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Estado español :: 11/10/2006

¿Y quién juzgará a este fascista por apología del genocidio y del franquismo?. Joaquín Murrieta a la cárcel!!

Socorro Rojo Internacional
¿qué "demócrata" juez meterá en la cárcel a Joaquín Murrieta por apología del genocidio y del franquismo?

EL VALLE DE LOS CAÍDOS.
Milagros y Memorias

El 7 de abril de 1999, en Pascua de Resurrección, exactamente a las 04.31 horas (hay un sismógrafo en la Abadía que lo detectó), hizo explosión una bomba colocada en un confesionario (el segundo de la pared Este) situado en el crucero de la Basílica del Valle de los Caídos, junto a la Capilla del Santísimo (lado del evangelio del altar). El atentado fue reivindicado por el GRAPO en los diarios "El País", "El "Diario del Atlántico" de Pontevedra y "El Faro de Vigo".

La bomba debió de ser de relativa potencia (entre dos y tres kilos de explosivo), incrementada por ser un lugar cerrado al exterior, de forma que produjo importantes daños, tasados en 724.501,92 euros. (120.546.980 ptas.): el humo y el polvo tardaron dos días en quitarse (y siguen, aun hoy, restando belleza y nitidez al mosaico de la cúpula); el órgano, situado en el otro extremo de crucero, quedó prácticamente destruido; fueron destrozadas ocho filas de bancos a cada lado de la capilla, dos filas de confesionarios y en la sacristía ardieron varios bancos; y las pesadas puertas de bronce de la entrada de la Basílica, de unas 10 toneladas y situadas en ángulo con relación al punto de explosión y a unos 200 metros, sufrieron deformaciones.

El 7 de junio de 2005 la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional condenó, por un delito de estragos terroristas, a 7 años de cárcel a la miembro del GRAPO Mónica Refojos Pérez, quien colocó la bomba el 6 de abril de 1999. El tribunal consideró probado que Mónica, miembro del GRAPO desde 1998, siguiendo instrucciones del máximo responsable de los GRAPO, Manuel Pérez Martínez, alias "Camarada Arenas", se introdujo en la basílica aparentando ser una turista y puso la bomba "con la intención de causar irreparables daños materiales por el simbolismo que dicho monumento representa". Tiempo atrás, Refojos, tras visitar el lugar, elaboró un detallado estudio de cómo, cuándo y dónde debía ser colocada la bomba; esta documentación, manuscrita por Mónica, se encontró en París en noviembre de 2000, tras la caída de la cúpula del GRAPO.

Pues bien, las primeras personas que, a las 48 horas de haberse producido la explosión, entraron en la cripta para reconocer los daños fueron el fraile representante del Abad, el Arquitecto de Patrimonio Histórico, el Aparejador del Valle y el Delegado del Patrimonio para el mismo. En aquel mare mágnum de destrozos, los cuatro, a la vez y con perfecta lucidez, comprobaron con estupor que la grandiosa Cruz situada sobre el altar mayor no había sufrido ningún daño y que en la mano derecha del Crucificado había una rosa roja fresca.

En la fecha del sacrílego atentado se daba la circunstancia de que era inmediatamente después de Pascua de Resurrección, por lo que se habían recogido días atrás todas las flores y limpiado todos los floreros.

Otros hechos extraordinarios, con toda la apariencia de milagrosos, tienen lugar en ocasiones en el Valle de los Caídos, pero el anterior es el principal y más especial, dadas las circunstancias que lo rodean.

Con relación a las mentiras vertidas sobre el Valle últimamente, me permito citar a Pío Moa (en su "Bitácora"), para poner las cosas en su sitio:

"(...) Por suerte podemos acudir a otra información más contrastada y contrastable, como la proveniente de uno de los arquitectos del monumento, del médico de la obra, de testimonios como los del padre de Peces-Barba, etcétera. El médico, Ángel Lausí, no era ningún "sicario fascista", sino un izquierdista que redimía allí penas por el trabajo, y cifra en catorce los muertos en los dieciocho años de la obra, número muy bajo que incluye a obreros presos y libres, y por diversas circunstancias. Nada, pues, de los "cientos, quizá miles" de víctimas de las "condiciones inhumanas". El total de obreros que allí trabajaron no debió de pasar de 2.000, también entre presos y libres, con mayoría de libres (...)".

"¿Hubo trabajos forzados? En una entrevista para un reportaje televisivo, el periodista, algo inexperto, me comunicó el testimonio de personas que decían haber sido seleccionadas a ojo en las cárceles o campos de internamiento y enviadas por la fuerza a Cuelgamuros. Según la ley, no existían trabajos forzados, sino que los presos podían trabajar, voluntariamente, para redimir penas y cobrando un pequeño sueldo. Dudo mucho de que nadie fuera obligado, porque la redención solía ser de dos días por cada uno trabajado, y en el Valle de los Caídos, lugar privilegiado, llegaron a los cinco días por cada uno de labor. Sólo un preso con mucho apego a la existencia carcelaria o aversión al trabajo rehusaría tal posibilidad. Y el hecho es que la mayoría de quienes habían sido condenados a prisión perpetua o conmutados de la pena de muerte estaban libres a los seis o incluso a los cuatro años (...)".

Pero a pesar de esta verdad, y sin comparar siquiera aquellas víctimas con los nada bajos índices de mortalidad en el trabajo de la actualidad (3 muertos al día en 2002), se seguirá propalando la falacia de "millares de muertos por trabajos forzados" y gastos fastuosos (los 1.159.505.687,73 de pesetas se obtuvieron de donaciones y de recaudaciones mediante la Lotería Nacional), y todo ello pasando por alto que en ese majestuoso camposanto reposan los restos de los combatientes de los dos bandos.

Este especialísimo lugar de reconciliación y culto sagrado es el que quieren cerrar y profanar los enemigos de Dios y de España, utilizando la mentira y el odio volcados en el Proyecto de la Ley de Memoria Histórica, fundamentalmente, a propuesta de los masones que gobiernan en Cataluña.

El Valle de los Caídos, a un tiempo Basílica y Cementerio, depende directamente de la Orden Benedictina y, luego, de Su Santidad Benedicto XVI. Todo lo cual pone al Valle bajo el manto protector del Papa y de los acuerdos internacionales. Pero ello no supone que no puedan ser "orillados" o quebrantados.

La actual política oficial masónica pretende imponer por la fuerza de los hechos sus Leyes y normas, intentando, precisamente, que la sociedad, invertebrada y minada por los traidores, quede paralizada y admita sin reacción TODO. Si hubiera una mínima reacción, inmediatamente habría un parón en las reformas, al menos temporal.

¿Nos quedaremos parados lamentándonos?

Joaquín Murrieta

Paz Digital, 10-10-2006
Acabemos con el fascio

 

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