lahaine.org
Andalucía, Andalucía :: 05/04/2022

La guerra en Ucrania desde el infierno capitalista

Sindicato Unitario de Andalucía

En momentos como los actuales de guerra en Europa y antes durante la pandemia o desde el inicio en 2008 de la crisis económica en el centro de la civilización occidental... todos opinan y también muchas veces nos vemos obligados a opinar. Por otro lado, sabemos que cada opinión defiende unos intereses específicos. La realidad que se nos aparece ante nuestras narices o la realidad que nos muestran los medios de comunicación, la amoldamos a los intereses políticos, económicos, ideológicos o individuales de quien la emite y de quien la recibe. En definitiva, todos tenemos una imagen de la realidad amoldada a nuestras condiciones y/o aspiraciones. Por eso, antes de aportar una opinión más sobre la actual la guerra en Europa iniciada el pasado 24 de febrero de 2022 tras el anuncio de Putin de una operación especial en el Donbás, con el que dio comienzo a la invasión de Ucrania por el ejército ruso, creemos justo que lo primero sea presentarnos, para que toda persona que nos lea sepa desde el principio que nuestra opinión es interesada, que está amoldada a los intereses colectivos de la clase obrera.
Somos una pequeña parte de la clase obrera andaluza, consciente y organizada. Aspiramos a ser la infantería andaluza en guerra permanente contra los explotadores capitalistas de nuestra clase y de nuestro pueblo. Por esto no contemplamos que las opiniones que derramemos sobre cualquier cuestión, sean interesantes o asumibles por quienes no sean o no se consideren clase obrera andaluza organizada y consciente. No pretendemos tener criterio de verdad, sólo un criterio particular, nuestro propio punto de vista sobre el caos en el que se encuentra y del que parece no tener salida la agonizante civilización del Occidente anglosajón.

Pero aun siendo la nuestra una opinión interesada, no es en absoluto improvisada. Desde el Sindicato Unitario de Andalucía hemos dejado constancia en sendas ponencias aprobadas en nuestros congresos, de nuestra visión y posicionamiento sobre la situación de la lucha de clases a nivel mundial, a nivel Unión Europea – Estado español y particularmente a nivel andaluz. A partir de 1997 podemos encontrar en esas ponencias los antecedentes al estallido la guerra en Ucrania: EEUU única superpotencia abanderada del neoliberalismo; una China en el horizonte sin influencia fuera de sus fronteras, pero con un criterio de crecimiento económico totalmente opuesto al neoliberal; Superación de China a los EEUU en todos los aspectos económicos, científicos, tecnológicos... Decíamos también que esta situación nos volvía a colocar en un ambiente prebélico mundial parecido a los momentos más difíciles de la guerra fría, acompañado del avance del centralismo político y el recorte de los derechos democráticos sacralizados por el moribundo régimen del 78. En cualquier rincón de cualquier continente podría estallar un enfrentamiento bélico que respondiera hacia la resolución del conflicto USA-China.

Y para finalizar esta introducción, sólo resta decir que tanta previsión o intuición no nos ha servido para nada. Aun habiendo mejores condiciones que nunca desde la finalización de la II Guerra Mundial para avanzar en conquistas para la clase obrera y los pueblos oprimidos y explotados, la socialdemocracia sigue capitaneando las luchas y las ilusiones de la clase obrera. En todo este tiempo de crisis aguda de la civilización de occidente, aún no hemos podido contribuir de forma significativa en la lucha por lo que, los ricos son más ricos y los pobres somos más pobres.


El infierno capitalista
Es complicado hablar de las actuales guerras y de las cercanas en el tiempo (Ucrania, Yemen, Siria, Libia, Palestina, Afganistán, Irak, Sáhara…), para quienes adquirimos la conciencia de vivir en una guerra constante y constantemente en el frente de las víctimas del llamado Mercado Laboral. Quienes nacemos desposeídas de los medios de vida, hemos de vendernos en el mercado laboral para evitar caer, o para salir, de la exclusión social. Es decir, que a cambio de un salario ponemos nuestros cuerpos a completa disposición del quien lo contrata para su goce, disfrute y enriquecimiento personal. Tenemos dos formas de existencia y en las dos son otros los que se enriquecen: el trabajo en los sectores productivos o el trabajo en el sector de los servicios.

