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Colombia, Colombia :: 03/10/2021

Alberto Pinzón Sánchez, exiliado colombiano y presente conversaciones FARC y Pastrana

Juanjo Basterra, kazetaria eta m. soziala * E.H
“El acuerdo de La Habana no solamente es una farsa, es una perfidia, un delito, y no se ha implementado”

“El Estado colombiano, a mi manera de ver, ha ganado esta guerra. Ha destruido la organización guerrillera que lo ponía en jaque. Ha degradado a sus herederos al máximo, ideológica, política y social”

“Esas FARC que nosotros conocimos, que se conoció, hay que tenerlo bien claro, ya no existen”

“La gente que tuvo alguna vinculación con la guerrilla está huyendo, está escondiéndose para que no le maten”

“Los partidos que se disputan esos pocos votos de la izquierda han traicionado el espíritu de las FARC y desde el punto de vista ideológico, sí es una traición. Han traicionado el planteamiento central”

“Considero que la única posibilidad que existe en Colombia es continuar con el movimiento social, organizando, puliendo las consignas, los objetivos y armando una verdadera vanguardia colectiva”

“Para mi es más ultraderechista Juan Manuel Santos que el mismo Uribe Vélez, pero recibió el Premio Nobel de la Paz por los acuerdos de La Habana”

“El presidente Lleras Camargo firmó el pacto de Sitges en 1957 con el jefe del falangismo español, que era Laureano Gómez, porque usted debe saber que el falangismo español tuvo una gran influencia en Colombia y todavía la tiene”

Juanjo Basterra, kazetaria eta m. soziala * E.H

A cinco años de la firma del acuerdo de paz, cumplidos hace unos días, entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, éste “está hecho añicos”, la contrainsurgencia ha matado a más de 250 guerrilleros y más de 1.000 líderes sociales y el acuerdo no se ha cumplido. Tan sólo un 10%, como indica Alberto Pinzón Sánchez (Bogotá, 1945), que estos días atrás estuvo en Hego Euskal Herria ofreciendo una charla: ‘La contrainsurgencia y la paz fallida’. 

Pinzón Sánchez fue miembro de la Comisión de Personalidades, que realizó recomendaciones al Gobierno de Andrés Pastrana y a las FARC-EP en las conversaciones del Caguán (1999–2001), que también fracasó. A consecuencia de las amenazas directas por parte de las fuerzas paramilitares y de atentados cometidos contra su vida, se refugió en Alemania en 2002, desde donde ha continuado defendiendo la solución política al conflicto social y armado colombiano. En esta entrevista con Sare Antifaxista recuerda que el incumplimiento de los acuerdos es parte de la historia de Colombia desde hace más de un siglo. Nos habla de la conexión de la contrainsurgencia con el fascismo español y la estrategia de Estados Unidos. A su juicio, las FARC ya no existen y considera que quienes se disputan los votos de la izquierda en Colombia, herederos de las FARC, “han traicionado” desde el punto d3 vista ideológico los planteamientos de las FARC al pasar del marxismo a la socialdemocracia, aprovechándose de ello, “políticos camaleones”. Su esperanza actual se centra en el movimiento social para que “puliendo las consignas, los objetivos” pueda armar “una verdadera vanguardia colectiva”.

Ha estado en Hego Euskal Herria explicando ‘La contrainsurgencia en Colombia y la paz fallida’, ¿qué conclusiones más activas puede sacar de lo que está pasando hoy en Colombia?

Quisiera comenzar con que en ese tema de ‘la contrainsurgencia y la paz fallida’ me he dado cuenta que es bastante largo, muy complejo de explicar. He hecho varias charlas al respecto y voy a tratar de resumirlo lo más condensado posible. En Colombia, a raíz de un pacto que se realizó en el Estado español en Sitges entre el jefe del partido conservador y el partido liberal en 1957 se acordó prácticamente construir un estado contrainsurgente. Eso posteriormente llevó al desarrollo ya durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo, que fue el presidente de ese pacto que se firmó. Se estableció a través de unas recomendaciones de un general de los Estados Unidos, de apellido Yarborough. El dejó unas recomendaciones secretas para que prácticamente se adoptara la doctrina de la contrainsurgencia, que en el fondo es más que una doctrina, es una ideología. 

