Principal
España | País Vasco | Internacional
Pensamiento autónomo
Antimúsica
La haine
Buscar
Internacional

Parte de guerra desde mi esquina
Alejandro
Indymedia Argentina

Buenos Aires, Argentina.- Así viví yo la batalla y decidí tomarme un tiempo para escribirlo. Espero que muchos hagan lo mismo y que entre todos podamos ir reconstruyendo los hechos, para tenerlos guardados en la memoria y aprender de ellos en cada uno de sus momentos.

- Flaquito, sabés lo que pasa, hace 30 años que esperaba esto.

No lo podía creer, y sin embargo no estaba soñando. Era mi vecino, ese que se sentaba en la vereda todos los días y que nunca se sabía si había que saludar o no. Y ahora ahí está, dirigiendo el piquete de la esquina, sí; de la esquina de mi casa. El tipo, de tanto sentarse ahí, se conoce todos los movimientos del barrio, y ahora con la mirada abarca a todos los vecinos para saber si cuando llegue la cana la gente aguanta o conviene una retirada táctica. Es, parece, un viejo militante de los 70, que rumió la dictadura hasta el día de hoy, cuando sintió el olor de la batalla. Tal vez por eso habla poco, pero los pibes- rebeldes si los hay- lo respetan y esuchan con atención cada una de sus palabras.

Así comenzó todo en mi barrio, y todavía no termina. Hoy el vecino volvió para saludarme por las navidades y me trajo sus relatos, mezcla de dolor y de alegría. Me enteré que era monto, y que su hija, desde hace poco, también militaba.

No se trata más que de una historia pequeña y particular, pero de seguro se repite en muchas casas; me sorprendió el lenguaje de padres de familia, con aparecia de oficinistas, hablando con palabras panfletarias, con palabras que hacía años no escuchaba en el imaginario de las personas que todos los días trato.

El arte, dicen, no es buena amiga de las insurrecciones; y así lo comprobó mi cámara, que soló sacó fotos victoriosas mientras avanzábamos y mostró algo de desorden en el encuadre en cada retirada. El periodismo, según algunos "la mas plebeya de las artes", tampoco encuentra allí su mejor elemento; en medio de las barricadas, uno solo tiene el punto de vista de su puesto, y no puede darse el lujo intelectual de sobrevolar el campo de batalla, para tener una visión global de los hechos.

Si el método tradicional sigue funcionando, conviene después esperar un poco, y con los retazos de los relatos parciales de confianza ir armando el lienzo de los hechos, para poder definirlos en toda su extensión.

Bajamos por el autopista, vengo en un remis para llegar rápido y no perderme más nada. Desde arriba se ven columnas de humo, y eso sumado a los relatos radiales ya emociona. "Corren rumores de la renuncia de De la Rua, vamos en directo desde el movil del Obelisco". El remisero -que desconfiado me quiere llevar solamente hasta Santa Fe, termina frenando por primera vez sobre Av. Córdoba, tan solo para decidirse a hacer otra cuadra. Me dice "cuidate pibe", y su despedida fue un apretón de manos, como diciéndome que me estimaba.

Recuerdo entonces una vieja anécdota de los revolucionarios exiliados en Francia; "cuando los porteros de París dejan de ser delatores, hay una situación revolucionaria". Los taxistas y remiseros definitivamente son mis porteros pariciencies.

Corro las últimas dos cuadras y lleguo justo para una avanzada. Nos metemos dos cuadras por diagonal norte, hasta que levantamos con vallas una improvisada barricada. Las piedras contra el hidránte y las motos.

Avanzamos, lentos pero seguros, hasta que alguien viene de la otra cuadra avisando que nos largaron a la montada. Vienen rápido, haciéndose escuchar golpeando contra el piso los cascos de los caballos, pero sin tirar nada. De todas formas, le dan espacio a los de las motos para que se formen, y bueno, vamos otra vez por la retirada.

