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Euskal Herria :: 11/11/2023

Recuperar el espacio y el momento

Mati Iturralde, Julen Larrinaga, Iker Mendibe, Joseba Alvarez

Recuperar el espacio y el momento

El genocidio palestino ha vuelto a remover el mundo en el que vivimos. Nos muestra la cruda realidad que sufren los pueblos sometidos y desposeídos que son considerados “prescindibles” por el sistema capitalista en su proyecto de acumulación de la riqueza. Sin embargo, esta dura realidad nos sitúa también frente a la supervivencia de un pueblo que, a pesar de la persecución y el castigo al que ha sido sometido durante décadas por parte de un estado protegido por los poderes internacionales, ha sabido mantener su vocación de lucha y su dignidad colectiva. La psicología social dice que los pueblos deciden luchar contra las amenazas cuando sienten que la identidad de cada uno de sus miembros es inseparable de la identidad del resto. Dicha fusión de la identidad es el camino directamente inverso al individualismo y a la indiferencia ante el sufrimiento del resto, que, en estos tiempos, parece ser el valor mas arraigado en las sociedades occidentales.

Si miramos al pasado, Euskal Herria ha sabido reafirmarse durante siglos como una comunidad con identidad propia. Así, uno de sus elementos identitarios fundamentales, el euskara, ha sobrevivido gracias a la determinación de las generaciones de hombres y mujeres que decidieron transmitirlo y defenderlo como parte de su ser y sentido. Pero no solo ha sido el euskara lo que nos ha fusionado como pueblo. Durante décadas, hemos respondido de manera colectiva a situaciones de represión, de ataques a derechos laborales o de necesidades sociales, a la injusticia y a la imposición. No hemos sido un pueblo domesticado ni pasivo y seguramente este sentir ha construido nuestra identidad.

Así mismo también es necesario reconocer que el panorama actual es, cuanto menos, preocupante. Los movimientos sociales, que han sido las redes históricas de acción y de activismo de miles de ciudadanos, viven horas bajas. A pesar de ello, es innegable que, con más o menos éxito, tanto el movimiento feminista como los movimientos obreros y juveniles, el colectivo de pensionistas, el movimiento ecologista, el movimiento en defensa del euskara… tiene todavía capacidad para dar una respuesta articulada y movilizadora a la agresiones del capital, pero no de manera determinante, mientras el consumismo y la asimilación cultural avanzan imparables como tendencia.Aunque parezca mentira, la idea de que los políticos son los únicos responsables de corregir los "errores" del sistema en las instituciones se ha ido consolidando entre nosotros. Los partidos políticos se han negado a organizar, debatir y dar protagonismo a sus bases militantes. Y las redes sociales y los medios de comunicación han sustituido el contraste, las decisiones colectivas y los espacios públicos. En consecuencia, nuestras calles y plazas han perdido protagonismo y sólo muestran un mínimo de actividad en las campañas electorales, donde oradores con pinta de "spindoctor" pronuncian sus discursos prefabricados frente a un público ya convencido.

Una línea de acción cuyo único objetivo es aumentar la cuota de votantes, como si dicho logro, de por sí, nos acercara más a la independencia, al feminismo y al socialismo. Una línea de acción en la que la política se ha convertido en video-política y en la que la participación ciudadana está más cerca de la escenificación que de la lucha social. No estamos construyendo una verdadera alternativa de poder, nos conformamos con llegar a ser una mera alternancia en el poder.En dicho contexto, el movimiento popular ha perdido el papel histórico que ha tenido, ni es protagonista ni es secundario. Ni mucho menos, un papel propio y auto-centrado. Sin embargo, nuestra sociedad necesita más que nunca sus propuestas insertadas en la realidad, necesita sujetos sociales protagonistas que demuestren que la auto-defensa es posible, necesita interlocución social con los poderes, para dejarles claro que seguimos siendo un pueblo con identidad propia y capacidad de lucha, sí, esa cualidad que aparece ya como un elemento del pasado en el imaginario de mucha gente.Porque, aunque se nos quiera hacer creer que vivimos en el mejor de los mundos, que vamos a poder seguir creciendo sin límite, que el capitalismo nos respeta por ser “europeos” y que Euskal Herria ya ha conseguido su pervivencia en la historia, la realidad, vista desde el lado de la precariedad y de la resistencia a la expropiación de nuestra identidad, es que seguimos necesitando saber quiénes somos y qué queremos ser para seguir luchando.¿Cómo recuperar entonces el espacio y cómo buscar el momento de revolvernos y volver a sentirnos como un pueblo unido por su propia identidad y valores? Quizá necesitemos nuevas herramientas que no sustituyan a las existentes, que no busquen monopolizar el espacio ni que entren en pugnas inútiles. Quizá sean necesarios nuevos instrumentos que insuflen vida en los espacios sociales vaciados, que de verdad sirvan para cambiar la realidad inerte que vivimos como espectadores de la video-política.

Tal vez necesitemos centrar nuestros objetivos como pueblo en las verdaderas prioridades de los seres humanos: poder vivir en nuestro país y con nuestras decisiones, poder vivir de nuestros propios recursos, sin explotar otros territorios y respetando el nuestro propio, con nuestro idioma y cultura, con trabajos y viviendas dignas, con escuelas y cuidados de salud públicos y humanizados, abiertos al resto de los pueblos y personas del mundo que nos necesiten….Puede ser una lista de deseos que está lejos de la ficción de las clases medias con altos niveles de consumo: zonas residenciales con turistas adinerados, tierras sin cultivos y ciudades segregadas para hacer invisible la molesta pobreza… Pero el espacio y el momento de plantarnos colectivamente no pueden esperar y el viejo sueño de un pueblo libre y solidario que cuida de su entorno a los dos lados del Pirineo pueda llegar a ser el mejor legado que podemos dejar a los que nos continúen.

Firman: Mati Iturralde, Julen Larrinaga, Iker Mendibe, Joseba Alvarez

 

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