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Tomemos distancia de la violencia de las élites gubernamentales
Este comunicado ha sido traducido por Nueva
Radio de la agencia sueca de contrainformación Motkraft Nyhetsbrev.
Es el pronunciamiento de Demokratiskt Alternativ (Alternativa Democrática)
de Estocolmo con motivo de los acontecimientos acaecidos durante las protestas
antiglobalización en Gotemburgo, Suecia.
Podemos constatar que los acontecimientos de la semana pasada en Gotemburgo
fueron seguidos de un debate mediático en el que las actividades de ciertas
organizaciones han sido condenadas de manera refleja. Esto a pesar de la ausencia
total de un recuento objetivo de lo sucedido en la mayoría de los periódicos
y los reportajes televisivos. Pero, ¿a quién hay que condenar
realmente?
En Gotemburgo se reunieron los líderes de dos de las unidades políticas
y económicas más poderosas -los EEUU y la UE- para esbozar las
líneas generales para la definición de una política neoliberal
y la construcción de un nuevo superestado. En este andamiaje, el poder
político se traslada cada vez más lejos de la gente, que en teoría
debería poder usarlo como instrumento para crear la sociedad a la que
aspiran. Sería un signo aterrador que la gente no se reuniese a nivel
de base para protestar contra tal evolución de las cosas. Y sería
aún más aterrador que no se atreviesen a -o, lo que es lo mismo,
se les impidiese el- manifestarse.
Decenas de miles de personas viajaron a Gotemburgo para protestar contra la
cumbre de la UE. Se invirtió un trabajo enorme para lograr una semana
constructiva. La fuerza popular existente se manifestó nada menos que
en tres grandes movilizaciones que tuvieron lugar durante la semana.
La respuesta del estado sueco a todas las personas y organizaciones que trabajaron para iniciar un diálogo sobre la UE y otras cuestiones políticas fue, sin embargo, clara y firme: En la mañana del 14 de junio, las fuerzas policiales suecas sitiaron el liceo Hvitfeldtska, en el que entre 300 y 400 ciudadanos -en el momento del suceso no eran ni manifestantes ni activistas- habían alquilado alojamiento para su estadía en Gotemburgo y además habían organizado que existieran responsables de cada dormitorio para evitar problemas.
Por la tarde, el presidente de los EEUU iba a llegar a la ciudad y se habían
planificado manifestaciones. Sin embargo, a los residentes del liceo no se les
permitió salir, y sin una explicación convincente, fueron privados
de sus derechos democráticos, tanto a manifestarse, como a no ser objeto
de sanciones por sospecha de participar colectivamente en disturbios violentos
(una figura penal que fue utilizada a pesar de que un primer intento por romper
el cerco policial se hizo totalmente orientado hacia la no-violencia hasta que
las fuerzas policiales decidieron atacar a la masa de gente que escapaba, la
cual entonces se defendió con armas defensivas, o sea, con cosas encontradas
en el lugar).
Los acontecimientos de los días siguientes eran de esperar. Se impidió
que la gente pudiera dar charlas. Gente que había pagado por un lugar
dónde dormir fue privada de ello. Gente fue arrestada luego de haber
sido provocada por las fuerzas policiales. Gente obligada a permanecer en autobuses
o celdas sin recibir alimentos ni bebidas -algunos de ellos, hasta 26 horas-
sin haber sido culpables de ningún delito, a excepción de sus
ideas disidentes.
El estado sueco destruyó conscientemente gran parte del trabajo que
había realizado la gente cuyo bienestar ellos aseguran proteger. Los
retenes en torno a la Sala de Exposiciones Sueca, donde la Cumbre tenía
lugar se extendieron a raíz del ataque al liceo Hvitfeldtska hasta abarcar
un cerco en torno a los opositores a la élite política de la U.E.
En vez de dejar protestar a la gente, el aparato de estado provocó la
violencia. En vez de poner en duda al invitado de honor -un asesino y archireaccionario
de Texas que tiene en sus manos la mayor parte del arsenal nuclear del mundo-
eligió golpear hacia abajo, hacia las bases.
Las organizaciones que dedicaron hasta un año de planificación para coordinar el alojamiento, los viajes, las contraconferencias, las charlas, los seminarios y las manifestaciones -organizaciones como Antifascistisk Aktion (Acción Antifascista), De Vita Overallerna (Los Mamelucos Blancos), SAC-Syndicalisterna (Sindicato anarquista), entre muchas otras- no son culpables de los disturbios de Gotemburgo. La culpa la tienen las fuerzas policiales suecas, y por extensión el estado sueco y la U.E..
Los vencedores de Gotemburgo son los que quieren construir el estado policial,
escribe Johan Ehrenberg en el diario Aftonbladet del 18/6. Debemos constatar
que dicho estado ya ha sido construído. Y también debemos constatar
que la violencia estructural, administada por el poder del estado y cuyo propósito
es el de defender el orden capitalista vigente y cimentar la impotencia de la
gente, el que constituye la mayor amenaza para la democracia.
Demokratiskt Alternativ Stockholm
asamblea de miembros, 18 de junio.
Kolectivo
La Haine
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