San Vicente del Caguán, en la región del Ariari, cerca al despeje en el Meta, la Fuerza Aérea ametrallaba fincas y veredas sin contemplaciones. El único medio que denunció el hecho fue VOZ. Los demás lo silenciaron. Una cosa tan grave "nunca existió".

4.- En la toma de Argelia (Cauca) por las FARC-EP, las casas y edificaciones fueron bombardeadas por los aviones oficiales, así lo denunciaron sus habitantes. Sin embargo, las informaciones de prensa le atribuyeron los daños a la guerrilla. Este ejemplo lo citó el profesor Pierre Gilhodés en un panel en la Universidad Externado de Colombia.

5.- El caso de la censura al programa de los soldados y policías retenidos por las FARC en la cadena caracol, es uno de los actos más ominosos de la censura de prensa en los últimos años. Al autor del reportaje, el periodista Jorge Enrique Botero le exigieron la renuncia. Tuvimos oportunidad de ver el trabajo periodístico en sesión privada y lo que observamos fue un reportaje periodístico, humano y real, con escenas dramáticas pero de la realidad real, pero así no le convenía al Establecimiento. Por eso las pocas secuencias que pasaron los noticieros se centraron en las alambradas para asociar los lugares de retención a los campos nazis. El drama humano de los retenidos no les interesó.

Triste papel el de unos medios que en Colombia traspasaron todos los límites de su función ideológica y de superestructura de la clase dominante. Es una prensa que realiza una labor degradante, de mentir, mentir y mentir, porque de la mentira algo queda.

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