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Chile :: 14/09/2005

Apunte para un análisis de los límites de la administración. (Para una política del acontecimiento II)

Colaboradores Anónimos Hommodolars
La transición al Estado tecno-burocratico-burgués se cristaliza de buena forma en nuestros parches y varios de nuestros esténciles. Caras con códigos de barra, rostros mounstrosos, sombras avasalladoras y hasta artefactos, pasan ocupar el puesto del icono fundamental que mostraba al enemigo de los ochenta. Al parecer pasamos de un enemigo identificable a uno indetectable, sublime. Par este traspaso pueden haber múltiples respuestas, pero nos gustaría plantear dos fenómenos que se desprenden de esta transición: 1) un fenómeno generalizado de la izquierda que es incapaz de cristalizar sus propuestas en puntos no-abstractos y/o sublimes como "El Capital" o "El Capitalismo" y, directamente relacionado, 2) el paso del Estado-dictador-neoliberal que poco a poco ocultaba el carácter estrictamente político de un Estado de guerra (de clases), para dar paso a un Estado de carácter técnico-experto de administradores y vaciado de diferencias políticas, o sea es el paso del enemigo visible al enemigo que se niega como tal y pretende parcialidad

Solo tiene el don de encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador que esté traspasado por [la idea de que] tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo cuando este venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer".

W. Benjamin

La transición al Estado tecno-burocratico-burgués se cristaliza de buena forma en nuestros parches y varios de nuestros esténciles. Caras con códigos de barra, rostros mounstrosos, sombras avasalladoras y hasta artefactos, pasan ocupar el puesto del icono fundamental que mostraba al enemigo de los ochenta. Al parecer pasamos de un enemigo identificable a uno indetectable, sublime. Par este traspaso pueden haber múltiples respuestas, pero nos gustaría plantear dos fenómenos que se desprenden de esta transición: 1) un fenómeno generalizado de la izquierda que es incapaz de cristalizar sus propuestas en puntos no-abstractos y/o sublimes como "El Capital" o "El Capitalismo" y, directamente relacionado, 2) el paso del Estado-dictador-neoliberal que poco a poco ocultaba el carácter estrictamente político de un Estado de guerra (de clases), para dar paso a un Estado de carácter técnico-experto de administradores y vaciado de diferencias políticas, o sea es el paso del enemigo visible al enemigo que se niega como tal y pretende parcialidad . Sabemos lo brutal y amplio de estas dos tesis, pero, por cosas de economía (que nos obliga a un exceso de los enunciados) debemos trabajar así.

Lo que más nos interesa ahora es el segundo punto, pero, siendo un tanto esquemático, queremos aclara que lo político, en este caso, lo entendemos como el poder ejercer(se) (como) un hecho irreductible, un enfrentamiento irreconciliable. Declarándonos cómplices de la lectura de E. Laclau sobre que "la noción religiosa del mal se convierte, con las transformaciones modernas, en el núcleo de lo que podemos llamar "el antagonismo social"" (Ver, Revista Actuel Marx, nº3, Pág. 150), podemos afirmar que la idea de lucha de clases puede ser pensada como la continuación o el re-trazo de la idea religiosa irreconciliable del bien y el mal. De ahí también, y dejando un tema pendiente, se puede reconoces el núcleo irracional de la política, en donde se "apoya" el acto político fundante .

Bueno, si esto es lo político, o sea, una evidenciación (he ahí el trabajo de lo político) de una hecho irreductible a un intercambio simbólico, es decir, a una red de significantes/mercancías que constituyen el lazo social (el lugar que cada cual ocupa en la maquina de producción y reproducción capitalista), y que solo puede ser apropiada y enunciada [esta evidenciación] desde una postura particular (que luego se universalizara, dependiendo del trayecto de la lucha), podemos decir que: todo hecho que necesite ser codificado/enunciado/evidenciado, lo será desde una postura de clase. Es este último punto en donde entran (bajo ciertos nombres) los compañeros caídos, y no solo los caídos en dictadura, sino los perdidos en democracia.

