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¿Se prepara el departamente de estado
norteamericano para una nueva ofensiva contra Cuba?
x Percy francisco Alvarado Godoy - Escritor guatemalteco
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Nuevos elementos hacen suponer que el Departamento
de Estado de los Estados Unidos se encuentra actualmente preparando
una nueva estrategia de ataques contra Cuba en Latinoamérica.
Sabido es que el involucramiento de la administración Bush
en su autotitulado campaña mundial contra el terrorismo, que
conllevó agresiones criminales contra Afganistán e Irak,
así como la necesidad de justificar estas agresiones y ganar
adeptos en el mundo hacia las mismas, centró gran parte de la
actividad del Departamento de Estado en el plano internacional. Sumado
a esto, la difícil situación del gobierno norteamericano
dentro de su propio territorio, motivada por serios problemas de tipo
doméstico, entre ellos la difícil situación de
la economía nacional y la cercanía de las elecciones presidenciales,
provocaron que los Estados Unidos bajaran relativamente su perfil en
sus ataques hacia Cuba, dejándole ese bochornoso protagonismo
a sus aliados dentro de la Unión Europea. Fue, de hecho, un “encárguense
ustedes de Cuba, mientras me dedico por entero a hacer mi guerra en
Irak”.
Para nadie es desconocido que la Unión Europea siguió
al pie de la letra el encargo de la Casa Blanca, destacándose
en la campaña aislacionista un grupo de naciones como Francia,
Italia y España, con la competencia denigrante de varias ex repúblicas
socialistas entre las que se destacaron la República Checa, Polonia
y Hungría. Desde el 5 de junio, fecha de la declaración
de la UE contra Cuba en que se imponen una serie de arbitrarias medidas,
hasta acá, múltiples han sido los ataques y las maniobras
contra la Isla.
Hoy, sin embargo, parece ser que Cuba vuelve a estar en el centro
de atención del Departamento de Estado. Las causas de este fenómeno
son diversas y entre las mismas no se excluye el que Estados Unidos
esté preparando las condiciones en América Latina para
“santificar” una agresión contra la Isla. Esta forma
de actuar ya quedó validada mediante la campaña previa
contra Irak en el seno de los países europeos, dirigida a la
búsqueda de aliados y a comprometer a gobiernos y a la opinión
pública mediante mentiras que hoy se desinflan estrepitosamente.
El examen de estos nuevos elementos de la política cubana del
Departamento de Estado en América Latina, no deja dudas al respecto.
El pasado 9 de junio, mientras se arreciaban los ataques contra Cuba
por la UE, el Secretario de Estado, Colin Powell, manifestó abiertamente
sus intenciones de emplear a la Organización de Estados Americanos
(OEA) en una nueva campaña anticubana. Dirigiéndose a
los Cancilleres de América Latina, expresó: “El
pueblo de Cuba mira cada vez más a la OEA para recibir ayuda
en la defensa de sus libertades fundamentales contra las depredaciones
de la única dictadura el hemisferio”.
Con este paso quedaban claras las pretensiones de Washington por crear
un nuevo foco regional en la campaña internacional contra Cuba.
Manteniendo la colaboración de la UE, se pretende comprometer
a gobiernos latinoamericanos en la nueva escalada, desplazando su protagonismo
hacia América Latina. Luego del revés recibido al quedar
excluido los Estados Unidos de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, la Casa Blanca entendió la necesidad de fortalecer
su influencia en la región. Al respecto, ha dado dos pasos significativos:
el nombramiento de Roger Noriega como Subsecretario para el hemisferio
Occidental y el apoyo a la candidatura de un aliado a sus intereses
como Secretario General de la OEA para la próxima secretaría.
El nombramiento de Noriega, por su parte, viene a resolver un viejo
problema al que se enfrentaron las administraciones de Clinton y de
George W. Bush: la confirmación por parte del Congreso de un
funcionario en el cargo de Subsecretario para Asuntos del Hemisferio
Occidental, cosa que no había podido lograrse desde que Jeffrey
Davidow ocupó este cargo en 1996. La imposibilidad de confirmar
a Otto Reich en el cargo dada su carencia de prestigio y su comprometimiento
con el Irán-contras, impidió que Bush contara con la ayuda
del mismo para encargarse de su traspatio latinoamericano.
