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La ocupación imperialista de Irak y el
aborto de una guerra de liberación nacional antiimperialista
x Nicolás Miranda, integrante de Clase Contra
Clase (Chile), Fracción Trotskista - Estrategia
internacional. Especial para Partes de Guerra.
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Decisivo triunfo militar de Estados Unidos
La ocupación de Bagdad por las tropas imperialistas de Estados
Unidos (EUA), ha sorprendido al mundo entero, incluido el mando militar
de EUA, tanto por su velocidad, como por la casi nula resistencia que
encontraron. Todos los análisis previos, también los que
hicimos desde estas páginas, en cuanto a que la guerra se extendería
en el tiempo (algunos decían que duraría varios meses),
o en cuanto a que los invasores imperialistas encontrarían una
fuerte resistencia, fueron contundentemente desmentidos por los hechos.
Creemos que las previsiones no respondían a una campaña
propagandística imperialista para justificar, por ejemplo, la
multiplicación de los "errores" que causaron la muerte
de miles de civiles, o el uso de bombas de racimo y uranio empobrecido,
ante una guerra de una extrema dureza. Tampoco respondió a un
voluntarismo izquierdista de algún tipo con una ilusoria confianza
en la resistencia popular. Se basó en hechos objetivos que se
manifestaron como elementos de guerra de liberación nacional,
parciales y dispersos, en estos 21 días que demoró la
guerra hasta la toma de Bagdad. Probablemente continúen algunas
escaramuzas militares. Al momento de escribir estas líneas, hay
algunos combates al Norte de Irak y un nuevo atacante suicida se hizo
estallar en Bagdad. Sin embargo, creemos que no cambiará el balance
estratégico de las fuerzas. Esta guerra había provocado
que se despertara un movimiento de masas que en las calles expresó
objetivamente su antiimperialismo, las masas árabes esperaban
ver derrotado a su más odiado enemigo, los pueblos del mundo
esperaban terminar encontrándose con la mayor potencia imperialista
debilitada y, en el mejor de los casos, derrotada.
Esta esperanza de muchos, esta lucha de muchos otros, fue súbitamente
anulada. Los elementos de guerra de liberación nacional que parcial
y dispersamente se manifestaron, que expresaba las potencialidades latentes
objetivas de la guerra en curso, fueron abortados. ¿Qué
fue lo que sucedió? Por el momento, son mayores las interrogantes
que las afirmaciones. Mientras tanto, los buitres de la carroña
que el imperialismo deja a su vera, están de fiesta.
La "flexibilidad" del mando militar estadounidense
Los planes originales del invasor imperialista habían previsto
una fuerte resistencia armada de las milicias y de todo el pueblo de
Bagdad, en el que aquellas se apoyarían, más la consideración
de que las ciudades del Sur de Irak no estaban aún bajo su control
y que miles de milicianos estaba distribuidos en aquella región
del país, manteniendo la situación de vulnerabilidad de
sus columnas de abastecimientos, también que aún no habían
logrado abrir un segundo frente Norte. Todo esto había obligado
a una definición más bien cautelosa dentro de una serie
de alternativas, aunque dentro de una ofensiva permanente, donde la
clave era tratar de evitar una guerra de guerrillas urbana, aunque se
estuvieran preparando para ello.
Sin embargo, evaluaron que las tres semanas de ataques aéreos
y terrestres y el rápido avance de las fuerzas terrestres, hicieron
bajar la guardia de la defensa de Bagdad. Concluyeron que había
fuertes fallas en el mando irakí que lo haría incapaz
para una defensa urbana. Y redefinieron un plan más audaz. Encontraron
la medida de todo esto en la débil resistencia que encontraron
en su entrada del día sábado.
Apenas tres días después, el martes, hacen una nueva incursión
en Bagdad. El miércoles, ya se tomaron el centro, y es derribada
la estatua de Saddam, incitados por las tropas estadounidenses que desde
los portavoces de sus blindados llamaban a derribarla.
Los propagandistas imperialistas están regocijados. El diario
imperialista The New York Times (NYT) habla de la flexibilidad de los
mandos estadounidenses para cambiar de táctica de acuerdo a las
circunstancias. Y señalan 7 ocasiones, en tan sólo 21
días: 1) tuvieron que comenzar la guerra sin que se pudiera abrir
el Frente Norte, como estaba planeado. 2) tuvieron que comenzar la guerra
con menos tropas que las planeadas. 3) se vieron obligados a adelantar
la fecha de la invasión terrestre. 4) encontraron resistencia
que no esperaban en el Sur (viéndose obligados a dejar de lado
la decisión de sobrepasar las ciudades para llegar a Bagdad,
teniendo que contemplar combatir en ellas). Ya alrededor de Bagdad,
hubo nuevas modificaciones: 5) el plan original contemplaba dos días
preparatorios con ataque aéreos masivos y una campaña
psicológica de propaganda, 9 horas antes que comenzara la campaña
aérea, entraron a Bagdad. 6) Nuevamente hubo un cambio, cuando
Washington ordena bombardeos específicos para matar a Saddam
y su mando. No resultó exitoso, y temen una contundente resistencia
irakí. 7) Ante esto, adelantaron el ataque terrestre (con 100
mil hombres), para ganar por sorpresa, y en baso a las constataciones
que más arriba señalamos.
