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EE.UU e Irak: Sentido común y armas que
no aparecen
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x Immanuel Wallerstein
Que Estados Unidos no haya podido encontrar la famosa provisión
de 'armas de destrucción masiva' (o adm, como las llaman en los
titulares de los diarios) tiene avergonzado al régimen de George
W. Bush y aún más al de Tony Blair (aunque también
al gobierno español). En la premura por justificar una guerra,
es claro ahora que, por decir lo menos, exageraron su argumentación.
Tal vez mintieron plenamente.
Qué tan importante es el hecho. Qué significa. Hay algunas
preguntas entreveradas en esta discusión. Una es, qué
tantas, si acaso, realmente tenía Saddam Hussein. La segunda
es, si había armamento por qué no lo usó. Tercera,
si hubo armas, dónde están ahora. Una cuarta es qué
tan importante fue de veras el asunto del armamento para Bush y Blair.
Una quinta es si el mundo, ahora que las tropas estadounidenses están
en Bagdad, está o no más protegido ante cualquier supuesta
amenaza que entrañaran tales armas. Es esta una madeja muy enmarañada
de preguntas, y mucha gente sigue interesada en que se quede enmarañada.
Como tal son muy reacios a la crítica analítica.
¿Qué tantas armas tenía Hussein? Rumsfeld dice
ahora que antes de la guerra nadie dudada que tuviera algunas (ni siquiera
quienes criticaban las políticas estadounidenses), así
que por qué tanta alharaca por no haberlas descubierto. Las armas
estaban ahí, están ahí, y serán halladas,
dice. En parte tiene razón. Muy pocas personas dudaron de la
existencia de algún armamento. Yo mismo nunca lo dudé.
La cuestión es si esas armas representaban alguna amenaza significativa
e inminente para el mundo. Estados Unidos insistió en que sí,
y la mayoría del resto del mundo discordó de esta evaluación.
Ahora parece que Saddam pudo tal vez destruir la mayor parte de dichas
armas, si no todas, en los meses previos a la invasión. No cabe
duda de que estaba presionado a hacerlo. Pero esto es justo lo que Hans
Blix y el gobierno francés argumentaban al afirmar que las inspecciones
de Naciones Unidas estaban 'funcionando'.
Resulta que Estados Unidos consiguió sacar a la luz a un científico
iraquí que admite que fueron enterrados en su jardín algunos
documentos que detallan la construcción de armas nucleares, hace
como 10 años. Y se dice que afirma que Hussein ordenó
enterrarlos porque planeaba hacerlas funcionar cuando se suspendieran
las sanciones en contra de Irak. Esto suena factible. Pero, ¿y
qué? Volveremos a esta cuestión.
¿Tenía Saddam, de hecho, armas activas? Recuerden que
Blair le dijo a su Parlamento que podía situarlas en el terreno
en 45 minutos. De ser así, ¿por qué no las usó?
Es seguro que si las hubiera usado habría logrado por lo menos
algún impacto militar. No existe una buena respuesta a esta cuestión
si asumimos los escenarios que Estados Unidos anunciaba. Tal vez Hussein
fue mucho más listo. Quizá comprendió que perdería
la batalla militar inmediata hiciera lo que hiciera, pero que lo importante
era no perder, en el proceso, a sus más allegados simpatizantes.
Si fue ese el caso, tal vez les recomendó desaparecer, después
de lo cual pudieran lanzar o impulsar operaciones de saqueo con el doble
propósito de sembrar el desorden y destruir infraestructura y
registros. Esto ocasionaría un lío importante con el cual
Estados Unidos no podría lidiar políticamente (dada la
complejidad de las tensiones sociales de Irak). Y entonces podría
dar comienzo una desgastante guerra de guerrillas. ¿Demasiado
listo, piensan? Tal vez. O quizá es sólo que Estados Unidos
se topó con tales resultados sin que Saddam hubiera planeado
nada de lo ocurrido.
Si tuvo armas, ¿dónde están actualmente? Un paquete
con planes en un jardín y dos camiones que tal vez pudieran haberse
usado para fabricar armas biológicas en el futuro (y que en todo
caso fueron los británicos quienes se los vendieron a Hussein),
no es mucho mostrar en dos meses de pesquisa. Sé que Irak es
un país grande, pero se supone que las fuerzas armadas estadounidenses
son capaces de realizar una búsqueda, especialmente si, como
presume Washington, contaba con servicios de inteligencia desde antes
de la guerra que sabían dónde estaban. ¿Están
en Siria estas armas? Es poco probable. Si estuvieran allí seguramente
Estados Unidos habría metido su ejército de inmediato.