Es prácticamente una visión geoestratégica. Allí se organizó lo que sería el futuro del conflicto colombiano. Se le dio un rol muy importante al Ejército, a las fuerzas armadas, que fueron separadas del aspecto político pero, puramente técnicas, y se dio luz verde a la creación de la principal fuerza contrainsurgente, que son los paramilitares, aliados del Ejército, y se constituyó algo que posteriormente vino a ser descrito por la socióloga Vilma Liliana, en un libro excelente y condensado, llamado ‘Orden contrainsurgente y dominación’ en el cual ella describe como se organizó el bloque de poder. Un bloque de poder dominante contrainsurgente, que se encargó de desarrollar esta ideología que estamos viendo y que se ha prolongado durante los once presidentes que ha habido desde 1960 hasta hoy con Iván Duque, el cual el bloque de poder contrainsurgente se ha ido reacomodando, readecuando a las circunstancias, pero ha continuado con la misma ideología contrainsurgente enfrentando la situación conflictiva que data en Colombia. Como usted sabe, el conflicto armado colombiano es un conflicto histórico, un conflicto social y más recientemente se ha convertido en un conflicto geoestratégico al desbordarse cuando prácticamente comenzaron a atacar a sus vecinos de Colombia, el ejército, las fuerzas armadas de Colombia. El bloque de poder contrainsurgente empieza a atacar a sus vecinos, a expandir su ideología y ha chocado, por ejemplo, con Venezuela que la ha puesto una tranca a ese aspecto.

¿Ideología capitalista, evidentemente?

Claro, de tal manera que Colombia, los marxistas hemos tenido una dificultad grande porque aquí se han conjugado tres conceptos claves del marxismo y prácticamente hemos estado en dificultad para separarlas y esclarecer nuestras concepciones. Por ejemplo, el concepto del imperialismo, que el bloque de poder contrainsurgente fue organizado y consolidado por el imperialismo norteamericano. Sabido es que el presidente Lleras Camargo era una ficha del panamericanismo. Era el secretario general de la OEA cuando firmó ese pacto con el jefe del falangismo español, que era Laureano Gómez, porque usted debe saber que el falangismo español tuvo una gran influencia en Colombia y todavía la tiene. Entonces, el imperialismo ha jugado un papel importante. Ese concepto de imperialismo hay que tenerlo bien claro, pero también ha montado una ideología que se llama la contrainsurgencia, que es algo muy líquido.

¿Eso podríamos traducirlo como la contrarrevolución o no llegamos a tanto?

Bueno, en el sentido estricto no sería una contrarrevolución porque en Colombia no hay revolución, pero es un concepto.

Ya pero las FARC, ELN, y otros grupos se denominaban revolucionarios.

Sí, eran unos movimientos revolucionarios, pero en Colombia no había un termino exacto de revolución. Pero bueno. Lo que me interesaba es decir que la contrainsurgencia es un concepto muy amplio, que puede ser una doctrina, una táctica militar…

Que sirve a los intereses de Estados Unidos

Correcto… puede ser una táctica sicológica, puede ser una guerra sucia, una táctica paramilitar. Es decir, es mucho, pero la contrainsurgencia hunde sus raices políticas e ideológicas en el fascismo, en aquella famosa frase de Hitler que decía que ‘en nuestra guerra no hay enemigo, no hay población civil’. De ahí, se desprende el hecho de ese concepto que ha hecho tanto daño del ‘enemigo interno’, tildar a todos que tenemos alguna opinión diferente, alternativa u opuesta al régimen de enemigo interno.

Es más esa es la razón por la cual estoy exiliado. El paramilitarismo me calificó como ‘agente comunista internacional’ ficha de la guerrilla y me hicieron el atentado que me forzó a salir. O sea, la contrainsurgencia hunde sus raices en el fascismo, el paramilitarismo es una copia moderna de los escuadrones de muerte nazis alemanes; y otro concepto más adecuado, que lo ha impuesto la ideología contrainsurgente estadounidense, que es el de combinar el garrote y la zanahoria. Garrote significa una represión con todo lo que significa, no solo militar sino legal, jurídica, ideológica. Zanahoria: promover reformas cosméticas, hacer planteamientos sutiles y proponer procesos de paz que a la larga todos han terminado en prácticamente fracasos porque el fondo de la convivencia también es la perfidia, engañar al adversario con quien se negocia. Entre otras cosas, la perfidia no es un adjetivo de la lengua castellana, es un delito contemplado en la Convención de Ginebra, en fin. Es engañar al adversario, decirle que sí, que vamos a firmar acuerdos y después convertir ese acuerdo en papel higiénico mojado y es lo que estamos viendo en este momento en Colombia, donde el conflicto social, armado y geoestratégico se ha reciclado y se ha ido localizando en una zona que se llama la frontera colombo-venezolano. Ese sería el planteamiento general que lanzado en las charlas.