Creemos que más que una admirable flexibilidad para el mando,
que de todas maneras no negamos que la puedan tener, respondía
a que, como señalamos en otro artículo, no había
una definición estratégica de combate del mando militar
estadounidense frente a los elementos de guerra de guerrillas urbana
que esperaban encontrar y querían evitar. La mejor ayuda que
encontraron, fue el aborto de las potencialidades latentes objetivas
de desarrollar una guerra de liberación nacional antiimperialista
por parte del mando irakí.
Y todos se vieron sorprendidos. Otro diario imperialista, el International
Herald Tribune (IHT), señaló que "la mayor sorpresa
es lo que no pasó", y enumera: los pozos petroleros no fueron
incendiados, las represas y diques no fueron dinamitados, los puentes
no fueron saboteados, las armas químicas no fueron usadas, el
combate urbano callejero terminó más pronto que lo esperado,
las manifestaciones de masas de los países árabes pudieron
ser contenidas. Y del lado imperialista, que las bajas estadounidenses
fueron bajísimas, el segundo frente Norte no pudo ser abierto,
los trucos no entraron al Norte de Irak, los miles de refugiados que
esperaban no aparecieron. Y lo explican por el rápido y potente
ataque. Creemos que naturalmente fue un factor importante, pero creemos
que no el decisivo.
Todos estos elementos, tantas sorpresas y tantos cambios de tácticas,
no muestran tanto la capacidad, la flexibilidad del invasor imperialista,
como el aborto de lo único que podría haber derrotado
la guerra imperialista: su transformación en una guerra de liberación
nacional antiimperialista, abortada por la dirección burguesa,
laica y clerical.
De todas maneras, muchos buitres se alimentan de la carroña que
EUA deja a su paso. Y no hablamos de los monopolios imperialistas que
se beneficiarán directamente de la ocupación de Irak,
muchos con funcionarios y ex funcionarios del Estado yanqui. Nos referimos
a aquellos propagandistas, periodistas que se horrorizan de las atrocidades
imperialistas, pero lo ven como un amo invencible, donde todo estaría
maquiavélicamente calculado. Es el caso del diario argentino
Página 12, que en uno de sus artículos dice que las 120
mil tropas de la 4º División del Ejército invasor
estadounidense que estaban en camino, no eran en realidad para la guerra
en curso que avistaban como difícil de vencer, si no que estaba
calculado para la posguerra, en la que necesitarán una fuerte
presencia militar por los riesgos que se avecinan, inherentes a la ocupación
de un país. Transforman las debilidades imperialistas en fortalezas,
convirtiéndolo en algo odiado por supuesto, pero indestructible.
Casi tanto como su servilismo.
El aborto de una guerra de liberación nacional antiimperialista
Los breves días de la guerra en curso, permitieron que se manifestaran
elementos de las potencialidades latentes objetivas de la transformación
de una guerra de invasión imperialista en una guerra de liberación
nacional antiimperialista, que podría desplegarse como una insurrección
de un pueblo armado contra el régimen burgués del Baath.
Entre estos elementos objetivos, estuvieron el desarrollo de una guerra
de guerrillas urbana, que para realizarse necesariamente tenía
que sostenerse en un pueblo resistiendo al invasor; la resistencia de
los pueblos de varias ciudades, incluidos sus sectores chiítas
(mostrando que aún un pueblo divido en etnias diferentes podría
unificarse contra el invasor para después resolver aquellas divisiones);
la entrada de miles de combatientes árabes para luchar contra
el imperialismo; la entrada de miles de irakíes exiliados opositores
al Baath para combatir; los campos de refugiados vacíos; el armamento
de una parte importante de la población, al menos de Bagdad,
donde los periodistas dicen hoy mismo que cada persona tiene un arma
en su poder; los relatos de los soldados estadounidenses que hablaban
de la sorprendente ferocidad y fanatismo de los combatientes irakíes,
que aún sabiendo perdida la batalla combatían hasta morir.
Esta decisión de combatir hasta morir creemos que es un elemento
importante que mostraba la voluntad de una lucha nacional contra el
invasor imperialista.
Es un hecho que no sucedió. Pero creemos que es inadecuado pretender
demostrar por la prueba en contrario que nada de aquello estaba planteado.
Creemos que debemos tratar de explorar las causas más profundas
que determinaron este resultado. No se trata de encontrar un consuelo,
se trata de reafirmar las posibilidades de los pueblos oprimidos de
luchar contra el imperialismo y derrotarlo, algo que hasta hace poco
tiempo atrás no estaba en los análisis de nadie, más
que como rescates históricos de viejas luchas de décadas
anteriores (mucho se habló de Stalingrado y Vietnam, por ejemplo).