Evaluamos luego, café de por medio, que la montada había sido la parte más brava de la policía; los caballos, método represivo arcaico, siguen jugando un rol importante contra la barricada, y aprender a volvearlos es una tradición que la lucha en las calles tendrá que ver, tarde o temprano, nuevamente recuperada.

Quedé atrapado con un grupo en una calle lateral (para mi propia historia quedará el olvido del nombre de esa calle. minucias que en ese momento nadie pregunta) hasta que nos reunimos con el otro grupo para emprender una ordenanda retirada.

Nos reagrupamos. Estabamos todos juntos; trabajadores, estudiantes, oficinistas y desocupados, pasando por jóvenes sueltos, hasta las columnas del PTS, formada en escuadras, y Convergencia Socialista, que avanzaban y retrocedian juntas y organizadas.

Allí combatimos por algunas horas, hasta que el sol comienza a apagarse y la noticia de que De la Rúa renunció distiende un poco los ánimos. Todo el interregno es una suseción de avances y retrocesos, de combates parciales en que parecían retroceder, y pareciamos desbordarlos y en los que los refuerzos los salvaban de nuestra furia.

Aparece una molotov (ovación compartida; pega contra el hidrante). Las columnas dicen ¡vamos ahora!, y nada, demasiados gases, ¡todo el mundo cuerpo a tierra!, esquivamos el humo tóxico e improvisados caudillos dirigen nuestra avanzada. Atrás miles de personas nos cubren la retaguardia.

Hermoso. Recuperar, como reflejan varios articulos esta semana, las palabras "combate" y "batalla", es tan gratificante y tan intenso como tirar abajo un presidente.

Otro setentista: ponete vinagre, que es mejor que el limón. El fotográfo, con el que tantas veces nos cruzamos sin hablar, me trata como si fuera mi amigo de toda la vida, curándome las heridas momentaneas que me deja la tercera granada de gas que tiran muy cerca de mi cuerpo, y que me dejá fuera del terreno por un rato.

Entonces, ir atrás, tomar agua, aire, fumar un pucho (¿podés fumar con tanto humo?, me preguntan) y volver otra vez a la carga.

Allá atrás arde OCA. Y aquí me detengo, para sentarme un rato en la mesa de Navidad.

Mi viejo dice que estaba muy bien, pero que era una lástima por las cartas; el le mandó una a su amigo en españa, y tiene miedo de que esté ahí quemada.

Le explico que las revoluciones no son prolijas, que se cometen muchas -pequeñas y grandes- injusticias, pero que eso no empaña lo central de las cosas. Imaginate, le digo, que con tantas energías desatadas ¿como no va a haber desorden, como no van a pasar cosas poco pensadas?. Le sacamos fotos, hacemos chistes. También pierden Mc Donals, Afga y una Aerolinea que nos regala sus sillones para hacer una enorme fogata. "Sacale a la gente, mirá todos los que somos". Por un rato los combatientes dirigen mi cámara. Me gusta eso; ellos quieren pintar con sus propios ojos el desarrollo de la batalla.

Bueno, me voy, nos vamos. Un taxi me lleva por las calles de Buenos Aires. No se puede hablar de otra cosa, así que el taxista relojea por el espejito y habla.

- ¿Le dieron mucho?.

- Muchísimo, con un caño.

- Tiraron balas de plomo, mataron a unos cuantos.

- Y si, yo hoy me tomé el palo, pero ayer le crucé el coche a los milicos para que no les peguen a unos pibes. Le dije a la pasajera que se me había quedado, que no sabía que era lo que pasaba. Me dijo está bien, esperá que los milicos se vayan.

Y bueno, la teoría de los porteros de París y el agregado de los taxistas definitivamente funciona. No hicimos un revolución, pero era algo parecido a esos viejos humores franceses lo que se respiraba.

Principal | España | País Vasco | Internacional | Pensamiento autónomo | Antimúsica
Alizia Stürtze
| Reconstruyamos la historia |
La prensa al servicio del neoliberalismo
Kolectivo La Haine