|
Argentina: El programa del "Movimiento de
Empresas Recuperadas"
|
Autogestion y fabricas ocupadas
x Pablo Heller
El programa del "Movimiento de Empresas Recuperadas", a diferencia
del que plantea el control y la gestión obrera, reclama una "reforma
de la Ley de Quiebras" y la creación de un "fondo fiduciario"
con la finalidad de que se habilite el otorgamiento a los trabajadores
del manejo de la empresa en quiebra por el plazo de dos años.
Vencidos los dos años, se vuelve al punto de partida: la patronal
retoma el control de la empresa y la facultad de desalojar a los trabajadores,
quienes para continuar con su actividad deberían comprar la planta.
En el curso de estos dos años, la empresa queda bajo la tutela
del juez y del síndico de la quiebra, para velar por los intereses
de la masa de acreedores. Así planteado, el reclamo apunta a
una salida no solamente precaria sino funcional al rescate del capital
(o sea del propietario en quiebra o de los acreedores). En caso de que
la empresa saliera a flote, el esfuerzo obrero –expresado en la
revalorización de los activos– terminaría siendo
apropiado por los acreedores.
El período de dos años coincide, por otra parte, con
las expectativas que tiene cifradas el capital en una salida de la crisis
actual y en una nueva expansión de los negocios. En este contexto,
los dos años se convierten en el intervalo necesario para rehabilitar
las empresas, cuyo costo y riesgo es cargado enteramente sobre las espaldas
de los trabajadores.
La reforma circunscribe su acción a las empresas quebradas,
aunque nadie ignora que las empresas bajo esa condición son una
minoría dentro del mapa de fábricas abandonadas. Bajo
esta óptica, quedan afuera las empresas que despiden en forma
masiva o que son vaciadas, o las que como Grissinópoli, Brukman
y Zanón, aún no tienen declarada la quiebra. Tampoco tiene
en cuenta que una vez que se decreta la quiebra, puede que ya sea tarde,
o sea que el proceso de vaciamiento está avanzado o consumado.
La misma limitación se registra en relación al "fondo
fiduciario". Los recursos que reúna y preste este fondo
tendrán como contrapartida un reaseguro. Las fábricas
autogestionadas deberán ofrecer las garantías necesarias
para asegurar la devolución de la deuda. No estamos frente a
un subsidio no reintegrable sino a un préstamo que condiciona
el desenvolvimiento de la gestión obrera y que está atado
a una serie de restricciones, o cuyo monto, condiciones de entrega y
devolución y tasa de interés son desconocidos. Bajo estas
condiciones, en lugar de apuntalar la gestión obrera, el "fondo
fiduciario" es un arma letal que la lleva al hundimiento o a que
el Estado meta mano en ella.
Este programa apunta a reconstruir las empresas sobre bases capitalistas.
El gerente de una de esas fábricas, Eduardo Murúa, le
dijo a The Economist que este movimiento "no amenaza a las compañías
capitalistas" sino que "simplemente estamos tomando el control
de las empresas que no funcionan".
El "Movimiento de Empresas Recuperadas" aboga por la "autogestión",
para que los trabajadores de las fábricas ocupadas se conviertan
en sus dueños capitalistas. La autoexplotación hasta el
extremo de no cobrar un peso ("vivir a pan y agua"), se justificaría
en función de la posibilidad de comprar los activos de la empresa.
Pero las expectativas de progreso son infundadas. En el hipotético
caso en que las empresas ocupadas, o al menos algunas de ellas, lograran
sobrevivir a la crisis actual y se insertaran en un proceso de recuperación
económica en términos capitalistas –lo que supondrá
previamente la imposición de los planes del FMI y una derrota
obrera–, esas empresas perderían su actual carácter
para terminar evolucionando hacia formas de explotación capitalistas
tradicionales. Asistiríamos a la degeneración o desaparición
de la gestión obrera, ya sea a través de un proceso de
autoexplotación y diferenciación interior dentro del colectivo
obrero, o directamente a través del copamiento de la empresa
por algún grupo capitalista o por una combinación de ambas
alternativas.
La salida que propone el "Movimiento de Empresas Recuperadas"
es precaria, está circunscripta a un universo legal muy estrecho
de fábricas, y ofrece una perspectiva social contradictoria.
Pero la realidad es que asistimos a una disolución del régimen
social, con millones de desocupados y subocupados y de explotados sometidos
a la pobreza y a la indigencia. Este colapso reclama una reorganización
integral del país sobre nuevas bases sociales. O las fábricas
ocupadas forman parte de esa transformación o, de lo contrario,
están condenadas a ser trituradas por la ofensiva capitalista.
El movimiento de ocupaciones no se ha extendido aún a las grandes
concentraciones fabriles. Ese límite es el que, a su turno, explica
el "protagonismo" que tiene este nucleamiento, pese a la estrechez
de sus planteos y, por sobre todo, de sus pretensiones. La entrada en
acción del corazón de la clase obrera industrial replanteará
a otra escala el alcance de las ocupaciones de empresas.
Prensa Obrera
|