Como ha comentado, los estados incumplen siempre los procesos de paz que firman, ¿cree que hay que firmar sabiendo que no cumplen? ¿por qué les hacemos caso?

Las organizaciones armadas, que aspiran a generar un nuevo régimen, tienen como ideología en el fondo el marxismo. Y el marxismo no es una ideología guerrerista, no es pacifista, pero tampoco es una ideología que llame a la guerra. El fascismo analiza la guerra como un hecho real objetivo, que hay que analizarlo, pero el marxismo no llama a la guerra. En cambio, el fascismo y el nazismo sí consideran que, por ejemplo, la lucha de clases no se puede realizar en términos civilizados, sino consideran lo planteó la doctrina nazi que la lucha de clases siempre es una guerra. Por eso odiaba la democracia liberal, porque se pueden tramitar sin necesidad de matarse los fenómenos de la lucha de clases, de una manera civilizada, moderna. Por eso, el fascismo es enemigo de la democracia y considera que la lucha de clases no es lucha, es guerra de clases.

Las FARC y ELN están de acuerdo en buscar una solución política, pero cuando firmas una solución política, en este caso la FARC, no trasciende y no llega al final. El organismo Indepaz calcula más de 1.240 muertos desde 2016, cuando se firmó el proceso de paz, al 2020, guerrilleros, agentes sociales, militantes activos… ¿cree que ese paso hacia el acuerdo político fue una excusa para llevar a cabo ejecuciones?

Digo que el conflicto colombiano es histórico, porque en Colombia hemos estado durante dos siglos en guerras. En el siglo XIX hubo nueve guerras civiles entre liberales y conservadores; seguidas de pactos en las algunas, seguidas de impunidad. La impunidad ha sido el manto con que se han resuelto los conflictos, esas guerras civiles bipartidistas, y se han constituido las relaciones de poder en Colombia. Absoluta impunidad con 100.000 muertos en la guerra de los cien días, que terminó al comenzar el siglo XX, nadie respondió por él. Nadie.

Luego vino en el siglo XX, que se va deslizando prácticamente desde la década del 30 hacia una guerra civil, que es la violencia bipartidista a mediados de los 50, cuyo inicio todos los historiadores lo señalan con la muerte del líder liberal, que va deslizándose hacia un coletazo en donde surge la guerrilla comunista y otras guerrillas de orientación marxista. Ese conflicto como le dije se pactó en Sitges en 1957. El conflicto liberal-conservador se pactó con una constitución del pacto del plebiscito, que dejó unos 300.000 muertos. Nadie ha respondido. Nadie sabe. Es un hoyo negro en la historia de Colombia, nadie sabe qué ha pasado con los muertos, ¿quien responde de eso? Le repito la impunidad sigue estando. No solo eso, sino que el jefe máximo de esas guerrillas liberales de la lucha liberal-conservador, Guadalupe Salcedo, después de firmado el acuerdo de paz, lo mataron, fue acribillado por los servicios secretos del Gobierno. Tampoco hay respuesta.

El conflicto siguió aumentando con nuevos conflictos armados, por esa circunstancia que le he planteado de que Colombia siempre ha tenido una historia muy de enfrentamientos. Los procesos de paz que siguieron, tres procesos de paz que hubo, con las FARC con Belisario Betancur se saldaron con la masacre y el exterminio, con el genocidio de la Unión Patriótica y de otras fuerzas políticas que estuvieron allí alrededor. ¿quién responde por el genocidio de la Unión Patriótica? Nadie. Hasta el momento está en discusiones.