De amplia experiencia ingerencista en los asuntos de naciones latinoamericanas,
por cuanto ha servido como funcionario de la Cámara de Representantes
para Relaciones Exteriores, en la Agencia para el Desarrollo de Estados
Unidos (USAID), en los departamentos de Asuntos Interamericanos y Relaciones
Públicas del State Departament, así como representante
alterno y permanente ante la OEA, entre otros cargos, Noriega se convierte
en una prometedora carta bajo la manga de Bush para implementar su campaña
anticubana. Según el portavoz del Departamento de Estado, Richard
Boucher, Noriega tiene una misión clara y definida: “fortalecer
el liderazgo de Estados Unidos en las Américas y acelerar los
esfuerzos para promover la democracia, seguridad, derechos humanos,
sociedad civil y expandir el comercio y oportunidades de inversión
en los países de la región”. En otras palabras,
Noriega se encargará de capitanear los ataques contra Cuba y
Venezuela, torpedear a los movimientos de izquierda en América
Latina, frenar el movimiento social contra el ALCA y garantizar una
región segura para los intereses norteamericanos.
En segundo lugar, apoyado por la gestión de John Maisto como
nuevo embajador yanqui ante la OEA, Noriega tiene como tarea emplear
a esta organización regional en la nueva y anunciada campaña
contra Cuba. Para ello, debe lograr colocar a un aliado incondicional
de Estados Unidos al frente de la Secretaría General de la OEA.
Creo que este paso no le resultará difícil cuando ya se
anuncian como posibles aspirantes nada menos que varios enemigos declarados
de la Revolución Cubana, sobresaliendo el actual presidente salvadoreño
Francisco Flores y el ex presidente costarricense Miguel Ángel
Rodríguez.
Sobre el odio acérrimo de Francisco Flores hacia la Revolución
Cubana poco hay que decir. Formado en la Escuela Americana de San Salvador,
supo desde temprano convertirse en un admirador del american stablishment.
Incondicional a Bush, representando uno de sus aliados más firmes
en América Latina, condición que validó al enviar
en el próximo primero de septiembre a 360 soldados de su país
a integrar las tropas invasoras en Irak, ha dicho: “Mientras yo
sea Presidente en El Salvador y exista una dictadura en Cuba, jamás
habrán relaciones internacionales entre nuestros dos países”.
No cabe duda, pues, que el ascenso de este lame botas del Imperio a
la secretaría general de la OEA, representará un triunfo
de las posiciones del Departamento de Estado norteamericano en sus planes
contra Cuba.
Si por el contrario, se emplea a Miguel Ángel Rodríguez,
aliado a los sectores anticubanos en España y participante sistemático
en foros contra Cuba, como las reuniones del FAES, no cabe la menor
duda que la secretaría general de la OEA se convertirá
también en otro peligroso trampolín de los ataques contra
la Revolución.
Por último, el Departamento de Estado acaba de preparar un
nuevo ataque contra Cuba. El 30 de julio pasado fue publicada una Hoja
Informativa de éste, en la que se acusa a Cuba de espionaje reiterado
contra Estados Unidos. Los argumentos empleados, una repetición
de los esgrimidos reiteradamente en varias ocasiones por las autoridades
yanquis, pretenden mostrar a la Isla como una amenaza contra la Seguridad
Nacional estadounidense. En la declaración se describen los casos
de Ana Belén Montes, acusada de espiar a favor de Cuba dentro
del Pentágono, así como la actividad de la Red Avispa,
integrada por varios cubanos capturados por el FBI en la Florida. Igualmente,
se mencionan los casos de Juan Pablo Roque, del agente Orión
y sobre una permanente y supuesta actividad de espionaje por parte de
diplomáticos cubanos acreditados en Estados Unidos.
El venenoso documento, elaborado precisamente cuando se está
llevando a cabo en el Circuito 11 de Atlanta una apelación por
parte de los abogados de cinco cubanos injustamente acusados en una
corte de la Florida, persigue evidentes objetivos. Por un lado, contrarrestar
la creciente solidaridad dentro del pueblo norteamericano con los Cinco
Héroes cubanos, así como el irrisorio argumento de presentar
a Cuba hoy como una amenaza contra el vecino norteño. Luego,
quien sabe, y no dejan de ser sospechosas las acusaciones del salvadoreño
Francisco Flores sobre un posible espionaje cubano contra El Salvador,
servirán de base para atacar a Cuba en el continente.
Infamemente, la Hoja Informativa soslaya el hecho de que a Cuba no
le ha quedado más remedio que protegerse, dentro de la nación
norteamericana, de la actividad terrorista promovida por la mafia anticubana,
ante la complicidad y apatía de la casa Blanca ante estas criminales
actividades.
Los nuevos pasos dados por el Departamento de Estado no deben extrañar
a nadie. Son parte de una campaña internacional contra Cuba,
la que está destinada, como otras tantas, al fracaso. La creciente
solidaridad con Cuba y el apoyo de los cubanos a su Revolución,
son bastiones difíciles de derrumbar. Es una lástima que
en más de cuarenta años no se haya aprendido esta lección.
3 de agosto del 2003
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