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Euskal Herria :: 28/08/2003

Desencuentro Ideológico Público: "Militarización, financierización y subimperialismo españoles"

La Haine.

A partir de hoy, jueves 28 de agosto de 2003, invitamos a todos los intelectuales y activistas a abrir un debate público en La Haine con Iñaki Gil de San Vicente sobre un tema especialmente interesante, la militarización del capitalismo español.

DEBATE INTERNACIONAL SOBRE LA ESTRATEGIA DE LA BURGUESIA ESPAÑOLA

por Iñaki Gil de San Vicente

El debate internacional que se propone gira alrededor de una serie de textos que se han ido colgando en la Red y que encuentran su, por ahora, última plasmación en "Militarización, financierización y subimperialismo españoles".

Este debate internacional tiene varios objetivos: uno, el de salir de trampa de los tópicos al uso sobre la globalización; otro, el de superar las limitaciones del tópico de la existencia de un "pensamiento único" que todo lo tergiversa, vigila o prohibe y, por último, bucear hasta las problemas y contradicciones históricas que determinan la evolución del capitalismo estatal y explican las opciones actuales de su clase dominante. Todo ello con una intención muy precisa: desde la situación y desde las necesidades del proceso de obtención de la soberanía nacional vasca, plantear una serie de propuestas prácticas a las fuerzas sociales, desde las mujeres hasta las masas trabajadoras pasando por las naciones oprimidas.

Advierto que desde la situación y necesidades vascas porque parto de mi situación para volver a ella, pero buscando a la vez una reflexión crítica internacional que sustente una autentica solidaridad internacionalista. La dialéctica entre los derechos nacionales de los pueblos sin independencia, lo estatal y europeo, y lo internacional y mundial está hoy más viva que nunca.

¿Qué quiero decir con lo de tópicos sobre la globalización? Pues que basta echar una ojeada a la masa de artículos, ponencias, libros, etc., que circulan de un modo u otro, para comprobar con tristeza que, por lo general, se abusa de una verborrea grandilocuente pero hueca, vacía de contenido teórico y sobre todo de propuestas políticas de inmediata aplicación práctica de masas. ¿Y con lo del tópico sobre el "pensamiento único"? Pues que se cae en la muy peligrosa creencia de que el poder además de dominarlo todo, también ha impuesto una sola forma de pensar la realidad, de modo que los restantes pensamientos sobre lo que ocurre están enfrentados de algún modo al poder establecido. Y esto no es cierto. Sí es verdad que, como ya advirtieran Marx y Engels, la ideología dominante en una sociedad es la ideología de la clase dominante. Pero una cosa es la ideología, tal cual la definieron ambos revolucionarios en cuanto falsa conciencia que invierte la causa por el efecto, y otra muy diferente es el pensamiento. La confusión e identificación entre ideología dominante, la patriarco-burguesa y españolista, y el tópico del "pensamiento único" sirve para ocultar que buena parte de las supuestas alternativas actuales son simples modas de consumo ideológico, de usar y tirar según las necesidades de la industria político-meática burguesa que cada equis tiempo renueva las ofertas en el mercado de ideologías reformistas.

Ambos tópicos, globalización y "pensamiento único", sin negar su porción de verdad por la misma dialéctica inherente al pensamiento humano, empero y además de otros efectos narcotizantes, también ocultan nuestro sometimiento a un sistema versátil, ágil e interactivo de (tele)control social flexible producido por el capitalismo en las últimas décadas y que sirve para explicar las relaciones del poder burgués esencial con el auge del neofascismo actual, y también, las diferencias entre el fascismo y el nazismo de los años "30 del siglo XX y el neofascismo actual. Como espero mostrar en el debate internacional propuesto, el neofascismo actual solamente es comprensible desde la base previa de la mejora de los instrumentos de manipulación y alienación de masas generados por el capitalismo mundial tras la Segunda Guerra Mundial y remodelados profundamente desde hace dos décadas, en estrecha relación con el auge del capital financiero y las nuevas tecnologías de "comunicación" (¿?) y, a menor escala, de la expansión imparable del área oficialmente definida como criminal, ilegal y alegal de la economía capitalista.