Vino el acuerdo de paz del Caguán con Pastrana, acuerdo de paz a finales del 90 e inicio del siglo XXI. Fue frustrado, no se pudo llevar a efecto porque Pastrana cuando se sentó a negociar con las FARC tenía una agenda oculta, es lo que le estoy hablando de la perfidia, que le había impuesto el Gobierno de Clinton, que era el ‘Plan Colombia’, un plan vestido de lucha contra las drogas, pero era un plan contrainsurgente. ¿Quien respondió de las muertes que hubo después de ese proceso de paz fallido? Hasta el momento, nadie.

Ahora viene el proceso de La Habana donde usted sabe comenzó siendo algo muy positivo, porque nosotros lo apoyamos. Todos los colombianos estuvimos muy contentos de que se firmara un acuerdo de paz, que se pudieran tramitar nuestras contradicciones políticas mediante la vía política sin tener que matarnos. Ese objetivo noble de la paz se fue degradando y pocos meses después ya no era ‘luchemos por la paz’ la consigna general de todos los demócratas colombianos, sino ‘luchemos por la implementación’. Porque el gobierno no implementó el acuerdo de paz y empezó con una ideología contrainsurgente dominante en el régimen a hacer trizas ese acuerdo de paz. Lo dijeron públicamente ‘vamos a hacer trizas ese maldito papel’. El acuerdo se siguió degradando y aquella consigna alta y noble dio un paso más hacia abajo, se degradó más, y ya la consigna ya ni siquiera era implementemos el acuerdo, sino ‘no nos maten’. Porque la ideología contrainsurgente se vio desbordada matando uno por uno y cazando como conejos a todos que habían participado en el proceso de paz. No solo matando 280 exguerrilleros, sino que ha matado a más de 1.500 ó 1.600 líderes sociales, porque otra consigna de la contrainsurgencia es quitarle el agua al pez. Es decir, voltear aquella famosa frase de Mao Tse Tung (Mao Zedong) de que ‘el guerrillero se mueve como un pez en el agua, mediante el apoyo de las masas’. Para quitarle el apoyo de las masas y dejar al pez, al guerrillero, sin agua, empezaron a matar a líderes sociales para destruir el tejido social, generar terror de estado y quitar poder a las masas.

¿El acuerdo de La Habana de 2016 ha sido una farsa?

No solamente una farsa, es una perfidia, un delito, y no se ha implementado. Quienes más optimistas han sido, dicen que el acuerdo de paz se ha implementado como máximo en un 10%. Quedan dos instituciones que están siendo corrompidas, porque vuelvo y le repito, la ideología de la contrainsurgencia dice que hay que destruir, degradar, exterminar y derrotar cualquier organización política y militar que rete creíblemente a cualquier estado que esté asociado con los Estados Unidos.

Las FARC dieron un paso para la activación política en la Asamblea (parlamento) pero va acompañado de un cambio de ideología del marxismo a la socialdemocracia?

Es que ese es otro problema. Las FARC esas que nosotros conocimos de 25.000 hombres armados con una ideología única, con una dirección única, con un planteamiento único para enfrentar al Estado ya no existe. Ese fue un jarrón chino, que se tiró al piso y quedó hecho añicos. Quedó hecho pedazos y es muy difícil volverlo a pegar. Esos añicos son más de 100 grupos armados sueltos, guerrilleros locales, que quedaron sin orden, porque el secretariado, que era la organización superior que les dirigía, desapareció. Eso en lo militar, pero en lo político los añicos de ese jarrón son cuatro grupos políticos que se tratan de disputar la poca clientela que les quedó. Surge el partido de los Comunes, de la Rosas, Partido clandestino, un movimiento Salvemos la Paz, en fin hay varios tres o cuatro partidos políticos que se reclaman herederos de aquella, pero nadie les acepta como representantes de las FARC. Esa FARC que nosotros conocimos, que se conoció hay que tenerlo bien claro, ya no existe. Existen organizaciones armadas que se reclaman herederas, pero que también están en un proceso de consolidación y de alguna posibilidad de unirse, pero es difícil porque ellos también, unos con otros, están combatiendo.

Es decir, ¿el estado colombiano, cómplice de Estados Unidos, os ha vencido?

