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Sobre las cenizas del Kurdistán
x Javier Campos Vidal
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¿Qué libertad quiere llevar EEUU
a Iraq? En el Kurdistán turco sigue muriendo un pueblo, bajo
el sonido de fusiles, entre los gritos que se escapan de las celdas.
En el Kurdistán turco el ejército sigue manteniendo a
todo un pueblo en eterno estado de sitio. Ese ejército asesina
impune, cree crecer matando como cree haber crecido luego de destruir
miles de aldeas kurdas. Donde hubo vida antes, ahora hay cenizas. Esa
es la libertad que quiere llevar EEUU a Iraq.
Dejarían al ejército turco entrar en el Kurdistán
iraquí, y además pagarían el uniforme de los militares.
El ejército turco lucirá nueva ropa que manchar de sangre
kurda. El precio de una vida, ¿se mide en barriles de petroleo
o en uniformes? ¿Cuantos kurdos morirán esta vez?
Los kurdos han sido un pueblo marcado para morir desde que existen.
Dicen que son hijos del diablo, y como el diablo han sido expulsados
de todo lugar donde han pisado. Tienen por únicos amigos a los
osos y las águilas de las montañas donde viven, a duras
penas, rodeados de fusiles que apuntan al corazón de su pueblo.
Han resistido a su destino de desaparecer, luchando contra todos, contra
todo, solos. No han sido exterminados, y muchos estados se han empeñado,
y siguen, en ello. Kurdo, en persa, significa "héroe".
Lucharon del lado de los aliados en la I Guerra Mundial, y fueron olvidados.
Su territorio fue descuartizado. Su memoria olvidada. Su muertos siguieron
pudriendose, sin un solo recuerdo a los guerrilleros que hostigaron
sin descanso, sin rendición, a las tropas del Imperio Otomano.
En los monumentos nunca se recuerda a los heroes que también
hicieron posible la victoria.
Fueron considerados enemigos para las dos potencias de la Guerra Fría.
Para asesinar kurdos impunemente Siria e Iraq recibieron armas soviéticas;
Persia y Turquía, armas estadounidenses. Los kurdos nunca han
sabido diferenciar a los muertos de Stalin de los muertos de Eisenhower.
Todos tenían las mismas balas en su cuerpo.
Cuando Sadam Hussein desató la mayor campaña genocida
contra el pueblo kurdo, Turquía, hoy aliado de la libertad, abandono
a miles de personas a su suerte en los frios pasos de montañas
de la frontera con Iraq. De frio, hambre y pena morían a ese
lado de la frontera los kurdos, esperando escapar de Hussein. Al otro
lado, sus hermanos morían de bala. Nadie escuchó los gritos.
Pero los kurdos responden no callando. Lo saben los verdugos, persiguen
toda palabra que se diga y se sienta en kurdo. "Hermandad del pueblo
kurdo y el pueblo turco", dijo Leyla Zana en el parlamento de Turquía.
Ahora vive en prisión, su familia vive en el exilio. Perdonada
mil veces su condena, se niega a salir hasta que salga el último
preso político de Turquía.
Los fusiles siguen levantados en las aldeas del Kurdistán, país
siempre queriendo nacer. Pese a todos los ataques, pese a todos los
muertos, pese a todas las bombas, balas, gases, los kurdos siguen siendo.
Siguen viviendo. Siguen luchando con la obstinación de no saber
rendirse, eligiendo muchas veces su muerte antes de que se la impongan,
siguiendo porfiadamente vivos otras veces.
Ahora se vienen nuevos fusiles. Nuevas armas que, otra vez, como otras
mil veces, no podrán silenciar ese rumor tan ensordecedor que
viene desde el Kurdistán.
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