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Misión en la selva del Inspector Clouseau
x Eduardo Febbro - Página/12
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París. 01/08703.- Francia pidió ayer disculpas a
Brasil por usar su territorio en un fallido intento de rescate de la
ex candidata verde colombiana Ingrid Betancourt, en manos de las FARC.
En esta nota, la crónica de una hilarante secuencia de torpezas,
mentiras y papelones. Dos presuntos guerrilleros de las FARC detenidos
por fuerzas especiales de la policía. El Amazonas iba a ser el
escenario de una confusa operación de entrega de prisioneros
a los franceses.
Agentes secretos descubiertos antes de que puedan ejecutar la misión
que se les encomendó, curas intermediarios, desmentidos, contradicciones,
faltas elementales a las reglas de la diplomacia, improvisación
y cacofonía absoluta, la historia del fallido operativo montado
por Francia para obtener la liberación de la ex candidata presidencial
colombiana Ingrid Betancourt secuestrada por la guerrilla colombiana
de las FARC desde hace 17 meses se asemeja a una película mal
hecha.
Los principales responsables del Estado francés se atragantan
cada vez que pronuncian el nombre de Ingrid Betancourt. Cuando el viernes
25 de julio la prensa reveló la existencia de una operación
organizada por los servicios secretos franceses destinada a liberar
a Ingrid Betancourt, el primer ministro dijo que no había sido
consultado “ni antes ni durante la operación”. Interrogado
por el vespertino Le Monde, el presidente Jacques Chirac calificó
de “falso ruido” la hipótesis del operativo secreto.
Según el diario francés, Chirac, que se encontraba en
Nueva Caledonia, respondió textualmente: “Una operación
semejante no se hubiese llevado a cabo sin que yo fuera informado, y
a mí nadie me informó”.
Más tarde, ante la polémica local e internacional que
suscitó el hecho, la presidencia francesa alegó con visible
molestia que había dado su “acuerdo para el envío
de un avión con material médico”. Lo cierto es que
el pasado 9 de julio “alguien” decidió que un avión
militar francés viajara a Brasil con agentes de la DGSE, los
servicios del contraespionaje francés, con la meta de “recuperar”
en la frontera entre Brasil y Colombia a la candidata ecologista secuestrada
por las FARC el 23 de febrero de 2002. La operación fue un fracaso
total, tanto más cuanto ni siquiera los brasileños habían
sido informados de los objetivos de la misión. La actitud poco
habitual de los cuatro franceses que viajaban en un avión alquilado
hacia la frontera con Colombia, en plena Amazonia, despertó las
sospechas del piloto, Cleiton de Abreu, que terminó denunciándolos
a la policía local. Los agentes franceses se hicieron descubrir
antes de poder empezar a desplegar el operativo, poniendo así
a Francia en una posición delicada. La Cancillería, la
Presidencia y el jefe de gobierno dieron versiones tan inverosímiles
como distintas del incidente.
Después de un enredo verbal interminable, el primer ministro
Jean Pierre Raffarin terminó por explicar que “la decisión
había sido tomada en total transparencia entre las diferentes
autoridades del Estado, al más alto nivel y a pedido de la familia
de Ingrid Betancourt. Enviamos un aparato militar con material médico.
Bajo la autoridad de los más altos responsables del país
se trataba de responder a un pedido de ayuda humanitaria. El envío
del avión se hizo según el grado de confidencialidad que
este tipo de misión impone”. Fue tan confidencial que ni
Brasil ni Colombia estaban al corriente. Brasil y Colombia no se privaron
de dejar en manos de Francia la responsabilidad de la rocambolesca misión.
El canciller brasileño, Celso Amorim, aclaró que “en
cuanto entendimos cuál era el objetivo de la misión y,
entre otra cosas, porque no fuimos consultados, lo cual nos impedía
preguntarle al gobierno colombiano, le pedimos al avión que dejara
el Brasil”.
Casi lo mismo dijo el gobierno de Bogotá. El vicepresidente
Francisco Santos exigió que se aclaren las cosas y que “todo
intento de este tipo realizado por un país extranjero apunte
a liberar a todos los rehenes”. Entiéndase “todos”
y no únicamente Ingrid Betancourt. La prensa brasileña
complicó aún más las cosas cuando afirmó
que París y las FARC habían negociado “bajo la mesa”
la liberación de Ingrid Betancourt. La controversia cuatripartita
–París, Bogotá, Brasilia y las FARC– obligó
al ministro francés de Relaciones Exteriores,Dominique de Villepin,
a desmentir las informaciones. Villepin negó que haya habido
“contactos” con la guerrilla colombiana. El canciller dijo
que “en ningún momento Francia tomó contacto con
la guerrilla, en ningún momento hubo intercambio. Francia se
limitó a una misión médica”.
Las declaraciones de Dominique de Villepin no aclaran sin embargo lo
esencial: cualquiera que haya sido el tipo de “misión”
decidida por Francia, París tuvo obligatoriamente que “negociar”
con algún “interlocutor” las modalidades prácticas
de la “ayuda humanitaria” que se propuso brindar.