El Estado colombiano, a mi manera de ver, ha ganado esta guerra. Ha destruido la organización guerrillera que lo ponía en jaque. Ha degradado a sus herederos al máximo, ideológica, política, social y personalmente ha degradado a la mayoría y tal ha ganado y ha derrotado a esa organización insurgente que le han dado el Premio Nobel de la Paz a Juan Manuel Santos artífice de ese acuerdo. Es más, le voy a decir una cosa, para mi es más ultraderechista Juan Manuel Santos que el mismo Uribe Vélez. Sin embargo la gente confía de que Santos es un hombre de paz, sigue creyendo que es un hombre liberal, de paz, que es un hombre que va a llevar a Colombia a un futuro mejor; yo, no.

¿Cree que esos cuatro partidos que se disputan esos pocos votos de la izquierda han traicionado el espíritu de las FARC EP, al marxismo, a una Colombia libre y socialista?

Desde el punto de vista ideológico, sí es una traición. Han traicionado el planteamiento central. Por ejemplo, el planteamiento central que tenían los fundadores de la guerrilla era plantear una Asamblea Nacional Constituyente al final del proceso. Para cambiar las correlaciones de fuerzas que existían en el estado contrainsurgente. Al firmar, Timoleón Jiménez, el comandante en jefe de las FARC, y el presidente Juan Manuel Santos el acuerdo de paz y remplazar la Asamblea Nacional Constituyente por un plebiscito que, entre otras, se perdió, se abandonó esa consigna central de un proceso constituyente que nos hubiera podido acercar un poco más hacía objetivos democráticos.

Eso por un lado, pero no solo han traicionado ese gran objetivo, sino que han liquidado la organización. Como le dije la guerrilla estaba conformada por 15.000 o 20.000, prácticamente nadie sabe cuantos hombres y mujeres en armas estaban, ha sido desarticulada y liquidada. Liquidada desde el concepto político, militar, ideológico. No existe. La gente que tuvo alguna vinculación está huyendo, está escondiéndose para que no le maten. Esa es la cantidad de muertos que usted menciona y esa es la situación que en este momento plantea el conflicto. Ahora, ¿por qué ahora el régimen inicia esa cacería de conejos a la que me estoy refiriendo? Porque se siente absolutamente seguro con la impunidad. Por eso está tratando de liquidar la Comisión de la Verdad y la Justicia Especial para la Paz tratando de deformarlas y convertirlas en instituciones de bolsillo. Son las instituciones que medio quedan de ese proceso de paz, pero hay que tener claro que en Colombia mientras no se rompa ese círculo vicioso de la contrainsurgencia y la impunidad estaremos dando vueltas sin solución.

Aquellos dirigentes que se marcharon, que volvían a utilizar las armas, ¿queda algo de eso?

Si, pero ya son grupos reducidos.

¿En un futuro podría volver a germinar esa resistencia guerrillera?

Leía en el periódico un informe que da el mismo Ejercito colombiano y las agencias que reciben la información desde el Ejército y las ONGs que replican esas informaciones. Cada grupo más grande tiene 400 guerrilleros, el otro 300 y el resto en grupúsculo que no se sabe cuántos. Eso no pasará de 2.000 ó 3.000 hombres máximo. No hablo por el ELN no conozco mucho, pero según lo que he leído de las declaraciones del comando central del ELN ellos siguen planteando la solución política al conflicto histórico y social armado y geoestratégico de Colombia. Aspiran a entrar en un proceso de paz, tener una mesa preestablecida en La Habana y aspiran a continuar ese proceso. Lo cual me parece una visión en perspectiva histórica muy positiva, y que muy posiblemente los otros grupos armados deberían plantearse en esos términos: continuar con la estrategia de la solución política, pero eso sí corrigiendo el error que se cometió y planteando el cambio del Estado colombiano mediante una Asamblea Nacional constituyente, amplia, popular, democrática y campesina.

¿Sería el acuerdo al que se llegó en 2016, pero para que se cumpla de verdad?

Correcto. Póngale todos los adjetivos a esa constituyente, pero lo importante es volver a dar fuerza al proceso constituyente.

¿Cree que es posible?

