Sudán del Sur, la violación como arma de guerra
EEUU y la Unión Europea lograran desmembrar Sudán, un país que se resistía a convertirse en cipayo de Occidente como muchos de sus vecinos -a pesar de los bombardeos de Bill Clinton-, y fabricaron en julio de 2011 un nuevo Estado, Sudán del Sur, casualmente justo donde están las mayores reservas de petróleo de Sudán.
Pero esa división, que se hizo al estilo colonial, sin respetar culturas ni tradiciones, desmbocó primero en fricciones políticas y diplomáticas y luego en la guerra civil que comenzó en diciembre de 2013. Hoy Sudán sigue siendo un país relativamente estable, pero el seudo-estado del Sur es, a pesar de que los medios no lo digan, un verdadero "estado fallido", donde todos pelean contra todos.
Bentiu, la capital del Estado de Unidad, al norte de Sudán del Sur, ha sido testigo de algunos de los peores combates. La violencia se ha recrudecido y cada vez son más las personas que intentan llegar al "Campamento de Protección de Civiles" (POC), el mayor campo para desplazados dentro del país.
Actualmente cuenta con cerca de 120.000 personas. La mayor parte de las mujeres que llegan aquí, lo hacen después de haber sufrido acoso y violencia. En este país ficticio la violación se ha convertido en un arma de guerra.
Una de las víctimas, que prefiere mantenerse en el anonimato declara: "Éramos muchas mujeres, estábamos cerca del río. Un grupo de criminales llegó y escogieron a siete mujeres. Nos llevaron al bosque. Todas sabíamos que nos violarían. Nos consolamos mutuamente diciendo que esto sucede en todas las guerras. Sabemos que si no te violan hoy te violarán mañana".
El 65% de las mujeres de Sudán del Sur ha sufrido violencia sexual o física, el doble del promedio mundial. Se habla de una "epidemia de violencia sexual". Las cifras según UNICEF, que realiza una labor de prevención en esta zona, son "alarmantes"
Mustapha Ben Messaud es responsable de UNICEF en Bentiu comenta que "el número de casos de violencia sexual perpretados contra las mujeres ha ido in crescendo desde 2013. Estamos en una situación en la que prácticamente se puede hablar de epidemia, con agresiones constantes a las mujeres. Y la situación empeora cada día".
La violación y las agresiones sexuales a las mujeres se usan como arma de guerra contra facciones rivales. Cuando los hombres salen del campo de refugiados y desplazados los matan, cuando son las mujeres, las violan. Y el hecho de llegar e instalarse en el campamento no garantiza que no haya agresiones. Cada uno de los centros del IRC reporta una veintena de violaciones semanales y una docena de agresiones físicas. Ir a buscar leña, por ejemplo, es muy arriesgado.
Nyakuor Roam, víctima de violencia de género relata lo que ocurrió el día de su agresión: "Llegaron unos hombres. Todas las demás mujeres huyeron pero yo no tuve tiempo de escapar. Me atraparon. Ahora, cada vez que tengo que salir del campo estoy aterrorizada. Puede volver a ocurrir pero no me queda más remedio por mis hijos... tengo que hacerlo".
La violencia sexual se inflige a gran escala en Sudán del Sur. Reintegrar a estas mujeres víctimas, supervivientes y luchadoras, en sus familias y en la sociedad es el gran reto.