Por lo pronto, las FARC pusieron punto final a la polémica oficial
entre los Estados. En un comunicado publicado en el portal de Internet
de la guerrilla colombiana, las FARC desmienten la existencia de un
acuerdo secreto con Francia, aseguran que “ignoran” todo
sobre este asunto, reiteran que sólo liberarán a Ingrid
Betancourt en el marco de un intercambio “global” de prisioneros
“en Colombia” y acusan al presidente colombiano Alvaro Uribe
y a los servicios secretos de su país de “haber montado
el episodio y engañado las buenas intenciones humanitarias de
los franceses”.
El comunicado de las FARC es un visible “gesto de amistad”
destinado a París. En los años en que Andrés Pastrana
presidió Colombia y durante los cuales negoció oficialmente
con las FARC, Página/12 pudo constatar que la capital francesa
era uno de las destinos predilectos de los líderes de las FARC
en Europa. Precisamente, uno de los personajes de la guerrilla colombiana
implicado en esta historia, Raúl Reyes, daba conferencias públicas
y se paseaba sin reparos por los boulevares de París. Según
varios diarios franceses y el semanario brasileño Carta Capital
–que fue el primero que ventiló la historia–, la
misión de los agentes secretos franceses consistió en
obtener la liberación de Ingrid Betancourt a cambio de un cargamento
de armas destinado a las FARC y asistencia médica para el número
dos de la guerrilla, Raúl Reyes, quien sufre de cáncer
en la próstata. El diario brasileño Extra va mucho más
lejos en sus afirmaciones. Citando a un comisario de la Policía
Federal brasileña, Extra asegura que París habría
incluso aceptado que Reyes viniera a Francia para curarse.
Sin embargo, Astrid Betancourt, la hermana de Ingrid, y Fabrice Delloye,
el primer esposo de la candidata ecologista, rechazan esa versión.
La que ofrecen a cambio es tal vez más interesante que la no
oficial. La hermana de Ingrid Betancourt confirmó que el objetivo
de los agentes secretos era efectivamente la liberación de su
hermana. Según explicó el domingo, el avión francés,
un Hércules C-130, debía traer a cuatro personas: “Un
cura, Ingrid, Clara –otra rehén– y yo. La guerrilla
nunca habló de Raúl Reyes”.
El operativo francés se inició el 9 de julio. En él
participaron agentes del contraespionaje, militares y diplomáticos.
París envió un avión Hércules C-130 con
destino a la localidad de Manaus, la capital de la Amazonia brasileña,
donde aterrizó el 9 de julio. Cuatro de los 11 ocupantes alquilaron
un avión taxi por 6000 dólares para dirigirse a Sao Paulo
de Olivença, a unos 200 kilómetros al oeste de Leticia,
la localidad donde los espera Astrid, la hermana de Ingrid Betancourt.
Según contó al diario Le Monde, Cleiton de Abreu, el piloto
del aparato alquilado, enseguida sintió que “algo no cuadraba
en la historia. Los hombres parecían nerviosos, hablaban en francés
y estaban vestidos con las botas y las mochilas típicas de los
turistas, pero yo sabía que formaban parte del grupo de pasajeros
que había llegado a bordo de un enorme avión militar francés
estacionado cerca del hangar de mi compañía. Lo único
que les interesaba saber era si el avión podía volar de
noche y si el tren de aterrizaje era resistente”. Los cuatro hombres
son el jefe adjunto del gabinete del canciller francés, un médico
y dos agentes de la DGSE. El equipo francés le dijo al piloto
que debían esperar a otras cuatro personas que llegarían
a Sao Paulo de Olivença “por el río” a más
tardaral día siguiente por la tarde. Pero Cleiton de Abreu tuvo
miedo, se enteró por otra persona de que los franceses tenían
previsto partir antes de lo pactado y de que dos de ellos habían
controlado su avión minuciosamente.
Entonces se acordó de cuando dos traficantes de droga, un colombiano
y un brasileño, intentaron secuestrar su avión en pleno
vuelo. “Me dio miedo, me dije: van a hacerme lo mismo que los
otros. Entonces, como a las cuatro de la tarde, subí a mi avión
y salí con rumbo a la ciudad vecina de Tabatinga. Un auto de
la Policía Federal me estaba esperando.”
La historia del operativo “14 de julio” termina ahí:
Abreu denunció a los pasajeros y éstos fueron arrestados
y conducidos a Manaus. Interrogados por la policía local, los
miembros del grupo se negaron a hablar. Sólo uno de ellos cometió
el error fatal. En el formulario que llenó, en vez de poner una
dirección cualquiera, en lugar de su domicilio puso el de la
sede central del contraespionaje francés, en París. El
13 de julio fueron expulsados del Brasil. El padre Pedro, el cura de
la parroquia de Sao Paulo de Olivença que negoció con
las FARC las modalidades de la liberación de Ingrid Betancourt,
se quedó sin presenciar el milagro que esperaba.
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