Las consignas son para plantearlas ¿no? La lucha de masa está planteando nuevos retos, porque ese es el otro problema de la contrainsurgencia. Los fundadores de las FARC EP tenían bien claro, entre ellos el comandante Alfonso Cano porque él lo planteó en el proceso del Caguán, que hay dos negociaciones, una político-militar con las FARC, que hay un conflicto, pero otra negociación que hay que realizar, que es con el movimiento popular, movimiento social y con las masas. Eso no se realizó. En La Habana no se realizó, no hubo ninguna negociación con el movimiento social. Se invitaron a algunas organizaciones que vinieron a alguna mesa a dar un memorial de agravios. Pero no hubo ninguna negociación, no hubo ningún acuerdo y esas reivindicaciones no escuchadas, burladas, vuelven y afloran con el reciente estallido social, brutalmente reprimido y al que usted hace referencia con la cantidad de muertos y heridos.

Es más, el conflicto al cual nos venimos refiriendo tiene unas cifras que van mas allá de lo que usted ha dicho. El conflicto colombiano deja más de 8 millones de víctimas. Cerca de 1 millón de muertos, hay 100.000 desaparecidos, tirados a lagunas donde había cocodrilos que los desaparecían, o tirados a los rios, o quemados en hornos crematorios que establecieron los paramilitares en Cucutá. O en fosas comunes, que a penas se están abriendo. En fin, un genocidio de no sé cuantas organizaciones sociales. O sea que es algo horroroso. Es lo que parece, que piensa en reciclarse y que genera un nuevo ambiente pesimista en la sociedad colombiana.

La verdad es que veo un cierto paralelismo entre lo que sucede en Colombia y en Euskal Herria con los conflictos: se abandona el marxismo y se reconvierten a la socialdemocracia, que acepta el neoliberalismo, el capitalismo depredador por excelencia en todo el mundo

Es otra de los errores en que hemos caído. La izquierda de Colombia está profundamente dominada por la ideología dominante. Es su principio de la ciencia social. Nosotros, cuando hablo de nosotros hablo de la izquierda por lo menos lo que se considera izquierda, hemos aceptado el fetiche electoral que nos ha puesto la burguesía. Un fetiche es un icono al que se le da un poder que no tiene. Freud habló mucho, pero quien definió el fetichismo fue Marx. Con ese criterio del fetichismo de la mercancía es el que yo analizo el fetichismo de las elecciones. Le damos un poder a las elecciones que no tienen, por lo menos en Colombia. Se va a que el próximo presidente va a resolver los problemas, las próximas elecciones van a resolver el problema de Colombia, cuando es todo lo contrario, se va a continuar en lo mismo y se va a llegar exactamente a lo mismo. 

Es el continuismo, como un hilo conductor de que se van a resolver los problemas y hemos caído en ese fetichismo y todos los grupos de izquierda están metidos en ese torbellino o remolino y están absolutamente esperanzados de que las próximas elecciones van a resolver el conflicto colombiano y van a resolver las contradicciones de fondo tan profundas, tan arraigadas, con unas simples elecciones. Con lo cual ha aflorado cantidad de gente de personas disfrazadas, por no decir camaleones, que un día son de izquierda y otro de derecha, un día son pro-militares y al otro pro-guerrilleros. En fin, son demagogos, la mayoría. Tratan de continuar engañando a las masas, cuando el poder fáctico, el poder electoral, el dinero ya tiene arreglada esa situación.

Frente a ese análisis considero que la única posibilidad que existe en Colombia es continuar con el movimiento social, organizando, puliendo las consignas, los objetivos y armando una verdadera vanguardia colectiva, porque lo que se acabó en el proceso del Caguán fue el cuento ese de que había una organización única que era la vanguardia de la lucha revolucionaria. Ya no existe. Existe una vanguardia colectiva que es la que hemos visto aflorar en este movimiento social, al que yo le deseo éxitos en un futuro. Es un futuro de lucha, es un futuro de seguir aclarando, de seguir pendientes de resolver ese futuro en esta gran crisis en la que estamos. No es una crisis solamente en Colombia, sino que es una crisis civilizatoria, en la cual nos estamos moviendo todos en el globo terráqueo.

Si quiere añadir algo más, está a tiempo.

Te agradezco mucho que haya podido presentar con tanta libertad estos planteamientos. Muchas gracias por la invitación de Sare Antifaxista y a usted de forma particular.

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