Arabia Saudí está cometiendo un genocidio en Yemen
Desde hace una semana el ejército de Arabia Saudí sitia a Yemen. Sus aviones impiden aterrizar en Saná y sus navíos atracar en el puerto de Hodeida. Alimentos, medicinas y combustible imprescindibles para la vida de millones de personas no pueden llegar a su destino. La destrucción por hambre de la población civil yemenita se ha convertido en un objetivo y es usada como un arma de guerra.
Naciones Unidas ha denunciado que aviones repletos de ayuda humanitaria de emergencia no son autorizados a aterrizar en Yemen. Lo mismo ha dicho Médicos Sin Fronteras que tiene funcionado 11 hospitales en un país donde el sistema de salud está en ruinas y su presencia es imprescindible para salvar vidas humanas, no puede abastecerlos. La Cruz Roja ha advertido que una catástrofe amenaza a millones de personas si no puede llegar a su destino la ayuda que reciben.
El bloqueo es la respuesta de Ryad a un ataque militar yemení con un misil de medio alcance al aeropuerto internacional de la capital saudí. Los saudís dijeron que había sido interceptado. Los yemeníes que había alcanzado el objetivo. De cualquier manera no se reportó la pérdida de ninguna vida humana. UNICEF dijo el viernes pasado en un comunicado emitido en Ginebra que 400 mil niños están en riesgo de morir a causa de severa malnutrición si no les llega pronto comida. La respuesta es superdesproporcionada.
Un portavoz del ejército yemení dijo en Saná que el ataque al aeropuerto era un acto de defensa, no de agresión. Era la respuesta militar a los bombardeos sistematicos que desde hace más de dos años sufre Yemen y que han causado la muerte de al menos 10 mil civiles. Ryad por su parte responsabilizó verbalmente a Irán del ataque -el misil habría sido transportado en partes y montado en Yemen, dijo un portavoz- pero no aportó ninguna evidencia. La realidad es que Ryad está castigando de una manera atroz a la población civil del Yemen sin justificación alguna. Nadie puede acusar al Programa Mundial de Alimentos o a Médicos sin Fronteras o UNICEF de transportar armas. Un embargo que tiene como único objetivo aniquilar lenta y cruelmente a la población del Yemen.
El bloqueo es un crimen humanitario de extrema gravedad porque ocurre en un país devastado por dos años de guerra. Yemen depende de la importación de comida en un 80% y el 70% de esta comida llega por el puerto de Hodeida. Los precios de los productos básicos son ya tan caros por su escasez que la mayoría de la población no puede comprarlos. Los funcionarios no reciben sus salarios desde hace meses. Naciones Unidas ha dicho que 17 millones de una población de 27.5 millones pasan hambre y siete millones de ellos dependen de la ayuda humanitaria para comer; dos millones de estos desplazados por la guerra no pueden acudir a sistemas tradicionales de socorro.
Por si esto no fuera suficiente el país enfrenta una crisis de cólera peor que la sufrida por Haití en el año 2011. Según la Cruz Roja Internacional desde abril, al menos 370.000 personas han sido infectadas por la enfermedad y se han reportado 1.800 fallecimientos a causa de la misma.
En su momento álgido Save the Children había denunciado que cada 35 segundos un niño se infectaba de cólera. En las últimas semanas la situación había mejorado y había optimismo en aminorar la epidemia pero el bloqueo puede revertir rápidamente las ganancias obtenidas. La importación de pastillas de cloro es vital para combatir el cólera.
Hay que recordar que la epidemia es enteramente producto de la guerra. El sistema de drenaje dejo de funcionar en Saná el 17 de abril y la epidemia explotó 10 días después. Un estudio de la universidad Queen Mary de Londres ha responsabilizado a la coalición liderada por Arabia Saudí de la rápida expansión de la enfermedad. Se basó en que ocho de cada diez muertes por cólera tienen lugar en áreas controladas por los huzíes, el grupo político que controla Saná en alianza con el ex Presidente Saleh. Estas áreas al norte del país son las más bombardeadas por la coalición y las que más daño en infraestructuras y servicios han sufrido.
Hay pocas dudas de que estamos asistiendo a un genocidio. Este ha sido definido como la “aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos”. El bloqueo saudí esta encaminado a destruir total o parcialmente a una población por razones políticas; por no aceptar un gobierno impuesto por Ryad. Los actos criminales catalogados como genocidio incluyen “matanza y lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial…”. Objetivos sin duda del actual bloqueo saudí.
Mark Lowcock, el responsable de los Asuntos Humanitarios en Naciones Unidas dijo la semana pasada en Nueva York en una reunión del Consejo de Seguridad a puerta cerrada que el bloqueo saudí puede matar a millones de personas. Habló de siete millones. Pero aparte de condenar verbalmente a Ryad y pedir el cese del bloqueo, ninguna acción humanitaria para impedirlo fue puesta sobre la mesa de herradura del Consejo.
Llama la atención la pasividad de los partidarios de la intervención humanitaria cuando esta tiene que ser activada contra amigos de Washington, Londres o París. Una pasividad que contrasta con la actividad febril que existe cuando son contrarios a estos poderes quienes amenazan a la población civil. ¿Quién no se acuerda de Libia?
Sobre la agresión saudí a Yemen todo es silencio. Las empresas de comunicación –posiblemente compradas con dinero saudí– informan con cuentagotas. Los gobiernos europeos que venden armas a los perpetradores, esconden su complicidad con el genocidio mirando para otro lado. La pasividad reina. ¿Donde ha quedado la responsabilidad internacional de garantizar en Yemen el derecho a la vida amenazado por la intervención saudí? Derecho que recoge la Carta de las Naciones Unidas.
Los principios humanitarios parecen terminar donde empiezan los intereses del Departamento de Estado o el Pentágono. La “Responsabilidad de proteger” no aplica si los perpetradores están vinculados con intereses petroleros o de vendedores de armas con sede en Europa o Estados Unidos. La Comunidad Internacional no puede seguir sin hacer nada cuando las vidas de siete millones de personas están en peligro a causa de intereses espurios y mezquinos. Está obligada a parar el genocidio.