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Praga´00: Manifiesto del Movimiento de Tute Bianche
El anuncio, por parte de los mandatarios del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, de la clausura anticipada de la cumbre de Praga, es la mejor noticia que todos estabamos soñando oir. Una vez más, después de Seattle, Davos, Melbourne... una movilización global de cuerpos, deseos, prácticas y lenguajes ha sitiado a los poderosos del mundo, reunidos en su fortaleza increiblemente blindada.
Los tanques de Praga, los que en 1968 mataron las esperanzas de libertad y justicia de un pueblo entero, hoy fueron utilizados en el intento de hacer fracasar la protesta, pero inútilmente. La policía globalizada, los robocops completamente iguales al este y al oeste del planeta con su traje antidisturbios, guardaban la cumbre como los perros de guardia protegen a su patrón.
El mundo estaba fuera. En las calles, enfrentándose y chocando con las patrullas delante del Centro de Congresos, destruyendo los McDonalds publicamente y en comunicación con todosy todas, ocupando el Teatro de la Opera para impedir la fiesta de los asesinos con smoking y limousine. Estaba hablando, gritando, bailando, estaba construyendo protecciones para el cuerpo o lanzando una piedra en contra de un tanque. Y este mundo que está fuera, este mundo que habla en mil maneras diferentes pero reconoce a un enemigo único, una vez más ganó.
Han ganado, con los diez mil de Praga, los campesinos y campesinas mayas zapatistas de Chiapas, los campesinos y campesinas indios de Karnataka, los obreros y obrreras coreanas y de Nueva Zelanda, la mujeres brasileiras de las favelas, los estudiantes argentinos y peruanos, los trabajadores y trabajadoras precarias o en paro italianas, la multitud de esclavos que este imperio acrecenta cada día. Han ganado los tres billones de personas que en el mundo tienen que vivir con menos de dos dólares por día, los centenares de especies animales que cada día tienen que luchar para no ser eliminadas por "el progreso".
Han sido días inolvidables y extraordinarios para todos y todas, que nos deben alegrar y hacer reflexionar. La alegría viene del hecho de que rebelarse es, no sólo justo, sino posible. Si bien es cierto que los diez mil de Praga no son los cien mil de Seattle, no es menos cierto que valen igual. En Europa Praga fue Seattle. El movimiento global tiene que aprender a conocerse, a amarse por lo que empieza a ser, más aún cuando sus formas son tan diferentes que aparentemente parecen irreconciliables. Tiene que aprender a hablarse, a comunicar desde el centro de la acción hasta las periferias del imperio, para reproducirse y ensanchar sus confines, ampliar la revuelta. Pero este fuego sigue ardiendo y, desde el 94 zapatista hasta el último noviembre del siglo en América, nadie podía imaginarlo.
Los Tute Bianche (monos blancos), italianos, españoles, griegos y finlandeses, así como las miles de personas que con ellos en el "bloque amarillo" de la manifestación se han ocupado de la entrada principal del Palacio de Convenciones en el que se celebraba la reunión del FMI y el BM, se han convertido en Praga en una realidad europea, articulada y compleja, que empieza a expresar su lenguaje y su práctica de acción directa, sin clichés sino prácticas innovadoras ded acción política , constituyentes de una nueva manera de producir, organizar y gestionar el conflicto, de pensar la "revolución", de proponer una hipótesis para un cambio radical a multitudes enteras.
La contribución italiana, a partir del Global Action Express, ha resultado importantísima. Un tren entero, construido con mil dificultades y gracias al esfuerzo de compañeras y compañeros que han creído en el sueño de llevar en Europa mil personas y no diez o veinte y que ante todo ha permitido considerar Praga como una movilización concreta de todos y no de limitadas delegaciones. Un tren que ha puesto de manifiesto la hipocresía de las fronteras, que de inmediato nos ha convertido en ciudadanos del mundo en lucha en contra de las restricciones de libertad del imperio. Es cierto: quienes pensaban en un tour organizado al estilo de los sindicatos habrán tenido sus problemas, pero creemos de veras que eran muy pocos. Sin embargo esa experiencia "de viaje" resulta útil a todos: necesitamos aprender de sus límites para realizarla mejor la próxima vez.
El martes, el día del Shut Down, empezó con una acción que ahora hace discutir a todosy todas, también en Italia: la elección de destruir un McDonalds. Una destrucción pública, autodefendida, y reivindicada como acción directa legítima y no clandestina. Tomando el ejemplo de lo que ha pasado en Francia con Bové, una acción que ha ensanchado el consenso sobre estos temas, que ha empujado a otros a decir "sí, es justo", que se planteó los problemas de los riesgos para cometer todas y todos juntos un "crimen" de ese tipo, organizados para proteger a cada participante y también a los que miraban desde fuera. Una acción directa de desobediencia civil y de nueva legalidad, desde abajo. Durante el juicio por la destrucción de un McDonalds Bové estaba rodeado por cincuenta mil personas, es decir, multiplicó de mil veces los que no sólo estaban de acuerdo, aprobaban, sino que ponían sus cuerpos, su cabeza a disposición del movimiento. En Praga quisimos empezar por esto: ampliar el concepto y la práctica de la desobediencia civil y de la acción directa sin restringirlas a actos liberatorios y fugaces, como verdaderas aplicaciones masivas de nueva legalidad constituyente. El objetivo ha sido plenamente obtenido: en Italia muchos, diferentes de nosotros, con diferentes papeles y colocaciones, reivindican no como un crimen el hecho de atacar uno de los símbolos del mundo de las multinacionales y de la globalización neoliberal. La desobediencia civil no es un asunto sencillo: necesita mantener unidos el justo y apremiante problema del choque, del uso de la fuerza y la práctica social de la multitud. Necesita conciliar las formas más eficaces de la acción directa con la necesidad de incluir, ampliar y no restringirla a pocos. Tiene que producir efectos concretos y al mismo tiempo no dar la idea de "escena" ni de un hecho crudo, aislado y totalmente sin perspectivas. Tiene que transformar la ilegalidad en legalidad, necesita conseguir que el enemigo pierda su consenso y acrecentar el suyo. Y, en fin, necesita mantener siempre la situación bajo control, es decr tiene que ser organizada y no abandonada a las pulsiones, legitimas pero individuales y por lo tanto de diferente perspectiva, de cada uno. Tal desobediencia civil necesita llevar consigo redes sociales que no se disocien de lo que se hace, sino aprueben, sostengan, reivindiquen, defiendan. De maneras diferentes, pero seguras y no tambaleantes o listas para ser aplastadas a la primera dificultad.