Uno de los logros del (tele)control social flexible es que impide o limita al extremo el debate crítico colectivo sobre lo que sucede en la realidad, por qué sucede, cuales son sus consecuencias y, sobre todo, cómo enfrentarse a todo ello. El neofascismo lo consigue utilizando la burda y dura prohibición directa, explícita, pero con ello, a medio y largo plazo, a veces incluso a corto, azuza las ansias de libertad; sin embargo, el (tele)control social flexible es perversamente más efectivo porque difunde la falsa sensación de la libertad falsa. Sabemos que el capitalismo puede recurrir a varios sistemas políticos de dominación aparentemente antagónicos entre sí, desde el nazifascismo o Estado imperial medieval hasta la democracia burguesa más tolerante e integradora en las formas de dominación, pasando por diversos tipos de monarquías, presidencialismos, bonapartimos y hasta regímenes religiosos. Pero lo decisivo e intocable para el capital es, junto a su exclusiva propiedad de los medios de producción, también la buena marcha de la acumulación ampliada de capitales y su monopolio estatal de la violencia. Ahora bien, según los contextos y las coyunturas, la burguesía puede utilizar una mezcla de formas e instrumentos de poder, atendiendo a diversos objetivos más o menos peligrosos y urgentes. Por ejemplo, contra Hego Euskal Herria y especialmente contra la izquierda abertzale se emplean los métodos típicamente neofascistas, mientras que en el Estado español sigue utilizando en decreciente medida los elementos supuestamente democráticos del (tele)control flexible mientras amplía y extiende los directamente autoritarios.

Sin embargo, en el capitalismo español actual, por ceñirnos a nuestro obligado e impuesto militarmente marco estatal, la dialéctica entre formas neofascistas y el (tele)control flexible no funcionaria tan bien sin la intervención del reformismo político-sindical, cultural y mediático, sin su demoledora incidencia cotidiana sostenida desde la segunda mitad de los "70 del siglo XX, por no buscar más atrás, con la devastación intelectual, destrucción de la memoria colectiva y aniquilamiento de la coherencia ético-moral de la praxis revolucionaria que ha causado y refuerza día a día. Así, la gente con inquietudes sociales, políticas, etc., ha sido y está siendo imperceptiblemente conducida a una empobrecedora y limitadora interpretación de los acontecimientos en vez de ser ayudada e incitada a una praxis transformadora. Además, una interpretación ahistórica, metafísica y mecanicista, estática, incapaz de relacionar entre sí los problemas. Una interpretación que se limita a ver los problemas en su aislamiento e inmutabilidad, sin integrarlos en una totalidad concreta minada por contradicciones en permanente enfrentamiento. El sistema, o sea, la burguesía española, oculta así las causas sociales de los problemas, extiende la creencia de que solamente existen soluciones a esos problemas dentro del sistema mismo, nunca fuera y menos todavía contra ella. Muy especialmente, que hay que excomulgar y expulsar al atroz submundo de la criminalización y represión, también de la irracionalización, a quienes se le enfrentan.

Como resultado lógico de todo lo visto, la burguesía española dispone de una apreciable iniciativa en los momentos actuales, porque todavía no existe una fuerte y decidida oposición frontal de izquierdas dentro del Estado, exceptuada la izquierda independentista y socialista vasca y la cada vez más significativa extensión de otras luchas naciones y sociales. ¿Iniciativa para qué? Para intentar recuperar el espacio perdido en la competencia subimperialista mundial; para contener su tendencia al retroceso en la escala capitalista mundial; para aumentar la tasa media de beneficio; para apuntalar el Estado y resolver en la medida de los posible las crisis estructurales que arrastra desde hace varios siglos, etcétera. La iniciativa le viene asegurada tanto por el Gobierno del PP como por la estrategia y las tácticas del PSOE, y por la acción permanente de IU. Disponiendo de estas ayudas y de otras en absoluto desdeñables como son las que le brindan egoístamente las burocracias de CCOO y UGT, la burguesía española está procediendo a ciertos cambios adaptativos de consecuencias importantes a medio y largo plazo.

