Irak: Otro día, otra trampa mortal para Estados Unidos

Articulo del reportero y columnista Robert Fisk. Publicado por el diario The Independent el 19 de Septiembre 2003

El Humvee (Jeep) americano ha ardido, las tropas de transporte estadounidenses han sido destruidas por cohetes y el camión iraquí – acribillado por las balas americanas después del ataque – todavía esta ardiendo en la reserva central.

“ Yo vi los americanos volar por el aire, salieron volando por arriba”, dijo un mecánico iraquí con una lámpara de aceite en su garaje – no, pensé, con cierta satisfacción. “ Los americanos heridos estaban en la carretera llorando y gritando”.

Las autoridades de Estados Unidos en Irak solo reportan sus propias muertes, nunca aquellas de iraquíes – reconociendo tres soldados estadounidenses muertos. Podría haber hasta ocho muertos, sin contar los heridos. Varios iraquíes decían haber visto brazos y piernas y restos de uniformes dispersos en la carretera.

Podría bien resultar siendo la emboscada más costosa los americanos han sufrido desde que ocuparon Irak – y esto precisamente en el día que George Bush admitía por primera vez que no existía un vínculo entre Saddam Hussein y el asalto a los Estados Unidos del 11 de Septiembre. Y en tanto los tanques americanos Abrams se revolvían bajo el negro asfalto de la carretera en las afueras de Khaldiya anoche – los vulnerables jeeps Humvee ya no se veían más en la ciudad – las implicaciones exactas de la emboscada se hicieron más claras.

Hubo tres emboscadas diferentes en Khaldiya y las guerrillas mostraron una nueva sofisticación. Incluso después que dejé la escena de los asesinatos ya de noche, las luces de bengala del ejército estadounidense llovían sobre el plano semidesértico 100 millas al occidente de Bagdad mientras una señal de fuego rojo corría a través del horizonte detrás de las palmeras. Podría haber sido una escena de una película de Vietnam, incluso un recorte del archivo de un documental; por que este es ahora un país duro de guerrillas letales para los americanos, una trampa mortal para ellos casi a diario.

Como de costumbre, los voceros del ejército americano “no tenían información” sobre este extraordinaria emboscada. Pero los iraquíes allí presentes daban un espeluznante recuento del ataque. Una bomba – aparentemente enterrada bajo la carretera principal de la reserva central – explotó al lado de un camión americano que transportaba al menos diez soldados estadounidenses y, casi inmediatamente, una granada de cohete alcanzó un jeep Humvee que llevaba tres soldados detrás del camión.

“Los americanos abrieron fuego contra todos los iraquíes que pudieron ver – a todos nosotros”, dijo Yahyia, un iraquí conductor de camión. “ A ellos no les importa los iraquíes.” Lo huecos de las balas muestran que las tropas estadounidenses dispararon al menos 22 veces al camión iraquí que iba detrás de sus vehículos cuando el mundo explotó a su al rededor.

Las casuchas de barro de las familias iraquíes pobres que viven en el terraplén de 30 pies de alto sobre la carretera fueron castigadas con fuego de rifles americanos. Las guerrillas – es de notar, los vecinos las llaman Mujahedines, “guerreros sagrados” –dispararon luego granadas de cohete a los vehículos del convoy americano que no habían sufrido daños cuando trataban de escapar. A un cuarto de milla abajo de la carretera – nuevamente desde el alto del terraplén– mas granadas fueron lanzadas a los americanos.

Nuevamente, de acuerdo a los musulmanes sunnitas de esta tradicional ciudad pro-Saddam, los americanos devolvieron el fuego, esta vez disparando contra una multitud de gente inocente que habían abandonado sus casas por el sonido de disparos. Varios, incluyendo el conductor del camión que fue alcanzado por los americanos después del bombardeo inicial, fueron heridos y llevados al hospital de la ciudad mas cercana al occidente, Ramadi, para ser atendidos.

“ Ellos abrieron fuego al azar contra nosotros, fuego pesado” decía Adel, el mecánico de la lámpara de aceite. “ No les importamos. No les importa el pueblo iraquí, y vamos a tener que sufrir esto otra vez. Pero le digo que van a sufrir por lo que nos hicieron hoy. Van a pagar el precio con sangre.”

Jamel, un dueño de tienda que vio el combate, insistía – y en Irak, es lo que la gente cree que gobierna las emociones, no necesariamente la realidad – que 60 americanos fueron muertos o heridos en un ataque con morteros a la anterior base aérea iraquí (anterior base aérea de la Fuerza Aérea Real, inglesa) en Habbaniyeh la semana pasada. No es cierto, por supuesto. Pero mientras hablábamos, fuego de morteros retumbaba allí en Habbaniyeh, sus detonaciones iluminaban la oscuridad mientras las explosiones hacían vibrar el suelo bajo nuestros pies. Era una guerra de guerrillas en una escala coordinada, planeada y entrenada con tiempo. Llevar a cabo incluso la emboscada de ayer requería considerable planificación, un equipo de al menos 20 hombres y la habilidad para escoger el mejor terreno para la emboscada.

Es exactamente lo que los iraquíes hicieron. El terraplén sobre la carretera les daba a los hombres armados cubrimiento y media milla de amplia visibilidad sobre el convoy estadounidense. Tuvieron que haber sabido que los americanos abrirían fuego contra todo lo que se moviera tras el ataque – de hecho, las guerrillas probablemente confiaban que lo harían – y multitudes enfurecidas en la ciudad de Khaldiya protestaban anoche que 20 civiles iraquíes habían sido heridos.

Hace seis días, soldados americanos mataron ocho policías iraquíes entrenados por ellos mismos y un guardia de un hospital jordano a 14 millas de Fallujah, insistiendo en un comienzo que “no tenían información” sobre los disparos, y luego disculpándose – pero sin ofrecer la más mínima explicación sobre los asesinatos. Algunos iraquíes en Khaldiya sugirieron que la emboscada de ayer podría haber sido un ataque en venganza por la matanza de los policías. Cierto o falso, es lo que las guerrillas podrían bien reivindicar. ¿Siguen, muchos iraquíes se preguntan, el juicio político del presidente Bush y del primer ministro Blair? ¿Estaba el ataque devastador programado para coincidir con el creciente embarazo del señor Bush sobre las falsas afirmaciones de que Irak poseía armas de destrucción masiva? Poco probable. Pero ayer el ex-inspector de armas de las Naciones Unidas Hans Blix condenaba la “cultura de los portavoces de los gobiernos, la cultura de las campañas orquestadas” – en referencia a la exageración anglo-americana de que Saddam Hussein era una amenaza para el mundo – algunas de sus palabras podrían haber tenido eco en Irak. “En la Edad Media,” decía el senor Blix, “cuando la gente estaba convencida de que existían brujas, ciertamente las encontraban.”

Ahora el señor Bush esta convencido que esta combatiendo una extensa red “terrorista” internacional y que sus agentes están acercándose a la batalla final en Irak. Y los mujajedines iraquíes están dispuestos a convertir las fantasías del presidente americano en realidad.

No pude menos que notar el graffiti en una pared en Fallujah. Estaba escrito en Árabe, por una mano cuidadosa y precisa, por alguien que se había tomado su tiempo para lanzar una amenaza real. “Aquel que de la más mínima ayuda a los americanos”, decía el graffiti, “ es un traidor y un colaborador.”

Traducción para Rebelión, La Haine y Znet por Oto Higuita: Licenciado en Historia Economica de la Universidad de Estocolmo. Actualmente asistente bibliotecario del King’s College London.

 
       

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