A 20 años del Vuelo de Justicia

En mayo de 1997, el número 70 de la revista El Rodriguista señalaba que la Operación Vuelo de Justicia, el rescate de cuatro compañeros desde la Cárcel de Alta Seguridad un 30 de diciembre de 1996,  “fue la expresión operativa de una decisión política y ética del FPMR de liberar a sus hermanos encarcelados. A su vez, simbólicamente, forma parte del rescate histórico del rodriguismo que guía a la organización por nuevos senderos en correspondencia con los cambios surgidos en el mundo.” Esta exitosa operación se efectúa en un contexto en que el Frente había asumido la línea de “Reorganización del Rodriguismo”, un proceso de definiciones de nuestro pensamiento y proyecto político luego de la derrota de la anterior estrategia de Guerra Patriótica Nacional.

Dicho proceso culmina con el Proyecto Político sancionado en el 2003, que al calor del trabajo político-social, territorial y contingente permitió preservar e insertar la organización en diversos frentes, pero que mirándolo críticamente tuvo un carácter marcado por desniveles y asimetrías en la construcción y el funcionamiento general, que por acción u omisión terminaron instalando nuevas contradicciones que impedían abordar a cabalidad las tareas y necesidades estratégicas que el mismo proyecto se planteaba, es decir se cae en un nuevo desarrollo desigual esta vez con carácter “de masas”, todo lo cual generó nuevos problemas o bien acrecentó los antiguos, e incluso crisis con consecuencias que hasta hoy repercuten.

Sin embargo, hay aspectos de la construcción que pudieron mantenerse, consolidarse y perspectivarse como el contenido y dirección de nuestro actual camino político como rodriguistas en conjunto con los hermanos del MIR-EGP, un Proyecto Conjunto como organizaciones que estamos hace años en este camino unitario asumiendo los aciertos y derrotas de una larga y golpeada historia, con la voluntad de aportar desde nuestra especificidad a la resistencia de los pueblos a la opresión del capital y los Estados, a la construcción del poder popular autónomo, y con un carácter continental.

Entonces, a 20 años del rescate, y cuando mucha agua ha pasado bajo nuestros puentes, reivindicamos por sobre todo lo que dicha acción representa para el pueblo organizado: la rebeldía, el coraje y la perseverancia ante condiciones aparentemente insuperables, disposición combativa que se expresa con el ejemplo internacionalista de  Mauricio Hernández y Alfredo Canales, o con la resistencia de los hermanos que el año 2012  lograron salir victoriosos del gran cerco militar y policial desplegado en su contra en las montañas del sur andino del Wallmapu, más de 40 días de marcha guerrillera en condiciones extremas burlando la gran cacería humana de fuerzas policiales argentinas coordinadas con las fuerzas policiales chilenas de ocupación del territorio Mapuche.

Las mismas fuerzas de ocupación que de manera cotidiana mantienen una situación de terrorismo de Estado,  golpeando salvajemente o aplicando “gatillo fácil” a pobladores y comuneros (Fabián Llanca y Brandon Hernández por nombrar sólo un par de casos recientes), alimentando cada vez más un conflicto en que la resistencia Mapuche en todas sus formas es un derecho y una necesidad.

El manto de impunidad que cubre no sólo estos atropellos policiales sino también la colusión de grandes empresas para manipular los precios, o la relación incestuosa y corrupta entre el empresariado y los partidos e incluso la familia presidencial, es coherente con el oportunismo de algunos torturadores y asesinos de la dictadura cívico-militar internos en el penal de 5 estrellas de Punta Peuco, que esperan que con un tardío y vacío acto mediático de “pedir perdón” (una misa realizada el 23 de diciembre a la cual se prestaron miembros de la Iglesia Católica) y apoyados por la derecha política y mediática, puedan acceder así a beneficios o incluso la libertad.

Y justamente este 29 de diciembre el ex agente de DICOMCAR Claudio Salazar Fuentes, condenado a cadena perpetua por el degollamiento de tres profesores en 1985 -y que participó del mencionado acto- logra acceder a la libertad condicional, en el mismo momento en que la Machi Francisca Linconao es mantenida abusiva y arbitrariamente en prisión preventiva a causa de una amañada acusación de “terrorismo”, que la obliga a iniciar una huelga de hambre como forma de protesta y resistencia a tanto ensañamiento, a la que Gendarmería responde castigándola con 30 días sin visitas!

En ese contexto de tanta indignidad, hipocresía e injusticias, una justa conmemoración de la operación del año 1996 no pasa por revivir una y otra vez los hechos como una efeméride estática o “de culto”, sino más bien asumir   el imperativo moral, histórico, de contribuir a la lucha de los pueblos fortaleciendo este proyecto que hoy impulsamos de la mano con los hermanos del MIR-EGP; sistematizar la reflexión y la acción en relación a cómo este se construye y organiza, o cómo lo vinculamos con nuestro acumulado histórico en la medida que aprendemos de él, sin grandilocuencia, con perseverante sobriedad y a la vez firmeza en los pasos que se van dando, refrescando nuestra mística, rompiendo nuestros lugares comunes o clichés que nos anclan a esquemas y dogmas.

Así como la Operación Vuelo de Justicia literalmente se tomó el cielo por asalto para conseguir el objetivo, los pueblos pobres y originarios enfrentan en sus luchas dificultades y obstáculos inmensos, comenzando por la magnitud del enemigo a confrontar, el poder oligárquico e imperial con todo su aparataje militar, policial y de inteligencia. Es en esta resistencia, y en la articulación de las luchas, donde iremos encontrando las coordenadas para rearmarnos en todos los planos en la senda de la revolución popular y libertaria.

30 de diciembre de 2016
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