Es cierto que más son las interrogantes que las posibles afirmaciones,
el diario IHT más arriba citado se preguntaba por todo lo que
no sucedió: por qué no se volaron los puentes, por qué
no hubo resistencia urbana, por qué no se quemaron los pozos
petrolíferos, etc.
Desde estas páginas planteamos que la transformación de
una guerra de invasión imperialista en guerra de liberación
nacional, requería una decisión política que centralizara
y orientara los elementos que objetivamente se manifestaban, la voluntad
de lucha y resistencia del pueblo irakí y los pueblos árabes.
Señalamos que los pasos que estaban dando las direcciones burguesas,
las laicas del Baath y las musulmanas de los dirigentes religiosos como
el ayatollah Al Sistani, debilitaban esa voluntad de resistencia, efectividad
de la dirección burguesa acrecentada no sólo por años
de opresión, represión y desorganización del pueblo
trabajador irakí, si no también por el cerco imperialista
a las ciudades, con sus secuelas de hambre, falta de agua, de luz, de
medicinas (y que fue tal vez la más efectiva arma militar), que
debilitan la voluntad de resistencia de un pueblo, más aún
en estas condiciones políticas. Y planteamos que el tiempo sería
decisivo para ver si el pueblo irakí dispondría de él
para poder avanzar a organizarse para la resistencia, debilitando a
esas direcciones burguesas. No lo tuvo. Creemos que los mandos militares
imperialistas pudieron percibir la misma situación, desde el
terreno militar: no había que dar tiempo a que se organice la
resistencia, una vez comprobada, con su entrada el sábado, que
la resistencia fue menor.
Un oficial de la Guardia Republicana le expresó a su familia
el mismo martes que abandonaba el combate, alegando que: "no había
nadie que diera las órdenes y hace días que estaban sin
teléfono, electricidad ni agua", según una crónica
de La Tercera. Y ninguna resistencia popular podría plantearse
si las fuerzas armadas, regulares o irregulares, abandonaban el combate.
La guerra de liberación nacional antiimperialista, que se planteó
como una posibilidad latente objetiva, fue abortada por la dirección
del régimen burgués del Baath y las direcciones burguesas
clericales. La desaparición de los mandos militares y políticos
irakíes, los rumores de negociaciones para el exilio, son una
prueba contundente de esto. Los trabajadores y los pueblos del mundo,
deben sacar todas las conclusiones de esta situación.
Más allá de escaramuzas parciales que pueda haber en lo
inmediato, ya EUA ganó estratégicamente la guerra. Muchos
dicen que es apenas el inicio de sus problemas.
¿Una nueva potencia colonial?
Creemos que es cierto. Aquí comienza una nueva fase donde se
plantearán nuevos problemas que ya vienen larvadamente manifestándose.
Entre ellos, las diferencias entre el Pentágono y el Departamento
de Estado, sobre cómo reconstruir Irak, quién se quedará
con el botín (si los monopolios ligados al Pentágono o
al Departamento de Estado); las diferencias entre los monopolios europeos
que quieren cobijarse en una administración ONU, y los monopolios
de EUA e Inglaterra que quieren una administración directa y
un futuro gobierno títere; las amenazas a los países árabes
vecinos que puedan desestabilizar la región. Y un largo etcétera.
Creemos que es cierto, sí. Pero que en lo inmediato son contradicciones
que se basan en un triunfo militar, suave, pero triunfo militar al fin.
Y que su más grande triunfo, en lo inmediato, fue el impacto
desmoralizador sobre las masas árabes. ¿Abrirá
una situación reaccionaria? Creemos que no, aunque seguramente
haya un primer momento en que se dé vía libre a la reacción
y sus efectos. Pero es cierto que las contradicciones estratégicas
no están resueltas, el nuevo reparto del mundo que busca EUA
en su beneficio, alentado por una crisis económica de magnitud
cada vez más difícil de contener, no se soluciona con
este triunfo militar. En esto, ni la prensa burguesa disiente, más
allá de su insultante entusiasmo de fieles sirvientes.
Muchos opinan que EUA se está transformando en una nueva potencia
colonial, que dejará una administración y tropas, al viejo
estilo de las potencias coloniales inglesas o francesas. Y que se preparan,
por ejemplo, para ir por China, preparando un futuro de dominio imperialista
sostenido en sus armas, que sólo deja lugar para la desesperanza.
No lo creemos la perspectiva más probable. El objetivo estratégico
que es el de reafirmar la hegemonía imperialista de EUA no está
asegurado, y más allá del encandilamiento aventurerista
de una burguesía imperialista en declive, de una potencia imperialista
débil estratégicamente, no opaca del todo la conciencia
de esa debilidad estratégica. Por otra parte, creemos que en
estos días se ha podido ver que el verdugo vuelve a estar en
el umbral.
10/04/03
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