Todas las personas desposeídas soñamos con un primer trabajo en cualquier circunstancia, incluso a veces pagando en lugar de cobrar. Y luego quedamos esperanzados en que, tras haber cumplido fielmente nuestras obligaciones laborales, nuestro amo decida la mejora de nuestras condiciones laborales. Pero, de hecho, la mayor parte de nuestras vidas laborales se hayan afectadas por amenazas, chantajes, recortes, insultos, despidos o la amenaza de muerte constante en nuestros puestos de trabajo, independientemente de lo buen o mal trabajador se sea, de lo bien o lo mal que te portes con tu explotador. Aunque esto es sólo cierto para los que tenemos la suerte de encontrar a alguien al que sacrificarnos para enriquecerlo, pues quienes no lo encontramos estamos condenados a la indigencia. Pues bien, las personas que por lo motivos que sean, se hacen conscientes que su forma de vida es indigna para un ser humano, entramos en una guerra que ni hemos buscado ni hemos soñado y tan cruel que llegamos a maldecir el momento que nos hizo tomar conciencia de la condición esclava de nuestra forma de vida, de la forma de vida de la clase obrera.

De una clase obrera que además forma parte de un pueblo que también se encuentra explotado por capitales ajenos. Nuestros jugos vitales nos son extraídos mediante la sobre explotación capitalista, doblemente explotada por ser clase obrera y ser andaluza, triplemente explotada en nuestra condición de mujer y más si además llegamos aquí huyendo de la guerra y de la muerte de otros países de origen. Si tenemos que hablar de la guerra hablaremos en primer lugar de la nuestra, la de la clase obrera andaluza que de forma consciente y organizada lucha por nuestra liberación de las garras del capital y del amo que nos impuso Europa, del Estado español que en definitiva es el que permite, alienta y se enriquece de tal sobre explotación capitalista. Es decir, hablemos de la guerra que mantenemos la Infantería de la lucha por la liberación andaluza. Una guerra de liberación mantenida en el tiempo y que a principios del siglo XX adquirió un marcado carácter anticapitalista. Así, tal como Infante reclamara en su momento la tierra para el jornalero andaluz, hoy ampliamos la reivindicación a todos los sectores de la economía. Nuestra guerra, al ser de liberación, no le hemos empezado nosotras, pero la vivimos y la sufrimos y por eso tenemos dos opciones: la rendición o la redención.

Quienes aspiramos a la redención, soñamos con esa Andalucía que se describe en el artículo 1 de la Constitución andaluza de 1883 y que establece que Andalucía es autónoma y soberana, se organiza en una democracia republicana representativa y no recibe su poder de ninguna fuerza exterior. Para más adelante señalar que el objetivo de dicha soberanía es la conquista de la independencia económica de todos, del pueblo. Nuestro objetivo de vida enfrentado a muerte al objetivo del enriquecimiento capitalista que tanto sufrimiento, tantas víctimas ha dejado a lo largo de sus quinientos años de existencia. Riquezas naturales de los pueblos convertidas en recursos naturales para el enriquecimiento privado, seres humanos convertidos en recursos humanos para lo mismo. Y cuando las cuentas no salen favorables, no muestran escrúpulos para usar todo tipo de medios: genocidios, exterminios, guerras, financiación de terroristas, promoción de grupos de extrema derecha y fundamentalistas. 

El nuestro es un enfrentamiento oculto, soterrado, silenciado e invisibilizado incluso a la vista de las propias víctimas la mayor parte del tiempo de sus existencias. Pero no por estar oculto, no deja de producir víctimas. En el Estado español durante estos cuarenta años de supuesta democracia, hemos perdido todos y cada uno de los derechos que conquistamos luchando contra la dictadura franquista, luchando contra el Estado. Nos creímos que ya no había que luchar contra el Estado y ahora, una vez despojados de derechos, trabajamos más horas, más intensamente y más sumisos y más sumisas. Sólo en momentos puntuales, cuando confluyen varias circunstancias, la conciencia se extiende a la mayoría de las víctimas y la guerra se visibiliza. Las herramientas de trabajo se convierten en armas y se intenta la liberación. La revolución proletaria es, en el campo de la economía, la continuación de la acción sindical por otros medios. Y así vamos en nuestra guerra, de derrota en derrota hasta la victoria final sobre el capital y la explotación capitalista de la clase obrera, de los pueblos y de la naturaleza.

