|
Nuevo ascenso en la lucha de clases en Perú
|
x Lukas Neissl
El Militante
Mientras que las llamas de la revolución recorren Argentina
y Venezuela y los resultados electorales de Brasil e Ecuador son indicaciones
de una nueva etapa histórica en el continente de América
Latina, el Perú experimenta un nuevo ascenso en la lucha de clases.
Este país, tierra de uno de los más poderosos movimientos
de izquierda, se está despertando nuevamente. Desde la caída
de la dictadura de Alberto Fujimori en el año 2000 y la elección
de Alejandro Toledo como presidente de la República el nivel
de la lucha de clases y la conciencia de la clase obrera peruana y los
oprimidos se están alzando día tras día.
Aunque el movimiento obrero y los principales sindicatos del país
fueron debilitados durante la década pasada, por un lado por
el régimen de Fujimori y por otro lado por la política
de colaboración de clase de la burocracia sindical, la lucha
de clase en el Perú ha vivido un renacimiento durante el año
pasado.
Entre la más famosas de dichas luchas está el levantamiento
popular en Arequipa en junio, la segunda cuidad de importancia del país,
con aproximadamente dos millones de habitantes, contra la privatización
de las empresas de electricidad Egasa y Egesur.
Durante cinco días el pueblo de Arequipa se enfrentó
exitosamente el estado de sitio y la fuerte represión de las
Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, la cual dejó dos
personas muertas y docenas de heridos. Finalmente el 19 de junio el
gobierno central se vio obligado a suspender la venta de Egasa y Egesur
y de disculparse públicamente por los hechos ocurridos en Arequipa.
Inspirado por el “ejemplo arequipeño”, que todavía
está en la mente del pueblo peruano y también de la burguesía,
los campesinos del departamento de San Martín, en la Selva Central,
volvieron a reeditar una poderosa jornada de lucha en julio. Campesinos
de varias provincias tomaron la cuidad de Tarapoto durante 9 días
exigiendo al gobierno la compra de su producción de arroz. La
libre importación ha producido una fuerte sobreproducción
de arroz, originando deudas extremas de los campesinos con el sistema
financiero e incluso la perdida de sus tierras por las deudas contraídas.
Al tercer día los trabajadores y pobladores de las ciudades del
departamento se sumaron a la lucha convirtiendo la protesta en una verdadera
insurrección popular con ciudades totalmente paralizadas. Después
de nueve días de intensa lucha y enfrentamientos con las fuerzas
policiales el gobierno central tenia que cumplir por segunda vez en
dos meses con las demandas de un pueblo en lucha.
El movimiento obrero toma la palabra
Si la principal fuerza de estas protestas fueron el campesinado, los
estudiantes y partes de la pequeña burguesía arruinada
por la política económica del gobierno, también
el movimiento obrero dejó su sello durante el año pasado,
con luchas exitosas en varios sectores.
La más importante de estas luchas golpeó el corazón
del imperialismo español, Telefónica del Perú,
probablemente la empresa más poderosa del país.
El 25 de junio más de 600 trabajadores fueron despedidos en
diferentes áreas de la empresa después de que la dirección
desconociera con premeditación varias leyes laborales. Por este
motivo los trabajadores de dicha empresa entraron en una huelga indefinida
el 17 de julio.
Durante el desarrollo de la huelga el Tribunal Constitucional calificó
los despidos de inconstitucionales. La clase dominante se vio atacada
por su propia justicia. Los gritos de los gerentes de la compañía
denunciaban la sentencia como “un peligro a las inversiones y
la desestabilización del orden jurídico”. A pesar
de la campaña sucia contra leyes laborales conquistadas por la
clase obrera, después de 57 días de huelga la más
poderosa empresa del Perú se vio obligada a readmitir los trabajadores
despedidos.
En el mes de marzo también se realizó una Huelga Nacional
de los trabajadores de la Construcción pediendo a la Cámara
Peruana de Construcción (CAPECO) el reconocimiento del derecho
de negociación colectiva que fue retenido durante la dictadura
de Fujimori. Después de cuatro días de huelga a nivel
nacional también en este sector la clase obrera logró
una victoria importante. El derecho a la negociación colectiva
fue reestablecido después de casi una década. Estas huelgas
marcaron los más importantes eventos en la reconquista de derechos
laborales.
La juventud también lucha
A partir del 20 de noviembre las universidades públicas de las
principales ciudades entraron en un paro indefinido. La exigencia del
paro era un aumento de 180 millones de soles (mas de 51 millones de
euros) del presupuesto para las universidades publicas (100 millones
para servicios y bienes y 80 millones para el aumento de los sueldos
de trabajadores y docentes), la homologación de los sueldos de
docentes a los sueldos de los trabajadores del Ministerio de Justicia,
y una mejora general del estado de la enseñanza publica. Finalmente
el 4 de diciembre el Ministerio de Educación ofreció un
aumento de 90 millones y la burocracia de la Federación de Estudiantes
del Perú (FEP) acepto la oferta y puso fin al paro.
Además el año pasado los trabajadores de la salud dirigieron
varias luchas laborales por el aumento del presupuesto del sector de
la salud publica, los jubilados se encuentran en pie de guerra desde
hace varios meses exigiendo un aumento de sus pensiones, al igual que
miles de despedidos durante el régimen de Fujimori que piden
un puesto de trabajo en las calles de Lima (hasta fines de noviembre
según cifras oficiales en Lima se realizaron un total de 1.446
marchas desde el inicio del año.)
***
Lima, enero de 2003
|