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Argentina: El Sindicato de los Motoqueros
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Los combativos
Es uno de los grupos más duros y jóvenes, y tiene una
afirmada costumbre contestataria que lo lleva a ser la vanguardia de
las marchas de piqueteros. El odio que les tienen “los ratis”
[policías] es apenas uno de sus problemas: prácticamente
todos trabajan en negro en una profesión de riesgo físico.
–Nos odian –dice el pibe de la moto–. Para la yuta,
nosotros somos el enemigo, un objetivo a destruir.
–¿Por qué cree que los odian? –pregunta
Página/12.
–¿Por qué va a ser? porque son ratis. Porque ellos
son policías y nosotros gente, pueblo.
Nadie dice más nada. A través de la ventana del bar llega
el ruido de una ambulancia lejana. Después, inesperadamente,
él agrega un nuevo dato: “Nos odian, además, porque
el microcentro es nuestro”. Lo dice con una pequeña sonrisa
de triunfo.
Leonardo es motoquero. El prefiere usar la palabra fletero, término
más ligado a la idea de trabajo. Los integrantes de Simeca (Sindicato
de Mensajeros y Cadetes) son un poco así: tienen una mezcla rara
de amor desmedido por las máquinas, cultura de cancha y fuerte
militancia social.
Son jóvenes, con una edad promedio de 25 años. Son sobrevivientes
de continuos accidentes: cada día en la ciudad de Buenos Aires
por lo menos un motoquero termina en el hospital. Son chicos duros,
con olor a hollín de los caños de escape. De diciembre
a hoy se convirtieron en protagonistas de la protesta en las calles.
Cualquiera que vaya a una movilización puede encontrarlos delante
de las columnas de manifestantes. En las marchas ellos son la avanzada,
los que abren paso a las columnas.
Para el gran público se hicieron conocidos el 19 y 20 de diciembre,
cuando auxiliaron a los heridos en la Plaza de Mayo, acercaron agua
a los que se ahogaban con los gases lacrimógenos, buscaron ambulancias,
alejaron a la gente de los golpes de la Federal [y fueron de los grupos
más reprimidos por la policía]. Después, todo el
mundo empezó a invitarlos a abrir sus manifestaciones, especialmente
las marchas piqueteras, las estudiantiles o de derechos humanos.
Ahora, con un equipo de abogados propio y principios organizativos
que defienden la horizontalidad y la autonomía de partidos políticos
y centrales sindicales, reclaman la personería gremial para su
sindicato.
Las agencias te explotan
Simeca agrupa a mensajeros, cadetes y personal de las agencias, como
telefonistas y administrativos. Desde el punto de vista laboral es un
sector desprotegido. Los motoqueros estiman que el 98 por ciento trabaja
en negro. Los pocos que consiguen ser blanqueados figuran en general
como empleados de comercio o vendedores. Ocurre que la actividad del
mensajero no existe como categoría legal, no está regularizada.
En el oficio se empieza de abajo, como caminante o con una bicicleta.
El siguiente paso es una moto chica (como una Zanellita) para hacer
deliveries. Después, si hay suerte, viene la máquina más
grande y el trabajo para una agencia.
“Pero en las agencias te explotan. Te tienen 10 horas por día,
estás en negro, si sufrís un accidente se borran, desconocen
toda relación, pagan lo que quieren”, resume Leonardo.
“Fijate: la nafta aumentó más del ciento por ciento
pero nuestra tarifa no se movió. En marzo del año pasado
yo ganaba 1200 pesos. En abril bajé a 600 y desde entonces estoy
ahí, sin poder recuperar ingresos. Encima las empresas nos hacen
pagar monotributo.” Por eso el que puede trata de independizarse.
El camino hasta esa independencia, se sabe, es difícil y de resultados
improbables.
En el local (prestado) de Simeca cuenta Gastón, también
motoquero: “Los primeros en intentar algún tipo de organización
fueron el Pelado y el Chino, en el ‘99. Paraban en la plazoleta
de 9 de Julio y Perón, cerca del Obelisco, y empezaron a convocar
a una asamblea”.
