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Asturies, Estado español :: 20/01/2022

Entrevista al preso político comunista y vecino de Asturies, Lucio García Blanco

Comite d'Asturies Pola Amnistía
Respuesta desde la prisión de Topas, en Salamanca (06-01-2022)

Lucio García Blanco es un obrero y militante comunista nacido en Valladolid en 1950, aunque desde ya muy pequeño se trasladaría a vivir a Asturies. En 1976 ingresa en el PCE (r) y empieza a desarrollar su militancia partidista dentro del movimiento obrero, sufriendo una represión salvaje, múltiples detenciones y torturas. En 2007 fue detenido por última vez y condenado a 20 años de prisión por su militancia comunista bajo la aplicación de la Ley de Partidos. Actualmente se encuentra en la prisión de Topas, en Salamanca.

Aquí se puede leer su biografía:

http://www.presos.org.es/index.php/category/lucio-garcia-blanco/ 

¿Qué consejos podrías darnos como militantes para alentar a las nuevas generaciones a organizarse?

Supongo que algunos compañeros de vuestro colectivo procederán de ellas, y que conoceréis bastante bien sus problemas, así que creo que sería positivo que pudieseis impulsar alguna campaña denunciando el excesivo control policial que les imponen en las zonas donde se reúnen para divertirse, y asimismo, contra los abusos represivos concretos, detenciones, etc. Más, por otra parte, ni que decir tiene que es muy necesario denunciar el alto nivel de paro que sufren. Pero no me cabe duda de que podréis hacer un buen trabajo político en ese entorno, y organizar a los más combativos.

¿Cómo fue tu viaje por América Latina?

Me fui allí, a Buenos Aires, desde Las Palmas – donde trabajaba de mecánico – acompañado por dos amigos gallegos, en un embarco que transportaba mercancías, y algunos pasajeros. Llegamos un sábado, y el martes, yo ya encontraba trabajo en un taller de automóviles. Pero estaba muy lejos de donde vivía, y tenía que utilizar metro y autobús. El sueldo, y el nivel de vida, era similar al que teníamos aquí, pero el peso argentino comenzó a devaluarse y la vida se puso algo complicada, por lo que unos tres meses después decidimos irnos a otros países.

Hasta Colombia ya no encontramos trabajo, y además fue después de haber estado en Venezuela, y ser expulsado de allí por haber entrado sin visado, por el monte, pues ya no teníamos dinero para ello. Era una práctica muy extendida entre los trabajadores colombianos, pues los sueldos eran más altos que en su país.

¿Qué sentimientos recuerdas de tu primera detención? ¿Pensaste en algún momento en abandonar la lucha?

Esta detención se llevó a cabo en 1977 en Vigo, donde trabajaba en un taller de SEAT, y ya estaba militando en el PCE (r).

En su comisaría, durante una semana o algo más, por las noches, me ponían una bolsa en la cabeza, y me torturaban, golpeándome en los testículos, por todo el cuerpo, y sobre todo en la planta de los pies, de forma sistemática. También me metían la cabeza en una bañera llena de agua. Así que después de ingresar en la cárcel de esa ciudad, tardé varios meses en poder andar con normalidad. Claro que en ningún momento me bajó la moral, sino que aquello me reafirmó en la necesidad de continuar luchando. Tampoco me quedaron secuelas psicológicas, sino cierta satisfacción y orgullo por haber resistido y rechazado sus preguntas y exigencias.

Entrando en el cárcel, ¿Encontraste allí personas en contra de tu ideología?

En aquellos momentos, había por estas casas un buen número de presos sociales con cierta conciencia política antifascista, parte de ellos organizados en la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha), y otros independientes, con los que solíamos tener buenas relaciones, e incluso coincidimos para pedir algunas reivindicaciones a la prisión.

Como me dejaron cierto tiempo en la cárcel de Vigo, pude sentir una amplia solidaridad, sobre todo de los militantes y amigos del barrio de Sárdoma, próximo a la cárcel.

Desde allí fui trasladado a la cárcel de Soria, donde estaban los camaradas de nuestro partido y de los GRAPO, pero a los pocos días nos llevaron a todos a la cárcel de Zamora, donde pudimos organizarnos de forma comunal, en base a nuestras reivindicaciones y lucha.

¿Cómo era la Comuna Carlos Marx? ¿Qué papel jugó en la formación política de los presos?

