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Madrid, Madrid :: 25/06/2006

La noche de San Juan acaba en disturbios tras una la provocación policíal en una fiesta popular

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Todo sucedió en el parque San Juan Bautista [Madrid], tras una fiesta que se lleva haciendo varios años

Desde hace varios años en el conocido parque de El Flori se realizan unas fiestas con motivo de la noche de San Juan, este año, tras el recorte de libertades y la prohibición de la Junta de Distrito a realizar los conciertos, prolongar la fiesta dos días y desplazar la hoguera a otra plaza cercana, como había sido siempre. Se realizó una fiesta popular donde se congregaron alrededor de mil quinientos jóvenes a beber, charlar y disfrutar de la noche más larga del año con su gente, entre amigos y amigas en un ambiente distendido, fuera de los antros/discos donde beber no es delito.

Sobre las 2h de la madrugada se habían acabado las actividades lúdico festivas y la música. Cuando unos 90 minutos más tarde y después de que la Policía Municipal estuviera constantemente vigilando el recinto se adentraron como quince agentes por mitad del parque, en ese momento se ganaron los gritos de repulsa de los jóvenes que hartos de aguantar la actitud chulesca de dicho cuerpo que atosigan diariamente a la juventud, como si la mierda de educación, créditos bancarios, los sueldos basura y la mafia del ladrillo no fuera ya una buena forma de represión a las mentes emprendedoras/idealistas de los jóvenes.

Después de ese intento fallido de poner fin a la fiesta la actitud provocadora de la policía fue constante, paseando en grupos de diez por mitad del parque hasta que se pusieron los cascos [provocando más si cabe] y la gente lejos de amedrentarse contestó gritándoles y arrojando botellas, piedras y todo lo que veían por el suelo, para ceñirnos a la realidad debemos de indicar que el alcohol [nos guste o no] fue pieza clave para el arranque de dicha furia desatada, botellas y botellas hicieron retroceder como cuatro veces a la policía teniendo que meterse en los coches patrulla y alejarse del lugar mientras no les dejaban de caer objetos con más o menos acierto, en dicho embate varios patrullas sufrieron daños materiales y hubo varios contusionados.

Después de varios intentos por parte de la policía para retomar el control tuvieron que replegarse durante más de media hora en las calles adyacentes esperando refuerzos de agentes antidisturbios apoyados por un helicóptero para después rematar la faena a base de golpes, porras y chulería barata, aún así los jóvenes no dejaron de contestar al grito de "asesinos" "a por ellos" y demás improperios, no menos merecidos, contra las autoridades policiales y la mierda de sociedad que protegen.

Se desconoce si hay detenidos aunque es lo más probable, ya que fueron varias cargas policiales y de lo que si se tiene constancias es de varios heridos tanto por porrazos como por contusiones de los propios objetos tirados por la multitud.

Al final sólo quedaron los restos de una batalla campal, cristales rotos, contenedores cruzados en las calles aledañas y los restos de una noche de fiesta fraguada por los correctivos que el Ayuntamiento quiere dar a los jóvenes que no vayan a las discotecas a emborracharse y que además rompan su bonita paz social de plástico.

Este tipo de sucesos son mucho más habituales de lo que pensamos y sería falso ver este tipo de actos de respuesta como un potencial revolucionario más allá de lo que es, pero sucede por que el pulso que diariamente mantenemos los jóvenes con la basura de educación, con el trabajo en general, la represión nociva que se vive en las plazas y lugares de toda la ciudad en cuanto te sientas con cinco amigos a charlar, beber un rato y fumarte un porro, con tantas y tantas cosas que son innumerable ponerlas aquí todas, es tal el grado de esclavitud la que vivimos que cuando te pinchan y te pinchan pues terminas reventando toda la miseria que ellos engendran.

Sucesos como los vividos en Francia, Chile o Grecia, de enfrenamientos callejeros, derogación de leyes a base de días y días tomando las calles, son tan arrolladores porque carecen de contenciones y se basan en la espontaneidad como modelo contestatario y con ello no decimos que no tengan o haga falta estrategia pero no se rigen por gurus ni organizaciones capitalizadas por la burocracia como suele pasar aquí cada vez que el Poder nos da una vuelta de tuerca más.

Este tipo de trifulcas aisladas no dejan de demostrar el grado de saturación que vivimos y dejan entrever que los jóvenes no nos creemos las mentiras de los políticos, vayan/mos o no luego a votar, que la autoridad como tal la terminamos asumiendo [sino las cosas no estarían así] pero no la respetamos cuando es ella la que nos provoca.

En cada botella lanzada había un cachito de rabia por sus mentiras, sus putos parquímetros, las obras de la M30, las multas, la chulería policial, la represión mental, el trabajo, la mierda de sanidad, sus promesas de palo, los dulces con los que nos intentar comprar y su basura/pantomima/zoológico/fraude de democracia/tas.

Esta noticia/reflexión no es más que una pequeña aportación de las cosas que suceden que por los barrios de Madrid, que nos tendría que hacer pensar hacía donde y por dónde vamos.

Es muy posible que en esta narración se escapen mil detalles ya que está contado desde el sobresalto y la sorpresa de la improvisación.

 

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