Guerra entre pueblos, guerra entre capitales.
A diferencia de una revolución obrera, cuyo objetivo fundamental es poner fin a las condiciones de vida indigna de la clase obrera y de todas las clases desposeídas, condenadas a la pobreza, y la construcción de una sociedad en la que los pueblos que las conformen vivan en libertad e igualdad, el objetivon de las guerras provocadas por los Estados capitalistas es la expansión de los capitales privados. El capital que no crece, desaparece. Los capitalistas acumulan capital extraído de la explotación de seres humanos y de la naturaleza y luchando entre ellos. Los capitales más fuertes se comen a los débiles. En toda la historia de la humanidad, detrás de cada guerra entre poderes estatales se esconden las luchas entre los capitales respectivos. Guerras que pueden aparentar producirse por diferencias religiosas, culturales, políticas... en esencia corresponden al mismo criterio económico. Pero a similitud de las revoluciones, entre los dos bandos uno está a la ofensiva y el otro a la defensiva. Uno es el agresor y el que responde es el agredido. Y por regla general, el agresor suele ser quien ve en peligro el crecimiento de sus capitales, el aumento de su acumulación capitalista.

Pero esta lucha entre capitales es permanente, al igual que la lucha contra la explotación capitalista. En momentos puntuales estalla ante nuestros ojos, pero la mayoría del tiempo son luchas que permanecen ocultas. Unas tras la acción sindical y otras tras la acción política, ya que la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios. De esta forma, el estallido bélico de cualquier conflicto viene precedido por un recorrido político que, llegado un momento, cuando ya los capitales en pugna no encuentran otra solución, estalla la guerra.

Con la conquista de Andalucía, su colonización y saqueo y la de las colonias europeas en América, nace el moderno sistema-mundo capitalista. Y desde entonces, en diferentes etapas de crecimiento y de menor crecimiento, debido esto último a las crisis cíclicas del propio sistema, el moderno sistema-mundo ha ido incorporando al mismo a todos y cada uno de los pueblos del planeta. Un proceso que finalizó en el siglo XIX con la incorporación de China tras ser derrotada por Inglaterra en las llamadas guerras del opio.

Expansiones territoriales siempre acompañadas de las correspondientes invasiones, guerras, saqueos, genocidios... Y desde entonces, detrás de cada conflicto bélico se esconden los intereses de las grandes potencias en lucha entre sí, convirtiendo a los pueblos y a la clase obrera afectada por el conflicto como carne de cañón.

La finalización de la Fuerra fría tras la caída del muro de Berlín supuso el final de una etapa y el inicio de otra. De la bipolaridad reepresentada por la pugna entre los EEUU y la URSSS como superpotencias mundiales, quedaron los EEUU como única superpotencia. Tras el golpe de Estado de Yeltsin, la Federación Rusa quedó a merced de las mafias y el hambre. Todas las empresas públicas se vendieron a precio de saldo y el territorio, el más rico en materias primas fundamentales para la actual revolución tecnológica, sus inmensas reservas de gas y petróleo y las posibilidades que les abre el cambio climático para el comercio marítimo, no provocaban más que el salivar de las ansias de los capitales occidentales. Por otro lado, China era una potencia sin importancia. Los capitales occidentales “emigraban” a China para asegurar y aumentar las ganancias gracias a la abundancia de una mano de obra muy barata y disciplinada. Pero a partir del año 2000 los capitales occidentales aupados por el neoliberalismo, chocaron con la planificación estatal de la economía china. La anarquía en la producció capitalista y sus ansias por apoderarse de toda la riqueza social, convertía la prestación de los servicios públicoos en negocios privados. Para lo que nunca dudaron en usar toda la violencia del Estado necesaria para conseguirlo. Así, veinte años después, nos encontramos con la hegemonía estadounidense puesta en cuestión por el crecimiento de la economía china y su imparable expansión por todo el planeta.