Su organización y funcionamiento estaban basados en los principios elementales de una sociedad socialista muy avanzada, y en cierta medida comunista. En ese sentido, todos aportábamos nuestro trabajo a la comuna, según nuestra capacidad, y recibíamos en la medida de nuestras necesidades, teniendo en cuenta las características del lugar donde estábamos.

Respecto a las tareas cotidianas de limpieza, cocina, etc., estaban organizadas por grupos que se relevaban a diario todas las semanas. Yo estuve encargado de nuestra despensa de alimentos, y asimismo trabajé de cocinero. Es una actividad que me gusta.

Pero, en general, hacíamos una amplia cantidad de actividades, de estudio, discusión política, cultural, así como de trabajos manuales de todo tipo, que eran vendidos en la calle por asociaciones de familiares y amigos (AFAPP), lo que suponía una buena parte de nuestro sostenimiento. Claro que, con la mayoría de ellos, hacíamos una amplia denuncia del régimen fascista, y una buena propaganda de nuestros objetivos políticos: la consecución de una ruptura democrática, así como la conquista de una República Popular, que ponga los medios de producción al servicio de los trabajadores, y nos lleve hacia una sociedad socialista.

Ya en el ámbito cultural, cabe destacar la elaboración de artículos para la revista Área Crítica, que se vendía en la calle, así como del libro Historia del PCE, desde su nacimiento hasta su degeneración revisionista de la mano de Santiago Carrillo. Y, de vez en cuando, se convocaban concursos literarios de relatos o poesía, que eran calificados por un jurado, y vendidos en la calle. Por otra parte, con el camarada Sánchez Casas a la cabeza, se organizó un grupo de teatro, que nos representó unas cuantas obras interesantes. Y asimismo pudimos escuchar a un coro, que cantaba las canciones progresistas de la etapa de nuestra república, la guerra civil, y de la URSS.

¿Cómo se vive en la clandestinidad?

Lo más duro de este paso, es sin duda, tener que cortar las relaciones habituales con la familia y los amigos, sin saber cuando se podrá volver a estar con ellos. Yo, ya lo hice después de mi primera detención en 1977, y seguí trabajando con documentación falsa, a pico y pala, en unas obras de reparación de las calles, en Vigo, y posteriormente en talleres de coches de A Coruña, donde viví cierto tiempo. El trabajo partidista de contactos y reuniones, lo llevaba a cabo hasta altas horas de la noche.

No obstante, en años posteriores, al tener que dedicar todo el tiempo al trabajo partidista de carácter estatal, teniendo que leer y elaborar bastantes informes y otros escritos, así como hacer más reuniones, procuraba así mismo hacer una vida lo más normal posible, relacionándome tomando unas cañas con los vecinos, practicando algo de senderismo por la sierra de Madrid, etc. Y esta actividad siempre me gustó bastante.

Viendo las huelgas que están surgiendo en todo el Estado, ¿Qué consejos puedes darle a los obreros a día de hoy en base a tu experiencia?

Aquí cabe remarcar el ejemplo de lucha que han dado recientemente los obreros de astilleros de Cádiz, con el apoyo de los sectores populares de allí y muchos zonas del Estado. Pero, todo apunta a que, finalmente, las mafias sindicales de UGT y CCOO han controlado la lucha, y han firmado unos acuerdos bastante pobres. Por todo ello, es necesario impulsar la organización sindical independiente, a través de círculos obreros clandestinos, que se reúnan fuera de su control, y ya sobre ciertas bases de descontento, puedan convocar la asamblea general, en la que se debatan los problemas, y se decidan las medidas de lucha que se consideren necesarias para toda la plantilla.

¿Qué importancia tiene utilizar métodos asamblearios?

Es fundamental para poder plantear, con claridad y fuerza, todos los problemas de los trabajadores, así como sus legítimas aspiraciones salariales, o de otro tipo, y asimismo debatir y decidir las medidas necesarias para exigir a la empresa su solución, los plazos de tiempo, etc. Sólo en base a ellos, se puede esclarecer los criterios de todos/as, y tomar las decisiones más acertadas. Y es desde la asamblea, donde se expresa y se alza toda la legitimidad y la fuerza para desarrollar las huelgas u otro tipo lucha, y poder arrancar a los empresarios las mejoras necesarias.

Un fuerte abrazo

Lucio

 

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