21D: Perdió el desborde
Quizá lo mas significativo de los resultados de las elecciones catalanas sea comprobar algo que, en el fragor de la revuelta de octubre, no resultaba claro para muchos: la vía territorial hacia la ruptura del régimen tiene un alto poder de inflamación y un escaso poder de agregación. Tomando los resultados por bloques tenemos un Parlament casi idéntico al disuelto por Rajoy. Se puede argumentar que la represión y la cárcel de sus dirigentes ha hecho mella en el independentismo, pero también resulta evidente que el independentismo ha vivido los mayores niveles de movilización de su historia reciente.
Por eso es importante tener en mente una tendencia que se señalará posiblemente poco: salvo en la derecha unionista, todo el espectro se mueve hacia las opciones más institucionalistas, un término que en este caso quizá sea mas útil que "derechas". JxCat avanza sobre ERC y ambos a su vez avanzan notablemente a costa de la CUP, que es cierto que tenía mucho voto prestado, pero también es cierto que no lo consolida. Lo mismo se puede decir del PSC frente a Comuns. Esto refuerza el sentido de duelo de aparatos de Estado, o mejor, por la jerarquía dentro del poder central europeo frente al desborde popular.
El caso de Ciudadanos es quizá algo mas complejo. Ciudadanos es una expresión de un doble voto negativo, al menos en su expresión de voto popular, que es la que marca la diferencia. Por un lado se vota contra el catalanismo, que se percibe como un ataque a estos sectores populares. Pero por otro se vota contra la opción unionista mas integrada en el aparato de Estado, el PP.
Esto quizá requiere una explicación adicional. La recomposición de la derecha durante estos meses ha reagrupado a todo el espectro que va desde los nazis a un PSOE arrastrado por su condición de ser “pata del Estado” sobre el tema de la unidad de España. Tema que controla el PP y que ha sido sobre el que se ha construido la legitimación política del Estado español hasta la crisis de 2009. Y sobre el que evidentemente se quiere construir su restauración.
Es decir, el PP tiene buenos motivos para pensar que controla Catalunya a través de C's. De hecho, cualquier giro autoritario no lo asumirá directamente el PP, que ya es casi extraparlamentario, sino C's y, en menor medida, el PSC. En la medida en que la “unidad de España” siga siendo el tema político central del Estado español, tanto en su defensa como en su ataque, el PP seguirá reforzándose como su valedor en el aparato de Estado, siendo capaz de construir mayorías electorales en el resto del Estado a partir de esa posición de repliegue.
No se trata de poner en duda el caudal de malestar y deseo de cambio que se expresó el 1-O pero sí de ser conscientes de sus límites. Sin duda, lo vivido en octubre ha sido el mayor estallido político desde el 15M. Tampoco es especialmente útil para la ruptura una separación rígida entre los ejes “nacional” y “social”, que de por sí nos mete en el marco de la autonomía de lo político, y una vez allí los resultados son los descritos más arriba. En su lugar, hay que volver a una política de identificación de poderes, entre ellos el poder económico europeo, y contrapoderes vinculados a posiciones sociales. Una política de clase que tenga como misión construir una nueva clase.
El Salto