Argentina: Sabag Montiel se hace el loco (suelto)
Escucho hablar a Fernando Sabag Montiel y no puedo dejar de acordarme del [supuesto] asesino de John Kennedy, Lee Harvey Oswald. Los dos cierran la ecuación perfecta de los imbéciles que se creen los cuentos de dividir a la sociedad en ganadores y perdedores, y llevados al abismo por el sistema político al que adhieren, terminan siendo manipulados para asesinar.
Fernando Sabag Montiel, principal acusado en el juicio por el intento de asesinato de Cristina Fernández, estuvo en el tribunal y sorprendió a los presentes accediendo a contestar preguntas de todas las partes involucradas en el juicio. Sus respuestas pueden resumirse en: "actué solo y por mi propia voluntad". Algo parecido dijo Lee Harvey Oswald, en 1963, cuando fue detenido por el asesinato del presidente norteamericano.
Leí por allí que, cuando Oswald transitaba el séptimo grado de su educación primaria, un psiquiatra le diagnosticó que habitaba "una vida de fantasía vívida, girando en torno a los temas de la omnipotencia y el poder, a través de la cual trataba de compensar sus deficiencias y frustraciones actuales". Oswald, hizo distintas apuestas en su vida, ninguna le salió bien y terminó manipulado para asesinar al hombre que consideraba su contracara, y el responsable de sus frustraciones. Dijo que actuó solo, pero como a toda marioneta se le veían los hilos. Y en el caso Kennedy, los hilos conducían a la mafia cubana de Miami y a la CIA.
La historia de vida de Fernado Sabag Montiel no parece diferente. Educado en la convicción de que, si se piensa como los ricos, seguramente se va a encontrar un lugar en esa vereda, tuvo que afrontar la realidad de sus fracasos. El capitalismo, como Roma, no paga traidores. Su sueño de empresario del transporte de remisses duró lo que demoraron sus autos usados en entrar al taller. Sabag Montiel, como Oswald, fueron dos auténticos perdedores en el mundo que imaginan como real, y también dos fabuladores que creyeron posible reivindicar sus vidas mediocres con un "acto heroico" que los haría entrar en la historia.
Personajes como este son emergentes de un contexto donde el fracaso de las propuestas del "capitalismo para todos" intenta ser atribuida a la acción individual de dirigentes políticos catalogados como chorros, demagogos, mafiosos, etc. Un contexto fuertemente impactado por una ofensiva mediática y judicial contra quien fue dos veces presidenta y era en ese momento vicepresidenta, completó la fantasía de quien imaginaba redimirse, asesinando a quien le indicaran como responsable de todos los males de la sociedad. Reclutado el tirador, no habrán faltado después los apoyos logísticos, la instigación al crimen, la contención emocional, los refuerzos materiales y psicológicos, para que pudiera concretar su misión redentora.
El sistema político estadounidense, incluido el gobierno de Lyndon Johnson, no estuvo muy interesado en que se investigara quién estaba detrás de Lee Harvey Oswald. Cuarenta y ocho horas después del asesinato de Kennedy, el asesino Oswald recibió disparos mortales por parte de Jack Ruby, un mafioso de poca monta que, por plata, podía cometer cualquier crimen. El incidente se produjo por un "descuido" de quienes tenían a Oswald bajo custodia policial.
En el caso argentino, bastaron 24 horas para que el celular de Sabag Montiel "se rompiera", por un "descuido" de la custodia judicial en el Juzgado de la jueza Capuchetti. También, por un "descuido" la Jueza, no se citó a declarar al ex funcionario macrista Gerardo Millman, que había sido mencionado por Brenda Uriarte, la novia de Sabag Montiel, como alguien que "decían que le pagaba a varias personas para que participaran en manifestaciones y con ello generar disturbios y violencia alrededor de la casa de Cristina Kirchner".
Milman tuvo dos meses su celular en su poder y cuando fue mencionado por otra denuncia que relataba una conversación con dos colaboradoras donde mencionaba el atentado antes que se produjera, recién fue citado por la jueza. Una de sus colaboradoras, Ivana Bohdziewicz dio el nombre de quien hizo el trabajo de limpiar los celulares, y se trata de Jorge Adolfo Teodoro. Este personaje fue recientemente nombrado Director de Tecnología de la Información y Comunicaciones del Ministerio de Seguridad, dirigido por Patricia Bullrich.
Al encubrimiento judicial se sumó la actuación de la prensa afin al macrismo. Medios del grupo Clarin, como TN y Radio Mitre, pocas horas después del disparo fallido difundieron la versión del "supuesto atentado", y hasta se animaron a dar voz a quienes aseguraban que se trataba de una operación montada por el propio gobierno.
En el caso del presidente Kennedy, pasados 60 años del crimen, muy pocas personas se creen que Oswald actuó solo. El documental "JFK" de Oliver Stone, con apoyo de mucho material desclasificado, refuerza la hipótesis de que detrás de ese magnicidio estuvieron la CIA y la mafia cubana de Miami. Según esta interpretación, los móviles del crimen hay que buscarlos en las diferencias planteadas entre el presidente y otros poderes permanentes de su país con respecto a la retirada de Vietnam y la futuras relaciones con Cuba.
El juicio contra Sabag Montiel y dos miembros de "los copitos" parece destinado a evitar que la causa avance más allá de los autores materiales. La preocupación principal de la defensa parece ser reforzar la orientación con que el juzgado de Capuchetti realizó la investigación: cortando toda posible vinculación con grupos políticos o económicos que habrían instigado o financiado el intento de magnicidio. Cumplido ese objetivo, la estrategia de la defensa parece clara: cargar todas las responsabilidades en Sabag Montiel y tratar de aliviar a sus socios inmediatos.
Sobre la víctima del atentado, Cristina Kirchner, se pueden discutir su valoración política, pero es indiscutible es que ha sido una figura política e institucional relevante en los últimos veinte años.
Fernando Sabag Montiel, quien cargará con la mayor condena, parece conforme con el rol que le asignaron. Desde su fantasía redentora, prefiere ser un hombre famoso que atentó contra una dirigente política, que un fracasado empresario de transporte que terminó vendiendo copitos [pasteles de chocolate con dulce de leche]. Seguramente estará pensando que la historia lo absolverá. Pero el beneficio de la absolución no está reservado para los idiotas útiles, son descartables. Y lo que es peor, demasiado abundantes. Los poderosos tienen otarios para elegir y ni siquiera tienen que pagar un precio especial por contratarlos.
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