Argentina: Los tiempos de la central obrera
La multiplicación de conflictos sindicales por salarios, por paritarias sin techo, por falta de homologación de los acuerdos ya firmados, por despidos… alimenta la presión para que las centrales obreras convoquen a un nuevo paro nacional.
Es que el ataque al pueblo trabajador y a sus organizaciones, sindicatos / cooperativas / movimientos sociales, es tan fuerte y abarcador que cuando todavía no se habían acallado los ecos del paro y concentración del 24E, ya comenzaba a hablarse de la necesidad de un nuevo paro. Sin embargo pasado más de dos meses largos este no se produce.
Estrategia
La llamada “mayoría automática” que es la conducción real de la CGT (“Gordos” e “Independientes”) no desconoce que el escenario actual y su proyección llevan a la confrontación y que día a día se suman más conflictos sindicales, sin embargo resiste las demandas de un nuevo paro, que surgen de distintos gremios y de algunas regionales.
Para algunos dirigentes su experiencia les indicaría que convocar al paro general sin tener mínimas garantías de obtener resultados concretos puede convertirse en un boomerang político para una dirigencia que suele ser muy cuestionada. De ahí su estrategia actual. No acelerar los tiempos y priorizar las protestas sectoriales de cada sindicato, apoyo discursivo a los conflictos en curso mientras posterga una y otra vez la convocatoria. Primero había que esperar hasta el 1 de marzo, luego dejar pasar Semana Santa, después se rumoreaba mediados de abril, ahora sería a fin de mes, en coincidencia con el tratamiento de la Ley Ómnibus nueva versión, aunque no tienen acuerdo en qué modalidad. También han dejado trascender la posibilidad de una marcha (vaya novedad) para el 1° de mayo, “Día internacional de las/los trabajadores/as.
Haciendo gala de su tradicional manejo de los tiempos la CGT estaría esperando que las condiciones políticas maduren, en el marco de una crisis que tocaría fondo en mayo-junio, para convocar un paro general con acatamiento masivo (algo que no sucedió el 24E no obstante el éxito y el peso de las columnas sindicales en la concentración) que dicen aún no está garantizado. “Vemos venir muchas batallas y hay que elegir las que se pueden ganar” aclaró alguno de los dirigentes más encumbrados.
Para la CGT, sea por sus compromisos con el gran capital (que no oculta), sea porque privilegia la negociación (es parte de su acervo conceptual), el paro es un recurso de última instancia (¿En que instancia estaríamos ahora?). Su histórica posición dialoguista choca con la actitud del gobierno. Este sabe que negarse a negociar con dirigentes sindicales que tienen mala prensa es pura ganancia.
Corporativismo y política
Mientras deshojan la margarita, Héctor Daer, uno de los tres Secretarios Generales, emplea parte de su tiempo en reuniones con gobernadores y legisladores de distintos partidos haciendo “lobby” contra la nueva ley Ómnibus y el DNU 70/23. La CGT mantiene su posición frente a ambos proyectos (la justicia tiene dormido el capítulo de reforma laboral) y apoya a los gobernadores en la pulseada de poder frente al ejecutivo; al mismo tiempo confía en la designación del nuevo secretario de Trabajo, puesto por el grupo Techint. El abogado Julio Cordero, que ha ocupado cargos en la UIA y es el delegado patronal ante la OIT. Tienen con él una larga relación, hace una década que comparten las reuniones anuales de la OIT y lo reconocen como un cultor del diálogo tripartito (gobierno, empresarios y sindicatos), piensan que pueden llegar a acordar una reforma laboral “consensuada”.
Es que tanto Techint como otros grandes grupos capitalistas están de acuerdo con una reforma laboral que mejore la productividad de sus fábricas pero no que anarquice al sindicalismo, como piensan Milei, Sturzenegger, Espert y otros libertarios a ultranza que promueven la negociación colectiva por empresa, la eliminación de la clausula de ultraactividad o el desfinanciamiento de las estructuras sindicales por quita de la cuota solidaria…
En medio de estas idas y vueltas la cúpula de la central decidió participar activamente en la concentración del 24M. Es la primera vez en cuatro décadas que toma esta decisión, que adquiere contenido político frente a un gobierno negacionista del Terrorismo de Estado, que rememora el plan económico de la dictadura y con el cual pretende negociar. Este posicionamiento debe verse como continuidad del cierre del acto del 24E que fue cedido a una Madre de Plaza de Mayo. No pareciera que fuera solo circunstancial, aunque…
Así la CGT oscila en confrontar con el gobierno en términos políticos y defender sus intereses corporativos (la estructura sindical tradicional) por medio de la negociación.
Construir el paro general
En este contexto se debate una próxima huelga general. Sin embargo, salvo en los sectores más afectados por la política del gobierno, no puede decirse que haya gran presión social sobre las direcciones, por el contrario estarían pesando las expectativas en mejoras futuras sobre la pésima situación actual. Así lo afirman distintas encuestas y sondeos de opinión. Pero también pesarían el temor a la perdida de la fuente laboral (cuando ven venir oleada de despidos en estatales y que la crisis está llegando al sector privado) y los descuentos por día de paro (con salarios de pobreza).
Mientras tanto una reciente asamblea abierta con la participación de sindicatos combativos, asambleas barriales, movimiento piquetero y sectores de la cultura, resolvió convocar para una gran debate el 1° de Mayo en Plaza de Mayo, mientras presionan a las centrales para un nuevo paro general activo.
Dinámica social
Ahora esta es una fotografía. Hay que estar atentos a la dinámica social que genere la crisis, lo que implica ir preparando las condiciones para construir el paro que debe ser masivo (no parece haber espacio para un paro débil, que sería una derrota). En esto las regionales de la Central juegan un papel decisivo, así lo hicieron en la preparación del 24E cuando sus demandas fueron escuchadas por la conducción nacional.
Sin embargo pareciera que la CGT, y también la oposición política sistémica, apuestan a que esas expectativas en un futuro mejor se derrumben por sí solas, en una actitud que algún destacado analista político del momento caracterizara como “desconcertante, temerosa y poco valiente” ya que “delegan en la gente la responsabilidad del conflicto” cuando, como quedó demostrado el 24E, es la central obrera quién tiene la responsabilidad de convocar con éxito al conjunto de los explotados, oprimidos y marginados por el capital.
Desenvolver una política de propaganda activa sobre las consecuencias sociales del gobierno Milei, generando consenso sobre la importancia de una huelga general política para frenarlo, podría ser el curso a seguir por una militancia que coordine sus esfuerzos con denuedo y esperanza detrás de un objetivo común: evitar la barbarie social en curso.
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