Caso JARRAI-HAIKA-SEGI: Historias de alegrías e inquietudes al otro lado de la "pecera"
Son aproximadamente las 9.30 y al inicio de la calle Génova de Madrid ya se puede apreciar un considerable grupo de personas, familiares y amigos de los jóvenes procesados, a la espera de poder entrar en la Audiencia Nacional. Acceden en grupos pequeños, después de que el agente que custodia la entrada indique a algún familiar que «avise a otros cinco». «Eso lo hacemos con mucho gusto», explican en la entrevista que mantuvieron con GARA en Madrid. Pero esas palabras no llegan siempre, y en más de una ocasión han visto frustradas sus ilusiones de ver a sus hijos, amigos o compañeros. Entonces toca matar el tiempo yendo de paseo, a tomar café o a inventarse alguna forma de pasar la mañana.
El primer día del juicio, por ejemplo, «seis padres y madres nos quedamos en la calle, pese a que insistimos en que éramos familiares directos. Nos dijeron "la sala está llena" y que no había sitio», recuerda Belén Aguilar, madre de Ugaitz Elizaran. Los que consiguen traspasar la puerta principal deben enfrentarse al arco y la apertura de bolsos, sobre todo los jóvenes.
En una de estas largas esperas, Begoña Boado, madre de Olatz Carro (una de las procesadas que quedó en libertad tras haber permanecido cuatro años en prisión preventiva), denuncia la «dureza» del trato que se dispensa tanto a los familiares como a los jóvenes presos en la «pecera». «Muchas veces no tienen ni agua y únicamente les dan un bocadillo con dos finísimas rodajas de mortadela o salchicón», manifiesta.
Se trata del habitual bocadillo frío que se cambió milagrosamente por otro de lomo caliente justo el día en que el Colectivo de Presos inició la huelga de hambre para reclamar el reconocimiento del estatus político.
El agua la tienen que llevar los propios familiares que, cada mañana, llegan a la Audiencia Nacional portando varias cajas.
«Es increíble la humillación a la que nos someten, empezando por la falta de formalidad y la larga espera. Hemos venido a las 9.30 y entrado a las 11.30», resalta Xabier Iñigo, padre de Asier. Boado se suma a la queja por «la falta de seriedad del tribunal». «Se están jugando un montón de años de cárcel y el tribunal no se lo toma con la seriedad que requiere», destaca.
El padre de Garikoitz Etxeberria resalta como ejemplo de esta «falta de rigor» las traducciones de las declaraciones de los propios procesados y los testigos. «Son increíbles; pensar que se están jugando tantos años de cárcel y que se hagan así», denuncia.
Viendo el desarrollo que ha tenido todo este proceso, le parece muy positiva la asistencia de la gente «para que vean lo que es esto y que ocurre realmente». Durante este mes y medio observadores, miembros de asociaciones de abogados estatales e internacionales, de la plataforma 18/98+... no han dejado de acercarse a la sede del tribunal especial.
Sobre los recuerdos que tienen del inicio de este juicio y qué opinión les merece, Boado relata que los primeros días los vivió «con mucho nerviosismo», al tiempo que no duda en calificarlo de «político». «Eso ya lo sabíamos de antemano, pero está quedando más que evidente. Es destacable la capacidad que han demostrado los jóvenes para exponer su forma de trabajo y pensar», manifiesta.
Mireia Izagirre, madre de Garazi Biteri, no pierde las esperanzas pero subraya que «estamos ante un juicio político» y tilda de «increíbles» las peticionesdel fiscal del caso, Enrique Molina. En la otra cara sitúa el respaldo ciudadano, del que espera que «pueda ayudarnos».
Xabier Iñigo, padre de Asier (en prisión), afirma que «si yo fuera el juez diría que estas acusaciones no tienen ni pies ni cabeza. Pero no nos podemos hacer ilusiones de nada». «Segura- mente, la sentencia está pactada. Las preguntas del fiscal no profundizan mucho y más bien van encaminadas a restar credibilidad a los testigos. Quieren dar apariencia de garantías», añade el padre de Elizaran. Pello Epelde, hermano de Aiora (también en prisión), tiene claro que «esto es un circo y un show. La crónica de este proceso judicial ya está escrita, esto es un paripé. Los juzgaron hace cuatro años».
Como los demás allegados, expresa la «impotencia» ante el trato diario. «A nosotros nos registran, nos ponen mil obstáculos para entrar, nos hacen vaciar los bolsos... y los de la AVT entran incluso con un móvil con cámara incorporada y nos sacan fotos en la misma sala». Pero todo ello no hace olvidar «la felicidad de poder ver a nuestros familiares y el cruce de miradas con ellos. Eso no lo va a cambiar ninguna sentencia», asegura. Xabier Iñigo incide en «el buen ambiente que hay entre nosotros y es que gracias a unos hijos maravillosos hemos conocido a unos padres maravillosos».
No obstante, Boado remarca que «es muy duro que ni siquiera te dejen acercarte a la "pecera"». Pese a que los policías, y a veces hasta los de la AVT, se interponen entre los allegados y los jóvenes presos, los gestos, las sonrisas y las palabras escritas en improvisados carteles hechos con hojas de periódico o de cuaderno logran traspasar los gruesos cristales. -
Ezustea eta poza aske utzitakoan
«Asko poztu ginen semea aske geldituko zela jakitean; ez nuen sinesten hura egia izan zitekeenik», adierazi du Mari Carmen Uriak. Semea, Garikoitz Etxeberria, aske gelditu zen hilaren 4an, lau urte ostean. Berarekin, Ugaitz Elizaran, Garazi Biteri, Olatz Carro, Olatz Dañobeitia eta Igor Ortega atera ziren kartzelatik. Belen Susundegi, Ortegaren ama, izugarri poztu zen. Lanean oporrak eskatu zituen eta semearekin itzuli zen Madrilera astelehenean.
«Espetxealdia luzatu izan baliete, beste bidegabekeria bat izango zen», esan du Belen Aguilarrek.
Fuente:
http://www.gara.net/idatzia/20050325/art107067.php
solidaria en La Haine:
http://www.lahaine.org/b2lharticulo.php?p=5938&more=1&c=1