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Prepotencia policial en el paseo de El Muro de Gijón
Pasadas las once y media de la noche del jueves un furgón de la Policía Nacional tuvo a bien entrar en el paseo de El Muro a la altura de los Jardines del Náutico, pasada la escalera número 3. El furgón se dirigió hacia La Escalerona en donde se detuvo unos instantes para, a continuación, seguir circulando hacia la escalera número 5. Al llegar a la altura del Martillo de Capua y, seguramente dada la estrechez del paseo en ese punto, el furgón policial consideró oportuno salir de El Muro por el paso de peatones y dirigirse a la calle de Capua por la que continuó su marcha nocturna.
Estamos en la semana grande de las fiestas de verano de Gijón. A la hora en la que la Policía Nacional “invadió” el paseo de El Muro sin motivo alguno conocido ni alarma previa, poca era la gente que a esas horas nos encontrábamos en el paseo.
No deja de sorprender la impunidad con que la Policía se toma cualquier clase de libertades que, cuando carecen de razón alguna, constituyen un acto más de prepotencia y yo añadiría que de chulería frente a los ciudadanos. En aquel momento tampoco existía ningún tipo de aglomeración ni de altercado que pudiera justificar semejante invasión de esta zona peatonal, tan especialmente peatonal.
Conviene que los ciudadanos nos vayamos acostumbrando a cualquier acto policial, justificado o no, porque en un momento determinado y por otras razones que, al igual que ahora escapan a nuestro entendimiento, la Policía no necesite dar explicación alguna de sus actos. La pregunta del millón es bien sencilla, ¿a qué autoridad denunciamos esta arbitrariedad?
Con actuaciones como esta, la otra cara de la moneda, es la pérdida de credibilidad de la Policía y la pérdida de autoridad de quien la envía, en este caso del Delegado del Gobierno, Trevín Lombán, su superior jerárquico.
En las últimas revueltas sociales se insiste en que los políticos en el poder y sus instituciones no nos representan, dicen, pero convendría no olvidar que la Policía sí los representa, a ellos claro, porque es su brazo autoritario (represivo y armado) cuyas funciones ejecutan abiertamente, que para eso está a su servicio en el 99,99 % de las ocasiones.