¿Por qué entonces Washington es tan renuente a que los
inspectores de la ONU las busquen? Esto no huele muy bien.
Pero, ¿estaba Estados Unidos realmente interesado en saber si
Irak poseía dichos armamentos? La respuesta es no y sí.
No, en un sentido muy importante. Los halcones estadounidenses querían
invadir Irak por el simple hecho de agredir, es decir, para mostrarle
al mundo que Estados Unidos podía y podría invadir Irak,
sólo por ser un punto focal, malintencionado, antiestadounidense
en Medio Oriente. Inclusive si todos y cada uno de los miembros del
régimen de Bush hubieran sabido con absoluta certeza que no existía
y nunca había existido arma alguna de destrucción masiva,
Estados Unidos, de todos modos, habría invadido Irak. Después
de todo, Wolfowitz dijo que el énfasis puesto en dicho armamento
era mera conveniencia burocrática, queriendo decir con esto que
un argumento así era el que podría persuadir a los renuentes
del Congreso estadounidense y del pueblo en general para que apoyaran
la acción, pero que nunca fue la razón real.
La respuesta también es sí: Estados Unidos estaba preocupado
por las armas de destrucción masiva, ya que está decidido
a que ninguna otra nación o fuerza en el mundo esté en
posibilidad de constreñirlo en modo alguno, ciertamente no en
el nivel militar. Esto significa, y lo he repetido, que Washington no
puede tolerar, de ninguna manera, que políticamente la Unión
Europea sea independiente de él. Y no puede tolerar que ningún
otro país tenga armas nucleares.
Por supuesto, algunos otros países -Reino Unido, Rusia, Francia,
China, India, Pakistán e Israel- ya las poseen. Y Estados Unidos
sabe que hay muchas cosas que puede hacer para retrasar el reloj. Pero
la política estadounidense es impedir que las tengan otros países,
aquellos en posibilidad de desarrollar tales armas en los próximos
10 años. No es únicamente el caso de Corea del Norte e
Irán sino aun Libia, Egipto y Argelia. También Japón,
Corea del Sur, Kazajstán, Ucrania, Bielorrusia, Alemania, Sudáfrica,
Brasil y Argentina. La lista es larga, pero hay tal vez docenas más.
El razonamiento estadounidense es realmente muy simple. El daño
que puede ocasionar incluso una bomba atómica pequeña,
arrojada en el curso de una contienda, es suficiente para que el costo
de una acción militar sea muy alto, tal vez demasiado. Se habla
mucho estos días de combate asimétrico, lo que significa
que Estados Unidos está tan por encima de cualquier otro país
en términos de armamento militar, que necesariamente gana cualquier
confrontación. Pero las llamadas adm pueden disolver esa asimetría,
especialmente cuando el impacto político de usar tales armas
tendría el efecto de empujar a la opinión pública
estadounidense a sancionar la guerra.
Así, es entendible que Washington intente frenar la proliferación.
Sin embargo, debe decirse que este intento es quijotesco. Por una parte,
cambiar los gobiernos (cambiar de régimen) no resuelve el problema
en lo más mínimo. Debemos recordar hoy que el programa
nuclear de Irán no lo iniciaron los ayatolas sino el sha, a quien
Estados Unidos instauró en el poder. Y fue avalado por los israelíes,
que veían a Irán como un freno para Irak. Debemos recordar
que el programa de armas biológicas iraquíes recibió
el aval y la asistencia de los británicos y los estadounidenses
que veían en Irak un freno para Irán. Y así va.
La invasión estadounidense de Irak no frenó sino que
aceleró los programas para elevar la capacidad de adm en todas
partes. En tanto, Estados Unidos está atrapado en una prolongada
y desgastante ocupación de Irak, con menos, no más, posibilidad
de proteger sus intereses en otros lugares del mundo. El 30 de junio
el Financial Times se preguntaba si Irak se había vuelto la Chechenia
de Bush. En el asunto de las adm contra Hussein, el manejo cínico
de Bush terminará por alcanzarlo, mientras los soldados estadounidenses
se topan más con el fuego de la guerrilla que ya se desató.
Bush aprenderá la lección de todo gobernante. Hay límites
al poder, especialmente cuando no se le usa con prudencia e inteligentemente.
Pocas veces en la historia reciente se ha usado este poder de manera
más extravagante y temeraria.
La Jornada
Traducción: Ramón Vera Herrera
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