Bajo el sentido que puede otorgar lo anterior, el gesto "cultural" del conglomerado tecnocrático de la Concertación para/con la muerte y masacre de un proyecto antagonista radical al capitalismo es el de aquellos que (y aquí seguimos Benjamin) son dueños de la historia, o se adueñan del mundo en cierta lectura/construcción de la historia, y más precisamente, es una lectura potenciada y articulada en esa "fuerte fuerza" que da/instala la Historia, la hace aparecer plena, como un relato extenso, coherente y disponible, pero, como apuntaría Zizek, "lo que desaparece en esta disponibilidad total del pasado a su reescritura retroactiva no son los hechos concretos, sino fundamentalmente lo real de un encuentro traumático cuyo papel estructurante en la economía psíquica del sujeto se resiste para siempre a su reescritura simbólica" (Violencia en acto, Pág.65), es decir, el proyecto histórico neo-liberal suprime el antagonismo en donde se funda lo social, le niega a los pobres el poder al negar la lucha por este, al negar la lucha de clases. Esta apuesta es una lectura que exilia la muerte irreductible y/o la amenaza absoluta de la clase proletaria. Benjamin es claro al dejar enlazadas las idea del progreso (el país avanza) y del historicismo (hagamos una Historia de Chile) como los pilares en donde se arma la historia del vencedor. Opuesta al trabajo del "materialista histórico", que trabaja con los restos, los desperdicios y sobras (irreductibles) de la clase obrera "el historicismo postula la imagen "eterna" del pasado" (W. Benjamin, "La dialéctica en suspenso" Pág. 60), o sea, el historicismo crea monumentos vacíos sobre el engaño "empático", en donde cree capaz de decir lo que paso sin relacionarse con el propio suceso, que está necesariamente sujeto a una posición y no simplemente sujeto al pasado. En Otras palabras, la cultura dominante/hegemónica pretende una supuesta suspensión de la posición en la historia (ejemplar es "lo humano", lo "humanitario" o, mas común aún, comentarios como: "si todos somos personas en el fondo", etc.). Los vencedores siempre contarán lo que paso, pero el costo de las narrativas coherentes y lineales (homogéneas y vacías), aquello que debe perderse para que sea efectivo el relato, es lo que el proletariado viene a recuperar, a recordar y a instalar en el seno progresivo de la historia: la política. Toda lectura de clase se instala en la idea del Tiempo-ahora benjaminiano , aquel que hace "saltar el continuum de la historia" . (Ibíd. Pág. 63)

Un ejemplo que pude retratar el trabajo político encubierto de la democracia-humanitaria son los honores que ha rendido la UDI a la ex-secretaria del Partido Comunista. En un acto patético de reconciliación varios paraderos de la Avenida Pajaritos que se encuentran a cargo de la municipalidad local, fueron rebautizados con el nombre de la "famosa" dirigente (la "roja" de todos). Pero, ¿que pasa con eso?, ¿es solo una muestra más de la política reconciliadora de clase y amarilla del Partido Comunista? o ¿insinúa algo más? Solo podemos decir que es la consumación tecnócrata del PC, su fin como partido político y el comienzo de un partido administrativo más . No sería sorprendente que los comunistas vallan en alza y lleguen al gobierno, con un plan administrativo humanitario y posible. Bajo un prisma similar la democracia trabaja con los muertos. La pretendida sutura y reconciliación no se encuadra solo en la represión u olvido de las fechas como el 11 de septiembre, o el 1º de Mayo, etc., sino un trabajo político cuidadoso de borradura de lo político que caracteriza a esas fechas y en algún momento los instala en el mapa que recorre el cuerpo social. Entonces, en democracia, el 11 es solo una fecha contenida en actos culturales, y marchas multitudinarias que remarcan el pasar del pasado (¿no les suen eso de: "dar vuelta la página?). A diferencia de este pasar por (sobre) el pasado, la tesis de Benjamin es la de restituirlo, traerlo a la presencia, irrumpir el vació y homogéneo circular de la mercancía, irrupción proporcional a los ataques de la clase; es la clase la que se constituye en esas interrupciones. En ese sentido, la rememoración del pasado no es solo el gesto melancólico o nostálgico, la honra de los muertos o algo parecido, sino que es el retorno, el asecho de "la sociedad sin clases [que] no es la meta final del progreso en la historia, sino su interrupción tantas veces fallida, y por fin llevada a efecto" (Benjamin, Op. Cit. Pág. 75).

Notas

1 Vale la pena recordar una de las últimas declaraciones de Pinochet cuando dejaba el poder y se sabía públicamente de los "excesos" de la dictadura. Él siempre mantuvo la idea de que estábamos en una guerra, entre el caos y/o el cáncer marxista-leninista versus la democracia. Afirmación que Lagos, como el icono de la vuelta de la izquierda al poder y confirmación de su derrota, se niega a aceptar, ocultando su carácter de clase en su gobierno administrador.

2 Como puede deducirse, nos declaramos en contra de los ya clásicos postulados que humanizan la lucha de clases, convirtiendo el proyecto revolucionario en un mero redimir humanitario, sino que la irrupción revolucionaria es la destrucción de la humanidad, esa que sirve de justificación ideología del imperialismo y la burguesía. No hay hombres, hay solo clases.

3 Aquí repetimos el gesto de Oyarzún, en donde contrapone este elemento redundante a la idea de "débil fuerza mesiánica" de Benjamin. Por cosas de espacio hemos preferido no extendernos en esto.
4 "La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino aquel pletórico de tiempo-ahora", Benjamin, Op. Cit. Pág. 61.
5 Op. Cit. Pág. 63
6 Esto es aun más claro si el honor lo da el enemigo de clase por excelencia.

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