Así podemos explicar las masacres que las potencias occidentales han ocasionado desde el norte de África y Oriente Próximo hasta la misma frontera de la retaguardia china en Afganistán, destruyendo todos los Estados que podrían suponer un impedimento en sus objetivos. Pero tras Yeltsin vino Putin y todo cambió. Se recuperó el orgullo nacional ruso que pudo volver a actuar en el Mediterráneo y frenar la expansión norteamericana por el Oriente Próximo, participando en la guerra de Occidente contra Siria en defensa del Estado sirio, obligando al abandono de esta vía con la que Occidente pretendía alcanzar la retaguardia china, necesaria ante una hipotética guerra contra el gigante asiático. Y aunque el producto interior bruto de Rusia la coloca en el ranking mundial en el puesto décimo, continúa siendo un plato muy goloso para la avaricia occidental. Unida a la recuperación rusa para intervenciones militares, Putin despliega una brutal campaña de activación de relaciones comerciales con la Unión Europea, África y América Latina. En América, desplazando a los capitales estadounidenses desarrollando sus relaciones comerciales y diplomáticas con los gobiernos progresistas. En África, fortaleciendo sus relaciones con Argelia y, mediante tropas mercenarias, penetrando en el Sahel, consiguiendo la ruptura de las relaciones de estos países centro-occidentales africanos con Europa (Francia fundamentalmente) y haciendo que se replieguen las bandas fundamentalistas, representando el papel de verdaderos libertadores ante las poblaciones de estos países tan esclavizados por los intereses de los capitales occidentales. Y en Europa, por un lado, con cada Estado, alcanzando suculentos acuerdos comerciales para ambas partes y, por otro lado, proponiendo al conjunto de la Unión la participación rusa en sus Instituciones, logrando formar parte del Consejo de Europa.

Pero la expansión rusa en Europa fue frenada en seco por los EEUU y la propia Unión Europea, ya que el sector capitalista dominante en Europa son los capitales que basan su poder por la relación vital que mantienen con los capitales estadounidenses. En 1991 dieciséis países formaban parte de la OTAN para pasar a ser en la actualidad treinta los países que la conforman. Han ido engullendo a todos los Estados del Este europeo, tratado a tratado. Pero este frenazo de Rusia por Occidente no hace más que provocar el fortalecimiento de las relaciones con China. No hay otro camino para los capitales de Occidente que provocar a Rusia para que inicie una guerra convencional en sus fronteras, en la esperanza que con el desgaste que conlleva toda guerra poder abrir el camino hacia el saqueo de toda Rusia y, al mismo tiempo, privando a China de un socio fundamental.

Los pueblos y la clase obrera de Ucrania, convertidos en carne de cañón en la lucha interimperialista.
Vamos a entrar ya en la materia que nos ocupa, la guerra en Ucrania. Aunque hemos creído necesario todo lo expuesto anteriormente para que se entienda lo mejor posible nuestra toma de posición en este conflicto que, ya lo hemos indicado, quienes tomamos posición somos esa pequeña fracción de clase obrera andaluza en guerra también por la liberación de nuestro pueblo y de nuestra clase.
De nuevo la guerra golpea Europa, desde que la OTAN provocara la guerra de Yugoslavia. El pasado 24 de febrero, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció el inicio de la “Operación Militar Especial”, lo que significaba la entrada de tropas rusas en Ucrania.

Pero nos tenemos que remontar a febrero de 2014, cuando la UE, EEUU y su brazo militar la OTAN, apoyaron el llamado euromaidan, suministrando desde la embajada de EEUU más de un millón de dólares diarios a los manifestantes “pacíficos” que pacíficamente mataban gente por la calle, atacaban instituciones gubernamentales y, casualidades del destino o de la financiación, mataban a rusos, comunistas y sindicalistas. El 2 de mayo de 2014 incendian el edificio sindical de Odessa, donde cuarenta y seis sindicalistas fueron quemados vivos. Ante la nazificación del Estado ucraniano promovida por Occidente, en el sur de Ucrania y con los ilegalizados comunistas a la cabeza, se autoproclamaron ocho repúblicas independientes del Estado ucraniano y se propusieron la celebración de sus respectivos referéndums. Putin desaconseja la separación, dando prioridad a la vía diplomática, y todas las repúblicas acceden salvo las de Donetsk y Lugansk, quienes se plantearon que Putin no era nadie para decirles qué hacer. Las dos nuevas repúblicas de la región del Dombass se alzaron contra gobierno nazi del Estado ucraniano y proclamaron su independencia el 7 de abril y el 28 de abril de 2014 respectivamente. El mes anterior se organizó en Crimea un referéndum para su separación de Ucrania y anexión a Rusia, en el que participó el del 83% de la población de la que el 95.77% lo hizo a favor de la anexión a Rusia.