El bloqueo efectuado durante horas en el puente principal ha sido otro punto importante: durante cuatro horas los compañeros y las compañeras de la hard line, sostenidos por miles de personas, han cargado nueve veces contra los robocops y sus tanques, chocando físicamente. Tenían sus cuerpos protegidos, estaban preparados y, dada la situación, utilizaban también palos en sus dos últimas avanzadas. Aquí otra vez no es que la desobediencia civil sea solamente ser golpeados sin ser dañados. Eso no es poco, pero se trata también de intentar conseguir el objetivo con los instrumentos que cada vez resulten necesarios. Obviamente teniendo en cuenta todo. Si hubiéramos podido tener instrumentos más eficaces (como redes con cuerdas) los habríamos utilizado. Un neumático, un ariete, un casco ya no son lo que son sino que hablan directamente de lo que somos nosotros y nosotras, en ese momento, de lo que representa la acción política que estamos practicando. El hecho de seguir resistiendo durante horas, aunque el enemigo siguiera intentándo que liberásemos el puente, en una situación en la que aunque con protecciones los golpes y los gases nos dolían, ha sido difícil y duro, pero extraordinario. Según todos los observadores el bloqueo ha obligado a concentrar allí a una gran cantidad de unidades de robocops, dejando más "ligeras" otras entradas en las que se encontraban otros grupos, como el rosa y el azul. También el uso de instrumentos diferentes es parte de una elección política, de perspectiva, del sentido que tiene que producir la acción. Junto a nosotros y nosotras, por primera vez hemos visto a grupos de jóvenes comunistas con cascos y protecciones en las primeras líneas, ambientalistas que no llevaban banderitas sino se preocupaban de pasar máscaras antigases a los que estaban por delante. Con nosotros y nosotras en las primeras líneas había también grupos musicales que no habían venido a "tocar" sino a luchar como los 99Posse o los Hechos Contra el Decoro. Don Vitaliano estaba ahí delante y no celebraba la misa. Habían parlamentarios como Paolo Cento, Ramon Mantovani, Fiorello Cortiana, Russo Spena, Luisa Morgantini y muchos más. Con nosotros yb nosotras, por primera vez, había Tute Bianche (monos blancos) que hablaban griego, finlandés, español. Y, mientas nos estabamos dirigiento hacia el puente, nadie sabía lo que iba a pasar. Todos y todas eramos conscientes de estar desafiando algo grande, poderoso y peligroso. Nosotros y nosotras no estamos de acuerdo con las condenas hacia el bloque azul o cosas parecidas. Según nuestro punto de vista se ha tratado, en su conjunto, de un día grandísimo. Hay formas diferentes, perspectivas diferentes, ideas diferentes. Pero nosotros lo que hicimos en Praga lo hacemos siempre y siempre estamos listos para hacerlo en nuestras ciudades.
"Hacer sociedad" para nosotros significa destruir y construir. Destruir, es decir desobedecer, sabotear, bloquear las máquinas del imperio, ser esclavos rebeldes y no rebeldes esclavos. Construir porque nuestro sueño es el de un mundo diferente, en el que todas las diferencias de este planeta encuentren la manera de vivir juntas, en el que la inclusión y la justicia social sean el antídoto a la barbarie generalizada. Y sabemos que todo eso se puede hacer si somos muchos y muchas, miles, cientos de miles, millones. ¿Qué mundo o sociedad puede querer construir el que no consigue ni vivir junto a su vecino más "próximo", también en los movimientos? Una hermosa pregunta a la que no sólo no podemos sino que tampoco queremos responder. Justamente, el que no piensa en hacer sociedad, en la multitud, sino solamente en su grupo de afinidad, se expresa de manera consecuencial: en Praga los y las que han actuado construyendo sociedad lo hemos hecho dentro de una linearidad encomiable entre práctica y pensamiento. Los "tifosi", los "hooligans", como en todas épocas históricas, nos gustan y sirven cada vez menos. Pero no los vimos, afortunadamente, y esperamos que sigan lejos de nosotrosy nosotras. Estas grandes jornadas de Praga seguramente quedan en la historia. Pero lo que nos interesa más es que queden en el futuro.
MOVIMIENTO DE TUTE BIANCHE DE ITALIA, ESTADO ESPAÑOL, FINLANDIA, GRECIA Y REPÚBLICA CHECA.
EUROPA, PLANETA TIERRA, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2000.
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La Haine
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