El primer cambio significativo, sobre todo por su publicidad oficial y su salto cualitativo con respecto al pasado, es el proceso de militarización social como medida necesaria para reforzar su voluntad subimperialista y los efectos sociales terribles causados tanto por la financierización como por el endurecimiento de la explotación de género, nacional y de clase. Mientras que hasta comienzos de los "90 del siglo XX el capitalismo español podía mal que bien mantener un gasto improductivo en su clásico militarismo heredado del pasado, a partir de esas fechas, empero, el militarismo rancio y obsoleto ya no servia para las nuevas necesidades internas y externas. Es cierto que con el PSOE en el Gobierno ya se inició este salto, pero fue tímido porque la situación no exigía un paso decisivo y decisivo, que el PSOE hubiera dado sin ningún reparo de mandárselo la burguesía. Con el PP es total y anunciado públicamente. El envío de tropas a Iraq es solamente el ejemplo más reciente, pues lo decisivo es el conjunto de medidas internas como el anuncio de mayores inversiones en la militarización y la propuesta de volver a la movilización militar obligatoria en determinados supuestos de crisis. Lo crucial, lo que define como cualitativo el paso impuesto por el PP, es que la militarización debe tener obligatoriamente un contenido, una extensión y una intensidad sociales, es decir, es y debe ser una penetración del aparato militar modernizado en el conjunto de la estructura social clasista. El viejo militarismo se limitaba a la vigilancia y a la represión, también a la ideologización grannacionalista española de la juventud, y un poco al complejo industrial-militar de baja tecnología y poco capital constante, pero la militarización se extiende a la totalidad social al ser una pieza fundamental en el orden interno y en la política externa, como está expuesto en el texto presentado a debate. Una característica de la militarización impuesta por el PP es la predominancia otorgada a los EEUU, llegando a la concesión dada a los servicios secretos yankis de libertad plena de movimiento en el Estado.

El segundo cambio, que además explica mucho sobre el tema que tratamos, es la aceptación pública por parte de intelectuales orgánicos del sistema, que no sólo del PP, de la naturaleza dependiente y de media potencia del capitalismo español. En el documento a debate se cita un texto de un economista español que habla sobre esta limitación crucial para entender la estrategia interna y externa de la burguesía española. De hecho, desde finales del siglo XIX en forma manifiesta y colectiva por parte de intelectuales y políticos españoles, pero ya incluso antes a título individual, existía una certidumbre de decadencia y de atraso creciente con respecto al capitalismo más desarrollado. Lo que es nuevo es la explícita aceptación de la naturaleza dependiente del capitalismo español, es decir, que necesita de la "suerte" externa para salir de sus crisis internas. Dejando para el lector que quiera participar en el debate, las criticas que se hacen en el documento al texto citado, sí hay que decir que toda la estrategia estatal desde la UCD en adelante ha consistido en reducir en lo posible esa dependencia exterior, en reducir en lo posible la incertidumbre angustiosa consustancial a la dependencia de la "suerte" exterior, de la contingencia azarosa, y en aumentar la explotación interna, los recursos externos y las alianzas/dependencias con y hacia potencias imperialistas que actúen como garantes y protectores del Estado español. Si no comprendemos esto no entenderemos nada del comportamiento del PSOE y menos del PP.

El tercer cambio significativo es la desidia e indiferencia del PP por recuperar el atraso tecnocientífico del capitalismo español, sobre todo en lo relacionado con la productividad del trabajo, que se ha estancado en el último año y medio y que había avanzado muy poco, realmente poco, en los años anteriores. Todos los analistas y estudiosos mínimamente serios de las dificultades internas del capitalismo español, coinciden en afirmar que una de ellas es el atraso en la productividad, en inversión en tecnología y en capital constante, en máquinas modernas. Yo opino al respecto que no solamente es una desidia coyuntural del PP, agobiado por otras prioridades, sino que se trata de una característica identitaria de la burguesía española, que ha buscado siempre multiplicar la explotación del trabajo vivo como método más seguro para obtener el plusvalor absoluto, que arriesgarse a inversiones a medio plazo en capital constante para aumentar el plusvalor relativo. Aquí interviene la efectividad del aparato estatal para agilizar todo el proceso de formación y reciclase de fuerza de trabajo y de las mismas fuerzas productivas, lo que nos obliga a estudiar la realidad objetiva de las luchas de clases e independentistas de las naciones oprimidas y sus efectos sobre el capitalismo y su Estado. Y esto nos lleva a dos datos históricos incuestionables e inseparables de las luchas sociales de todo tipo: que en el Estado español no triunfó definitivamente ninguna revolución burguesa y que, relacionado con esto, fracasaron más o menos los sucesivos intentos de modernización industrial, por no hablar de revolución industrial. Como resultado de lo anterior, la burguesía española es mucho más proclive al palo y tentetieso, a la explotación brutal para maximizar el beneficio, que a una estrategia de potenciación tecnocientífica e inversiones, de lucha contra la corrupción para racionalizar el despilfarro, etcétera.