Ucrania no se quedó parada y empezó una guerra civil contra la región del Dombass, haciendo un verdadero genocidio contra la población civil indefensa, produciendo más de 13000 víctimas, de ellas 10000 son civiles, con el beneplácito de Occidente suministrando armas y financiación para el genocidio. Pero fueron la posibilidad de la entrada en la OTAN y en la Unión Europea, ya con un régimen a fin a los intereses de Occidente, cuando el Estado ruso reacciona y el 24 de febrero de 2022 inicia la invasión de Ucrania.

Sorprende la insistencia de entrar en la OTAN del gobierno ucraniano, cuando era un secreto a voces que Rusia no lo iba a permitir, estuviera al frente del Estado quien estuviera. El sentimiento nacionalista es muy fuerte en Rusia. De hecho, a la II Guerra Mundial la llaman la Gran Guerra Patriótica. Putin consiguió encauzar ese sentimiento y en estos momentos goza de un 80% de popularidad. Por otro lado, después de las sanciones impuestas por la adhesión de Crimea aprendieron la lección. En este sentido, durante la celebración de los Juegos Olímpicos, se produjeron negociaciones donde se acordó la compra por parte de China, de todo el gas y todo el petróleo que Rusia pudiera producir. También en previsión de la expulsión de Rusia del sistema interbancario financiero mundial, creó el suyo propio y lo ha unido al chino tomando al Euro como moneda de intercambio. Algo que intentaron Chaves y Gadafi sin éxito, pero que es un disparo certero en toda la línea de flotación de la economía norteamericana. De hecho, las sanciones contra Rusia afectarán más a la economía europea, sobre todo a la parte que mantiene relaciones comerciales con los capitales rusos, que a la propia Rusia.

También es difícil de entender cómo un país como el ucraniano se atreve a vacilar a Putin cuando Ucrania ocupa el puesto 52 por su aportación al PIB mundial, mientras que el Estado español que ocupa el puesto 14 de ese ranking consiente al narco-Estado marroquí todo tipo de atropellos. Los países que entran en la OTAN no lo hacen en acto de soberanía sino todo lo contrario. El Estado español en los inicios de la Transición se integró en el Movimiento de Países no Alineados, alternativa a la OTAN y al Pacto de Varsovia. Suárez se niega a entrar en un momento que los EEUU necesitaban reforzar el vientre blando de Europa. Anteriormente colaboró con el derrocamiento de las dictaduras de Grecia y Portugal y facilitó la Transición española con voladura del presidente del gobierno franquista incluido. Dimisión de Suárez, moción de investidura de Calvo Sotelo, pero no estaba claro el resultado así que entra Tejero en el Parlamento durante las votaciones, varios disparos al techo y sale elegido. El hecho más significativo de este señor fue meter al Estado español en la OTAN.Son los EEUU quienes permiten o impiden la entrada de los países en la estructura de su brazo armado mundial, la OTAN. El peligro para Rusia no proviene de la voluntad del gobierno ucraniano de entrar en esa estructura militar, sino el interés de los EEUU para que ingrese aun sabiendo que Rusia no lo permitiría bajo ninguna circunstancia. Pero al mismo tiempo es la única solución que los capitales occidentales tienen antes de sucumbir ante la expansión imparable de los capitales chinos. Para los EEUU y todo el capitalismo occidental ya no les valen la “ley del mercado” tan sacralizada cuando eran capitales hegemónicos. Antes de dejar de serlo, la guerra es la única salida.

Y por terminar este punto, aunque podríamos extendernos por otros aspectos. Si la guerra no ha acabado aún con la victoria de Rusia es por no usar los mismos métodos que usa Occidente en sus invasiones y guerras. La relación de fuerzas entre ambos ejércitos haría posible una invasión rápida, de días, al menos de la parte oriental del país. Sólo el cuidado para evitar el mayor número de víctimas posibles hace que el avance ruso sea lento, ciudad por ciudad, calle a calle. Sobre todo, por el uso que el ejército ucraniano, nazificado con la financiación y adoctrinamiento de la OTAN, hacen de la población civil convertida en escudos humanos.

