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El pañuelo blanco estuvo presente en Génova contra el G-8

Por Luis Borri, desde Génova

Invitada por el Genoa Social Forum (sigla que coordina más de 600 organizaciones politicas y sociales italianas), Hebe Bonafini participó de los actos y manifestaciones convocadas en Génova para repudiar el vértice de los G-8.

Desde su llegada, el miércoles 18 de julio, la Presidente de la Asociación Madres de Plaza de Mayo desplegó una intensa actividad, que incluyó entrevistas a diversos medios periodísticos presentes en el área destinada por el Genoa Social Forum (Gsf) a encuentros, debates y conciertos. Al mediodía, en un clima de gran expectativa, tuvo lugar la primera conferencia de prensa convocada para la presentación de personalidades y representantes de diferentes organizaciones y movimientos que poco a poco comenzaban a afluir e Génova.

Tras el discurso de José Bové, líder de los campesinos franceses, Hebe de Bonafini sintetizó los 24 años de lucha de las Madres, subrayando que llegaba a Génova para repudiar a los miembros del G-8 “los mismos asesinos que secuestraron a nuestros hijos para imponer este modelo económico perverso”. En la noche del mismo día participó a una mesa redonda intitulada “Derechos humanos y civiles”.

En su discurso, Hebe describió las diversas etapas del largo camino de impunidad impuesto por los sucesivos gobiernos post-dictatoriales y que se enmarca hoy en una grave crisis económica, política y social que pone al país al borde de la bancarrota. De aquí su fuerte crítica a quienes ensalzan la democracia en abstracto ignorando que, salvo la luminosa excepción cubana, en América Latina y en tantos otros países la democracia real no existe. “Democracia no es sólo votar, democracia significa libertad, justicia, trabajo, salud y educación para todos y esto no es posible bajo el capitalismo. Y si para ser democráticos tenemos que ser buenos y estar callados, entonces la democracia no sirve”. Citó el ejemplo de lucha de tantos movimentos latinoamericanos como el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, las FARC en Colombia, y también el de los piqueteros de Salta.

La jornada siguiente estuvo dedicada a la realización de la primera gran manifestación contra las políticas de los G-8 en materia de inmigración. Las previsiones más optimistas de los propios organizadores del Gsf anunciaban la presencia de 20.000 personas. Sin embargo, detrás de la consigna “Todos somos clandestinos” marcharon más de 60.000 manifestantes, intercalando denuncias con bailes y cantos de todas las latitudes. Los diversos grupos referidos a Latinoamérica marcharon encabezados por Hebe quien, junto a compañeros de los grupos de apoyo europeos y otras personas, se encaminaron portando un cartel con la consigna “La única lucha que se pierde es la que se abandona”. En la noche y a pesar de la lluvia, una multitud asistió al concierto de Manu Chao, con quien Hebe sostuvo un breve pero cariñoso encuentro.

Difícil imaginar hasta qué punto el multitudinario clima de lucha, de debate y también de alegría que caracterizó las primeras jornadas anti G-8, se transformó en los días siguientes en un infernal escenario de represión policial. Miles de imágenes han recorrido el mundo entero testimoniando una tragedia que todavía no tiene saldo definitivo pero que ya suma más de 700 heridos, algunos de ellos graves, 300 arrestos, y sobre todo el asesinato del jóven genovés Carlo Giuliani, caído bajo las balas de un carabinero.

Sin dudas, el gran suceso de la marcha del jueves y el temor de la llegada a Génova de muchos más participantes a la manifestación conclusiva del sábado, indujo el gobierno a desencadenar la represión y el accionar de grupos de provocadores en la jornada del viernes 20, aprovechando la realización de las llamadas “plazas temáticas de repudio al G-8” anunciadas por el Genoa Social Forum. En síntesis se trataba de asediar con la presencia de miles de manifestantes la “zona roja”, esa grotesca fortificación kilométrica alzada para que los potentes de la Tierra pudieran seguir decidendo sobre la vida y la muerte de toda la humanidad sin las molestas muestras de repudio de las miles de personas que arribaron a Génova. Difícil abatir rejas de 4 metros de altura soldadas y ancladas a grandes bloques de cemento; sin embargo y más allá del efecto coreográfico de por sí contundente, resultó de grande valencia política, ejemplo multiplicador y didáctico del “se puede y se debe”, la presencia contemporánea en diferentes puntos del perímetro de grupos compuestos por centenares de manifestantes que se alternaban con otros sucesivamente llegados, y que durante horas prolongaron un único estruendo de gritos, consignas y canciones revolucionarias, todo ritmado por el rasguido permanente de las bocas de botellas de plástico contra el enrejado de la vergüenza.

Fue en esos momentos que en algunas zonas de la ciudad, grupos de provocadores perfectamente sincronizados con las fuerzas de la policía y de los carabineros, comenzaron a incendiar y destruir todo lo que encontraban a su paso. Esa fue la señal que esperaban los uniformados, hasta ahí inoperantes, para reprimir ferozmente a los manifestantes que se acercaban o alejaban de la zona roja. Allí resultó evidente la diferencia entre el accionar de los grupos de provocadores que inclusive atacaron a las columnas en marcha, y la resistencia de los manifestantes que con palos, piedras y objetos contundentes rechazaban las cargas de la policía. Fue en esas circunstancias que cayó asesinado el jóven Carlo Giuliani.

Particularmente tensa resultó la asamblea realizada en el predio del Gsf al final de la jornada. En esa oportunidad, también tomó la palabra Hebe para denunciar la represión, y señaló que no obstante la violencia de la policía estaba orgullosa de que miles de jóvenes del primer mundo hubieran manifestado una gran voluntad de lucha participando al asedio de la zona roja. “Hoy ya hemos atravesado las rejas. Mis hijos están presentes aquí”, concluyó.

A pesar de los insistentes llamados de algunos sectores a no participar a la manifestación conclusiva del sábado (comenzando por el mismo Presidente de la República que invitó a los italianos a repudiar toda forma de violencia y a quedarse en casa, hasta la vergonzosa declaración del secretario del partido democrático de izquierda que adujo “faltas de garantías” para manifestar), miles y miles de personas siguieron llegando a Génova. Fue así que la afluencia prevista se redobló, convirtiendo al evento en el más grande acto político de las últimas décadas en Italia: 300.000 personas.

Durante el trayecto hacia la Plaza Ferraris, el tronco de la manifestación fue cortado en varios puntos por obra de provocadores y de nuevas cargas de la policía. Varias columnas fueron atacadas con gases lacrimógenos y blindados, viéndose forzadas a retornar hacia los ómnibus en que habían llegado. Muchas personas que tentaban acercarse por calles laterales o que simplemente escapaban aterrorizadas, fueron salvajemente golpeadas y detenidas.

No obstante ello, la plaza y las zonas adyacentes se encontraron rápidamente colmadas. Invitada por el portavoz del Genoa Social Forum y tras la intervención de algunos oradores, entre ellos el alcalde de la ciudad de Porto Alegre, volvió a hacer uso de la palabra Hebe Bonafini. Su discurso fue breve, vibrante, claro, hasta el punto de no necesitar traducción: “Carlo no está muerto. Está presente entre nostros, entre todos estos jóvenes decididos a luchar. Debemos continuar la lucha cada hora, cada minuto, cada segundo de nuestra vida para ponerla al servicio de los otros. Por eso, hoy más que nunca, ¡ni un paso atrás!”.

Madres de Plaza de Mayo

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