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Mundial de Fútbol: Roja, pero de vergüenza, se les debería poner la cara a algunos
“El país entero pone sus esperanzas en once jugadores”. Eso coreaban muchos medios españoles, pocas horas antes de que la selección de fútbol (a la que llaman “La Roja”), debutara en la Copa del Mundo de Fútbol que se celebra en Sudáfrica. Por lo visto, once señores que no saben de desempleos ni de crisis, pueden más que el mago Merlín, pues la única esperanza a reseñar es que España no se declare en bancarrota.
Intelectuales de chirigota, periodistas y tertulianos disímiles-, varios luciendo bufandas y banderas monárquicas- cambiaron charlas radiofónicas o televisivas, donde discuten sobre lo divino y lo humano (y no discuten de nada), para discursear, exclusivamente, sobre la selección, o sobre los perversos catalanes que no van a poner pantallas gigantes en la calle porque no quieren ver a “La Roja”. El objetivo (ahora más que nunca), es el de siempre: distraer al personal para que se olviden, durante un tiempo, de los problemas y los rateros de guante blanco.
Es tan evidente la intención enajenable que, para disimular, han regado por ahí una información según la cual el país que gane el mundial, incrementaría el PIB en un 0,7%, ya que elevaría la confianza de la gente, y, por tanto, el consumo. Si eso sucediera, los únicos que mejorarían su consumo serían los jugadores que recibirían 600.000 euros por cabeza, pues los millones de desempleados y mileuristas, continuarán sin llegar a fin de mes. Roja, pero de vergüenza, se les debería poner la cara a algunos.