Alternativa a la guerra desde la acción sindical.
De vuelta a nuestro infierno, a nuestra guerra, a la lucha de clases, a las pateras, a las filas del paro, del hambre, a las jornadas bajo plásticos, al desahucio, a ser pobre, aunque seas asalariado. Sin nosotras el capital no circula, no se ejecuta, no se realiza. Movemos el mundo con la prestación de nuestros servicios profesionales, mientras que enriquecemos a nuestros explotadores. Y bajemos un poco más al centro neurálgico del infierno, su sala de máquinas, a lo que no se ve. Los asalariados que entran allí son los que crean ese capital que luego circula y alimenta todo el sistema pues, en su prestación de servicios, entregan sus propias vidas. Vidas humanas a disposición del capital. Aquí la vida de la clase obrera es traspasada a los objetos que produce. La fuente de todo valor, de toda riqueza que es arrancada de nuestros cuerpos, yace acumulada en forma de valores en los fríos sótanos de las entidades bancarias, sirviendo de garantía para la circulación de los capitales desde las cuentas corrientes de las grandes fortunas.

Nos decían que la humanidad dedicaría menos tiempo al trabajo y más a desarrollar la propia vida gracias a los adelantos tecnológicos y el crecimiento económico. Sin embargo, en lugar de aumentar nuestro tiempo de vida lo que han aumentado son las diferencias sociales. También ha aumentado la posibilidad de aumentar algunos salarios, minoritarios en relación a todo el grueso de la clase obrera mundial, para convertir a sus beneficiados en esquiroles al servicio del capital. Sin la acción sindical ya hace tiempo que nos hubiéramos convertidos en una masa amorfa de carne humana. Batalla a batalla, en algunas con éxito, vamos avanzando hasta la victoria definitiva. Con denuncias, movilizaciones, huelgas... vamos arrancando algunos derechos. También nos hemos demostrado que podemos producir sin explotadores, sin patronos, tanto por la economía cooperativa como por la toma de las fábricas y puestas a producir por los obreros. Pero también sabemos que estos pequeños avances no son significativos, no tuercen el camino de la explotación capitalista, sino que son asumidos por el sistema para mantener sus fuentes de ganancias, la explotación humana y de la naturaleza.

Sólo desde el poder político para la defensa de los intereses de la clase obrera, se pueden mantener y extender los avances sociales al conjunto de la sociedad. Conseguir en una fábrica una reducción de jornada es una victoria de la lucha sindical. Conseguir una ley con esta reducción de jornada para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras es una victoria de la lucha política. El Sindicato Unitario de Andalucía es un sindicato de clase porque encabezamos estos dos frentes de lucha: en el campo de la economía la lucha por la mejora de nuestras condiciones de vida y trabajo inmediatas y el control, organización y dirección de la producción; y en el campo político la lucha para acabar con la esencia de esas condiciones de vida y trabajo en el capitalismo, para acabar con la explotación humana y de la naturaleza. Los sindicatos de clase nos convertimos así en la palanca para la victoria política que tiene por objetivo el triunfo definitivo de la clase obrera frente a sus explotadores, el triunfo de la Vida. Una victoria política anticapitalista que debe tener en cuenta también las relaciones políticas internacionales en tanto que los capitales que nos explotan, también se enriquecen con sus guerras de rapiña contra otros pueblos, contra nuestros hermanos y hermanas de clase de otros países. La clase obrera también fabricamos las armas con las que nos matan.

La liberación de la clase obrera sólo es posible si a la vez se libera el conjunto de la sociedad, dando fin a los privilegios de unas naciones sobre otras, a unas clases sobre otras y dando fin a todo tipo de discriminaciones de género, de procedencia, de orientación, de religión, de ideología... La liberación de la clase obrera no será posible si a la vez no son liberados los pueblos que también son explotados por los mismos capitales. Un pueblo como el nuestro, Andalucía, convertido en botín de guerra desde que fuimos conquistados y se quedaran con todo y al que también han convertido en plataforma de guerra contra otros pueblos hermanos (tenemos nuestra geografía regada de bases militares norteamericanas, británicas y españolas) y convertida, por lo anterior, en diana de guerra.

En estas condiciones descritas, en el marco de la guerra que se desarrolla en Europa y otros confines del mundo, ante los continuos ataques contra nuestros derechos y conquistas, en las actuales condiciones para la lucha por la liberación que están dadas en nuestro pueblo, el Sindicato Unitario de Andalucía inscribe en su pancarta de cabecera el siguiente lema:
- Por la Paz: Salida inmediata de la OTAN y cierre de las bases militares.
- Por un marco andaluz y democrático de relaciones laborales: No a las reformas laborales.

Andalucía, 20 de marzo de 2022
Secretaría Federal Colegiada

 

Contactar con La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal