Llave de oro del ayuntamiento de Madrid al Jefe del régimen sionista israelí, Reuven Rivlin
Señora alcaldesa, cuando usted antepone el protocolo de la ciudad a cualquier otra consideración está usted relegando y renunciando el contenido y dignidad del galardón que otorga.
Puede usted leer la historia y puede interpretarla como mejor convenga a no se sabe qué intereses pero, en cualquier caso, está tomando partido por un atropello histórico del que son víctimas millones de palestinos exiliados, refugiados e incluso prisioneros en su propia tierra cuando no asesinados por millares.
Sucede que Israel es un país artificial creado con violencia y mantenido todavía con más violencia, con la colaboración de EEUU y con el incondicional apoyo de la Unión Europea, y así es, porque de otro modo Israel no podría existir. La primera condición para la creación y mantenimiento de Israel ha sido y es la permanente limpieza étnica. Cada palmo de tierra que ahora ocupa Israel ha sido arrebatado violentamente a los palestinos. Pero aún así la supervivencia de Israel solo es posible a base de convenios comerciales y económicos preferenciales y, por supuesto, con ayuda estratégica, militar y política sin límite. Pero todo esto no es obstáculo para que hayan convenido en autodenominarse la única democracia de todo Oriente Medio, olvidándose de que no respetan ni han firmado la mayor parte de los acuerdos internacionales más importantes de Naciones Unidas.
En 1948, lo que ya se venía tramando desde la Primera Guerra Mundial, de la noche a la mañana, se inicia la ocupación y partición de Palestina pasando por encima de vidas, bienes y derechos del pueblo palestino y, así, hasta hoy suma y sigue.
Israel es el único país que ni tiene fronteras ni tampoco quiere tenerlas ya que, sus fronteras, crecen cada día con nuevos asentamientos en las tierras expropiadas, robadas, previa expulsión o asesinato, cuando hace falta, de sus seculares propietarios, todo ello con la necesaria permisividad de la comunidad internacional cuando no con su apoyo explícito, como ahora hace usted, Señora Alcaldesa, con la entrega de la llave de oro de la ciudad, lo mismo que han decidido en el Congreso y en el Senado, sin olvidar la recepción del jefe del Gobierno, Rajoy, y del monarca, Felipe VI.
No valen excusas protocolarias porque, con este acto, usted y el resto de los anfitriones citados, está apoyando expresamente el apartheid y la ocupación israelí de palestina. Usted que tan relacionada está con la justicia y los tribunales bien debiera saber que en la comisión de un delito hay algo que se llama colaboración necesaria y que ello también está penado como delito. La consecuencia y el resultado es que Israel no podría, de ningún modo, seguir con el apartheid y la limpieza étnica sin toda esta complicidad.
Estamos hablando de delitos que se están cometiendo a diario en Palestina desde 1948, fecha en la que se inició formalmente la ocupación. Basta con dar una vuelta por cualquiera de los territorios ocupados –ocupados por Israel, claro- para ver cómo es una ocupación y qué es un apartheid. Basta con dar una vuelta por Palestina para ver cómo florecen los asentamientos y la expansión israelí sobre pueblos, aldeas y territorios palestinos. Basta con intentar ir de un pueblo palestino a otro para echar la mañana o el día entero para recorrer unos kilómetros gracias a los controles y retenciones ocasionados en las incontables garitas militares blindadas que Israel tiene a cientos y repartidas por todo el territorio palestino. Basta con visitar las decenas de campos de refugiados en donde se hacinan miles de refugiados desde hace 69 años. Del cerco que el ejército sionista tiene sobre la Franja de Gaza no mucho más que decir que no sea compararlo con Guantánamo: una cárcel de 385 km cuadrados con millón y medio de habitantes, bloqueo y bombardeos a parte.
Y, por favor, basta ya de recurrir al tópico de que la violencia entre israelíes y palestinos es mutua. No, hay un ocupante y hay un ocupado, hay un poderoso ejército ejerciendo la ocupación y un pueblo que la padece. La violencia está en el que realiza la ocupación y la expropiación y no en la víctima, cualquier comparación no deja de ser un insulto a las víctimas y una justificación de la violencia.
Desde 1948 hasta hoy han pasado ya 69 años cuando, con el histórico apoyo británico, los palestinos fueron expulsados de sus casas y de sus tierras. Aquello solo fue el principio porque todavía hoy el expolio de tierras, casas y asesinatos continúan cada día.
Al amparo del protocolo y en estas circunstancias, usted considera adecuado premiar este inhumano proceder que, de hecho, aprueba y aplaude al entregar la Llave de Oro de la ciudad al Jefe del Estado israelí.
Por otra parte, nada justifica el victimismo con el que Israel pretende ir de mártir en Oriente Medio cuando, como un tic, repite y repite lo de “una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra” como si Palestina hubiera estado desierta y como si los judíos fueran además de un pueblo, el único pueblo con derechos divinos sobre los demás. El pueblo judío no existe, como no existe el pueblo cristiano o el pueblo de cualquier equipo deportivo. Sí existe el colectivo de los practicantes de una religión como pueden ser los cristianos, los judíos, los musulmanes o los afiliados o seguidores de un club, pero en ningún caso ninguna confesión puede excluir al resto y constituirse en pueblo y menos como pueblo elegido nada menos que por un dios que, desde siempre, les tiene reservada una tierra prometida, prometida a costa de arrasar a sus legítimos moradores. Si así fuera estaríamos ante un dios bastante imperialista y bastante cabrón.
Es la misma historia que arrogarse ser semita en exclusiva y, los demás, cuando no digan sí a todo, antisemitas. Pues no, semitas son los pueblos cuyas lenguas tienen vocablos con una raíz triconsonántica y, resulta, que la lengua semita viva más difundida es el árabe, seguida del etíope y por último el hebreo. Otras muchas lenguas, también semitas, hace ya mucho tiempo que son lenguas muertas. Aclarado esto, ¿quiénes son precisamente los antisemitas?
La creación y el mantenimiento de Israel ha sido y es, exclusivamente, una maniobra geoestratégica de la que tanto sus promotores, como ahora sus defensores, están obteniendo ventajas políticas, militares y económicas. Ningún otro argumento lo explica y, en cuanto las ventajas citadas dejen de ser de interés, poco o ningún futuro puede tener Israel.
La Llave de Oro es un símbolo, una distinción y un reconocimiento al que la recibe. Cuando el homenajeado es un Jefe de Estado, obviamente, la distinción es para el pueblo que representa sin importar que este lidere y sea el primer responsable del apartheid y la ocupación a la que están sometiendo a los palestinos. Esta medalla representa el apoyo del pueblo de Madrid a la causa israelí y la justificación de sus actos y lo mismo cabe decir del resto de los homenajes.
No, la necesidad de cumplir con el protocolo no puede ser la excusa para justificar lo injustificable o, peor aún, manifestar de modo tan explícito la conformidad con el apartheid, la limpieza étnica y con la violación sistemática de los Derechos Humanos.
“Dime con quién andas y te diré quién eres.”
Menudo ejemplo para la comunidad nacional e internacional.
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