Un cuarto cambio, que en realidad refuerza y amplia la ofensiva lanzada por la burguesía española con la LOAPA impuesta al calor del golpe de Estado "fallido" (¿?) de febrero de 1981, es el endurecimiento de la explotación, opresión y dominación que ejercer sobre y contra las naciones periféricas y contra el propio pueblo castellano. Los beneficios que el capitalismo español obtiene gracias a su imperialismo interno, no son solamente económicos --los prioritarios-- sino también políticos, culturales, simbólicos y hasta machistas y sexistas teniendo en cuenta la esencia fálica y misógina, amén de racista, del nacionalismo español. Es cierto que el PSOE aplicó fiel y fervorosamente las directrices de la LOAPA pero el PP ha multiplicado la opresión nacional. Dos son las razones básicas que lo explican. La primera es que "España" no es una nación en el sentido pleno --por ejemplo, como sí lo es la nación vasca-- sino que su cohesión nacional es muy precaria e incierta precisamente por la debilidad de la burguesía centralista, incapaz integrar pacíficamente a las burguesías periféricas no españolas sino usando la coerción, amenaza y violencia más o menos brutal, además las alianzas reaccionarias de las altas burguesías peninsulares. Sobre esta base histórica, la evolución reciente del capitalismo y en especial la tendencia a la unificación capitalista de Europa bajo el eje Berlin-París, azuza las fallas estructurales del Estado y de entre ellas, las tendencias centrífugas --desde la perspectiva española-- de las naciones oprimidas que plantean abiertamente su derecho/necesidad a la soberanía plena.

Un quinto cambio más significativo y novedoso que los precedentes, que deben ser considerados como clásicos en toda ofensiva burguesa, es la deliberada potenciación desde los poderes estatales, paraestatales y extraestatales de la supremacía del capital financiero sobre el industrial y el comercial. También hay que achacar al PSOE el inicio de una política similar, aunque algo más equilibrada en cuanto al mantenimiento del capital industrial modernizado y sobre todo de las empresas estatales, mal denominadas "públicas"; pero es el Gobierno del PP el que se ha lanzado abiertamente en esa dirección, sobre todo desde finales de los "90 del siglo XX y de forma ostentosa desde que obtuvo la mayoría absoluta a comienzos de 2000. Es como si la fracción políticamente dominante de la burguesía española, consciente de la secundariedad estructural insalvable de su capitalismo en el mercado mundial y europeo, hubiera decidido utilizar el poder político del PP para transubstanciar al modo del misterio de fe cristiano, el capitalismo mayormente industrial en capitalismo mayormente financiero. ¿Es "como si" o es cierto a secas? Yo pienso que se trata de lo segundo y más concretamente, se trata de extender la denominada "cultura financiera" --que se analiza en el documento-base-- como cemento ideológico de los cambios conscientemente aplicados por la fracción políticamente dominante de y en la burguesía española.

Un sexto cambio unido al anterior es el del crecimiento de una "nueva" burguesía. De hecho, según la teoría marxista de las clases sociales, todas las clases están en un proceso permanente de adaptación, de cambio, de desestructuración/reestructuración entre sus diversas fracciones. La burguesía tiene ventajas incuestionables sobre el proletariado en este tema tan importante, pero también las tiene la burguesía nacionalmente opresora sobre la de la nación oprimida, pero este es un tema sobre el que no puedo extenderme ahora. Actualmente, una fracción burguesa está impulsando un proceso idéntico con el recurso sistemático e implacable de todas las tácticas disponibles, e inventando las inexistentes pero necesarias. No es la primera vez que una cosa así sucede en el capitalismo, pero lo que si llama la atención de esta es, por un lado, la cínica chulería despreciativa incluso de su propia legalidad y, por otro lado, la incapacidad del reformismo para comprender y combatir esa estrategia. Desde las viejas familias franquistas del capitalismo agrario, hasta manadas enteras de advenedizos oportunistas y crueles que se aprovechan de las privatizaciones de todo tipo, de sus contactos con la burocracia estatal, de toda serie de maniobras inmorales e ilegales, pasando por una larga lista de burgueses, sin olvidarnos de ecónomos y administradores eclesiásticos, esta recua de bestias desalmadas se están reestructurando como "nueva" fracción de la burguesía financiera española, con un Estado entero a su plena disposición. Ahora bien, que nadie espere que el PSOE, si llega al Gobierno --que no al control del Estado, que es otra cosa-- detenga este proceso degenerativo.

