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Tropas del ejército reprimen rebelión
popular en las calles de La Paz. El presidente dice que no renunciará
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La Paz, Bolivia. La Haine/Agencias. 13/02/03.-
Nuevos brotes de violencia callejera se registraron el jueves en Bolivia,
al inicio de marchas para exigir la renuncia del presidente Gonzalo
Sánchez de Lozada.
La rebelión se propagó a la vecina y populosa ciudad
de El Alto, parte de la zona metropolitana de La Paz, donde miles de
personas saquearon la sede de la alcaldía, las instalaciones
de Coca-cola y Pepsi, un enorme almacén aduanero, grandes comercios
y decenas de sucursales bancarias.
"Dos
de los vándalos fueron muertos esta mañana a tiros por
soldados militares. Hay algunos heridos", dijo a Reuters un redactor
del diario burgués El Alteño.
Según informes de la Radio Panamericana, miles de manifestantes
que pedían la renuncia de Gonzalo Sánchez de Losada fueron
reprimidos con munición de guerra en el centro de La Paz por
patrullas militares, dejando cuatro heridos. Entre tanto, tanques y
vehículos artillados del ejército, rodeados por tropas
seguían apostados en las esquinas e inmediaciones de la principal
plaza de Bolivia, escenario de los graves enfrentamientos del miércoles.
Sánchez dice que no renunciará
"El presidente no ha considerado, en ningún momento, la
posibilidad de renunciar. Cumplirá su mandato", declaró
categóricamente el portavoz del jefe de Estado, Mauricio Antezana,
quién además tachó el levantamiento popular y las
acciones contra el gobierno de "actos de provocación".
Justificó la sangrienta represión militar y señaló
que "el ejército debió salir a evitar más
saqueos", a la vez que dijo pretender "evitar el enfrentamiento
entre bolivianos".
El funcionario se anticipó a marchas convocadas por la izquierdista
Central Obrera Boliviana (COB) y el campesino "Estado Mayor del
Pueblo", que comanda el líder de Movimiento Al Socialismo
y diputado indígena Evo Morales, para exigir la renuncia de Sánchez
de Lozada.
"La solución (a la crisis) es la renuncia del presidente.
La democracia no se gobierna con balas", afirmó el jueves
a la red radial Fides, de la Iglesia Católica, el jefe cocalero
Morales.
Altos mandos de la policía boliviana anunciaron a bombo y platillo,
en tanto, la gradual restitución de sus 22000 efectivos a sus
servicios de represión, control del orden, la seguridad y el
tránsito de vehículos, además de investigativos,
en todo el país. Un supuesto acuerdo firmado en la madrugada
entre el gobierno y "líderes del motín policial que
desencadenaron los choques armados" puso fin al movimiento, según
dijo el comandante de la institución, general Edgar Pardo.
Sin embargo, unos 2000 policías de Santa Cruz dijeron desconocer
tal acuerdo y afirmaron que continuarian amotinados contra las medidas
económicas del gobierno, por la renuncia del presidente boliviano
y en venganza por la muerte de tres agentes a manos del ejército.
Informes divulgados por cadenas televisivas dijeron que la presencia
policial no era visible en La Paz y El Alto y que algunos miembros del
Grupo especial de Seguridad (GES) permanecían amotinados al rechazar
el acuerdo como "insuficiente". Los 300 miembros del GES,
una fuerza de elite antimotines, se rebelaron contra el denominado "impuestazo"
a los salarios, repudiado por todos los sectores sociales antes de ser
anulado, y se acuartelaron a escasos 200 metros del palacio gubernamental.
El presidente, en tanto, trabaja con varios de sus ministros en su
residencia particular con el propósito de frenar la revuelta
popular y diseñar un nuevo presupuesto para el año 2003,
después de que el miércoles debió retirar el proyecto
incluía el llamado "impuestazo", debido a las acciones
directas de masas contra las instituciones y el gobierno.
El saldo
El ministro de Salud, Javier Torrez, informó hoy jueves que 18
personas murieron por impactos de bala y 83 resultaron heridas, a consecuencia
de los enfrentamientos y la posterior violencia militar.
Informes parciales dijeron que 13 inmuebles, entre ellos el palacio
de la vicepresidencia, dos ministerios, cinco sedes de partidos políticos
oficialistas, una penitenciaría y un centro comercial, fueron
incendiados por manifestantes que también saquearon decenas de
grandes negocios en el centro histórico de La Paz.
Los graves sucesos configuraron la peor jornada de violencia para la
burguesía boliviana y el FMI en dos décadas de supuesta
estabilidad democrática en Bolivia, una empobrecida nación
acosada durante casi 2 siglos por golpes militares, cuartelazos y medidas
económicas impuestas por EEUU y la oligarquía local.
El de ayer fue un día infausto para la democracia burguesa.
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