–¿Quiénes son el Pelado y el Chino?
–Los más viejos.
–No son tan viejos –objetan desde el fondo de la sala
–¿Cuántos años tienen? –pregunta ya
intrigado Página/12.
–Deben estar llegando a los 30 –confirma él.
–¿Después de los 30 se retiran?
–La mayoría. La espalda no lo soporta. Te duelen los ojos,
perdés la visibilidad, la audición. La moto te afecta
los riñones, las rodillas. La presión del aire sobre los
ojos te desgasta aunque te pongas casco y lentes.
Al principio el sindicato era la asamblea semanal convocada todos los
miércoles a partir de las siete de la tarde. Hicieron dos marchas
con bastante éxito, por mejoras laborales y por el libre acceso
en las autopistas. Después hubo que decidir con qué criterios
organizarse. Simeca entró en unos meses de fuertes discusiones
internas. Era un debate necesario, pero los no militantes huyeron espantados
de aburrimiento. “Así llegamos a diciembre, más
referenciados en la calle pero con asambleas a las que no quería
venir nadie.”
El 19 y 20 lo cambió todo. El miércoles 19 los motoqueros
realizaban su asamblea semanal, como de costumbre, en el local de H.I.J.O.S,
cuando se enteraron del estado de sitio y resolvieron sumarse a la protesta.
“Armamos tres grupos con unas 40 motos y salimos a recorrer los
barrios con alguna idea de convocar a ir a la Plaza de Mayo. Y cuando
por fin llegamos pensando que seríamos los primeros la plaza
ya estaba llena”, recuerda Gastón. Para ellos, la memoria
del 19 y 20 es la de un largo y único día sin interrupciones.
El jueves 20 terminó un fletero muerto: Gastón Riva. El
viernes, el sindicato convocó a una caravana de repudio y repartió
un comunicado. Con el título “Basta de robar”, decía
entre otras cosas “nos dejaron una policía descontrolada,
hiperviolenta, con rienda suelta para descargar sus frustraciones sobre
el pueblo”. En la protesta de repudio por los asesinatos, un auto
se les tiró encima. Los motoqueros lo corrieron por Diagonal
Norte y entonces se les abalanzó una decena de motos de la policía.
Con patadas y culatazos tiraron al piso a una de las motos de la protesta.
Unos metros más allá cayeron otros dos. En total hubo
5 heridos y 3 muertos motoqueros.
Autonomía y horizontalidad
Simeca tiene como principales criterios de organización la horizontalidad
y la autonomía. “Reconocemos como influencia las experiencias
de la FORA y la CGT de los Argentinos”, dicen Gastón, Leonardo
y Karina. Buscan dar forma a un sindicato de clase, sin cargos rentados,
independiente del Estado y de los poderes políticos, económicos
y religiosos, con la asamblea general de todos los afiliados como único
órgano resolutivo.
Desde diciembre la cantidad de mensajeros que se ha sumado a la organización
ha sido creciente. En el último año los motoqueros consiguieron
una rebaja del peaje del 50 por ciento en las autopistas 25 de Mayo
y Perito Moreno y la libre circulación en el microcentro, con
espacios de estacionamiento demarcados. Sus actuales puntos de reclamo
son el reconocimiento legal de la organización, una recomposición
en las tarifas (y que su valor quede atado al precio de la nafta) y
el blanqueo de los que trabajan en negro. “Hay, por otra parte,
unas serie de proyectos abiertos”, dice Karina. “Tener casa
propia, organizar un comedor, un taller de motos y bicicletas y una
mutual con obra social y farmacia. El criterio es que el comedor sea
no solamente barato para nosotros sino también para todo el barrio
donde se instale”. Para el 20 de diciembre convocaron a un paro
del sector. Será el primer cese de actividades de los motoqueros.
Laura Vales - Página/12
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