A 29 años de las brigadas civiles en Chiapas
El 9 de febrero de 1995 las comunidades bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), todas de origen maya, fueron víctimas de una de las ofensivas más cruentas del Ejército, el mismo del 68, el mismo de Ayotzinapa, el mismo de ahora. Los soldados no se enfrentaron a los insurgentes zapatistas. Su objetivo fueron los hombres, mujeres, ancianas y niños y niñas de los pueblos. Tomaron sus casas, quemaron su ropa y utensilios de labranza, hicieron añicos las mangueras, se robaron los molinos de maíz e hicieron trizas las trojes. Se cagaron, literalmente, encima de las pertenencias de los indígenas zapatistas, a quienes apenas antes habían reconocido como interlocutores válidos que se habían rebelado por causas justas.
La historia no estuvo del lado del entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, ni de su secretario Esteban Moctezuma. Las comunidades no sólo volvieron a levantarse, sino que reiteraron su rebeldía. Y de ese momento, además, nació una de las iniciativas más solidarias y de mayor alcance a lo largo de los siguientes 29 años: la conformación de las Brigadas Civiles de Observación (Brico), iniciativa del Centro de DDHH Fray Bartolomé de las Casas (Frayba).
Lo increíble es que después del sexenio de Zedillo siguieron cuatro periodos presidenciales en los que no han dejado de ser vitales las Brico, pues los ataques a las comunidades no han dejado de existir ni un solo año durante estas tres décadas. Por aquí, en pequeños y precarios campamentos, ha pasado algo de lo mejor que ha parido el planeta. Más allá de las luminarias tipo Danielle Mitterrand, hasta el sureste mexicano se trasladaron lo mismo campesinos de Oaxaca que de Grecia; electricistas italianos y del Sindicato Mexicano de Electricistas; miles de mujeres de los cinco continentes que registraron el despliegue diario, por aire y tierra, de las fuerzas castrenses con sus consiguientes violaciones a los DDHH.
Las Brico, como indica el Frayba, tienen relevancia actualmente por la profundización de la violencia nacida con el paramilitarismo, pues los grupos armados se diversificaron. Y el Estado sigue siendo omiso.
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