Un séptimo cambio, también simultaneo a los precedentes y responsable destacado en la formación de la "nueva" burguesía, es la reactivación a lo grande del subimperialismo tenuemente iniciado por el PSOE. No se trata en modo alguno, ni puede llagar a serlo jamás, de un imperialismo clásico, dispuesto a competir economicamente con otros, como lo hace, por ejemplo, el francés con el norteamericano en amplias zonas de Africa, o el euroimperialismo con el norteamericano de manera incipiente en otras zonas, sin poder cuestionar la supremacía yanki ni negar los lazos que les atan a los EEUU. No, de hecho el subimperialismo español, como se afirma en el documento expuesto a discusión, es muy dependiente del yanki, especialmente en Latinoamérica, y debe contentarse paciente y disciplinadamente con las migajas que le conceden los EEUU, incluso cuando no se las concede también, como ha ocurrido tras la invasión de Iraq pues si en un principio, según se recoge en el documento, cincuenta empresas españolas podían participar en el saqueo y expolio iraquí, ahora resulta que ninguna ha sido premiada. Pero esto en modo alguno disminuye la importancia relativa de los beneficios materiales extras obtenidos por la burguesía española, así como otra serie de beneficios como los ideológicos y nacionalistas de cohesión estatal interna. Por otra parte, el subimperialismo exige la militarización social antes vista, aunque sea verdaderamente enana comparada con la norteamericana y, cada vez más, con la europea.

Un octavo y último cambio reseñado en el documento no es otro que el plegamiento consciente de la burguesía española bajo la dirección/protección del PP, a los designios y voluntad de los EEUU, sobre todo en cuestiones como tecnociencia y especialmente tecnología militar, y apoyos yankis en y para la competencia en el mercado mundial y europeo. En realidad, plegamientos similares han sido constantes en las clases dominantes españolas desde que admitió la protección borbónica a principios del siglo XVIII. Desde entonces y de manera creciente, todas y cada una de las grandes crisis sistémicas del Estado español han sido resueltas también gracias a las decisivas ayudas burguesas exteriores. Este componente sustancial de la "historia nacional española" es negado o silenciado por el poder, pero su recurrencia histórica confirma las debilidades estructurales de "España". Sin retroceder mucho, al igual que el dictador Franco desde 1943 en adelante y sobre todo desde comienzos de los "50 del siglo XX comenzó a plegarse ante los EEUU, también los nacionalistas españoles del PP, con Aznar al frente, han aceptado algo parecido a una semicolonización práctica del Estado español por parte de los EEUU, todo con tal de aumentar los beneficios de la burguesía española. Uno de los costos de esa "protección" del capo yanki es el de defender sus intereses dentro de la UE, actuando abiertamente como agente infiltrado.

Para terminar, los cambios analizados cuestionan radicalmente la teoría y la práctica del reformismo, por no hablar del PSOE, responsable directo de buena parte de esas transformaciones en su fase inicial y corresponsable indirecto durante sus años de "oposición". Pero también presentan interrogantes vitales a las izquierdas que empiezan a superar las abstracciones de la "lucha contra la globalización" y avanzan en una lucha verdaderamente revolucionaria contra la propiedad privada de las fuerzas productivas, contra la explotación de la fuerza de trabajo, contra el Estado del capital español y contra su ideología patriarco-burguesa y nacionalista española. Pero estos objetivos esenciales nos remiten tanto en su totalidad como cada uno de ellos a la opresión nacional de los pueblos periféricos, opresión que es compendio y síntesis de las restantes. Pues bien, aquí vuelve a aparecer la cuestión de la soberanía de estas naciones y la constante histórica de que el problema español solamente tendrá solución cuando "España" se extinga como cárcel de pueblos que es y como el fundamental marco geoproductivo de la acumulación del capitalismo estatal. ¿Qué surgirá en su lugar? Los vascos no tenemos nada que decir al respecto, excepto nuestra solidaridad internacionalista para con las clases trabajadoras castellanas. Lo primero y decisivo a lo que tienen que enfrentarse sus izquierdas revolucionarias es a la terrible y trágica identidad entre la derecha y el reformismo en algo tan decisivo como la prioridad que dan a la continuidad de "España". Los primeros, la derecha y extrema derecha, porque prefieren "antes una España roja que rota", y los segundos, los reformistas, porque en la práctica defienden "antes una España azul que rota".

 

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