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En un discurso televisado en la tarde de ayer (31/03), el primer ministro
israelí, Ariel Sharon, dijo querer la paz y tener su mano tendida
hacia el pueblo palestino para alcanzarla. Sin embargo, su Ejército
está literalmente masacrando los lugares y las personas, no sólo
en Ramala, sino también en otras ciudades palestinas. Diversas
fuentes apuntaban ayer que unos 20.000 reservistas están preparados
para unirse al Ejército en los próximos días, lo
cual hace pensar que existe un plan para volver a conquistar todo el territorio
autónomo palestino. El discurso a la nación de Sharon fue
tan contundente en la ratificación de su amenaza contra Yaser Arafat
y la ANP, que la población de Gaza y Cisjordania se preparaba ayer
para una ofensiva aún más cruel del Ejército israelí.
Los países árabes, que ven seriamente amenazada la estabilidad
de toda la región, efectuaban ayer llamamientos a la comunidad
internacional para que intervenga y haga que Israel frene la ofensiva.
Incluso los estados que mantienen relaciones con el gobierno israelí
amenazaron con tomar represalias, y con romper todo tipo de relaciones.
La máxima gravedad de la situación hizo también
que la opinión pública internacional empezara a movilizarse
en solidaridad con el pueblo palestino, volviendo en muchos casos su mirada
hacia EEUU y la UE, por mostrar una actitud tibia ante el conflicto y
mantener sus acuerdos con el Gobierno de Sharon. Las denuncias y los llamamientos
a cesar las hostilidades se extendían a instituciones y estados
en todo el mundo, no en vano el peligro de explosión de la situación
no se limita a la región, sino que afecta al conjunto del planeta.
Sin embargo, han sido muchas las propuestas, los acuerdos, los planes
de paz, los enviados que han fracasado, en la mayoría de las ocasiones
sin ni siquiera haber dado sus primeros pasos, y mucho menos eficaces
parecen las palabras en un momento en que la determinación declarada
de Israel no es otra que la de imponerse por la fuerza. A estas alturas
del conflicto, y en un momento en que entre los líderes de israelíes
y palestinos, Sharon y Arafat, se da un evidente desequilibrio de condiciones,
no parece de recibo hacer a ambos un mismo llamamiento para que se sienten
a negociar. Lo que en estos momentos se presenta como absolutamente urgente
es una intervención decidida de la comunidad internacional para
frenar la agresión e impedir la anunciada invasión, protegiendo
así al pueblo palestino que es, en su conjunto, el objetivo de
la ofensiva bélica que asola Gaza y Cisjordania.
Editorial Gara
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