Circunstancias letales
Cuando Donald Trump se dijo a favor de negociar con Corea del Norte, tanto en ese país como en el resto del mundo se entrevió, con escepticismo, pero sin negarle espacio a la esperanza, que el magnate acercaría soluciones incluso si no concluía un buen entendimiento. Nada de eso.
Hizo más suspicaces a los norcoreanos que actuaron en correspondencia con un deseable progreso y, de buena fe se deshicieron de instalaciones y recursos, antes de cerciorarse de que, nuevamente, no hubo enlace entre el sonido de la cáscara con las nueces que llevan dentro.
De hecho, engañó a las dos coreas, abusando de un proyecto largamente deseado y posible dadas las finalidades del gobierno de Moon-Jae-in, quien revivió el antiguo anhelo de unir las dos partes de la península y contribuir a la seguridad propia, regional y planetaria.
Washington, en tanto, mueve sus fichas con tanta falta de ética que provoca nauseas. Sigue sancionando a Pyongyang, para vencerle a golpe de castigos. Sabe que Seúl, por su parte, tiene escasas facultades para decidir sobre factores preferiblemente soberanos, aunque lo desee con vehemencia. Es el Pentágono quien dispone en lo militar, por ende, desde ese ángulo influyen en la política interna y exterior surcoreana, y así será hasta tanto no se alcance una consecuente independencia y/o la deseada reunificación.
Para quien está habituado a mentir y casi siempre promueve situaciones extremas para arrinconar a su contraparte, es natural seguir esos viles procedimientos. Pero una cosa son las técnicas aplicables a los negocios personales, y otra muy seria está tras las decisiones asumidas en nombre de un país completo, al cual, pese a sus recursos militares, dejan expuesto a riesgos innecesarios, sobre todo si, como ocurre, las situaciones se llevan hacia comprometidos excesos.
En esos escenarios figura la retirada unilateral del acuerdo nuclear de Irán y el intento de que los persas acepten lo conveniente solo para quien les hostiga. Como se sabe, EEUU, presiona con castigos económicos y también a través de amenazas, movimientos bélicos, o actos de tan baja ralea como el asesinato del general Soleimani, quien según trascendidos realizaba una fina labor diplomática entre varios países del área en beneficio de los pueblos árabes, concertando venturosas alianzas, y, a la postre, en provecho de la humanidad.
Irak ha quedado, a despecho de la determinación de sus fuerzas internas, a merced de las decisiones dictadas por la administración norteamericana. El parlamento exigió la retirada de tropas, pero Trump se niega, provocando una situación insólita. Se la puede tildar de muchas formas, excepto de ejercicio legítimo de un lado y solvencia soberana del otro.
Donald Trump en el Foro Económico Mundia en Davos, Suiza.
Los hilos movidos desde la Casa Blanca contemplan soeces, repudiables artimañas. Ninguna nueva, por cierto. Tampoco de estreno es la ambición por el petróleo, sea de Latinoamérica o del Medio Oriente. Detrás caminan políticas sostenidas en el tiempo, pero particularmente repudiables, y a través de medios tan mezquinos como ultrajantes.
La tapa al pomo, como dirían en mi barrio, la puso Trump con el "Acuerdo del Siglo", destinado a que Israel se anexe territorios ocupados a los palestinos y frustrando de modo total la creación de un estado para ellos y el retorno de los 4 millones emigrados. Se dijo encantado con el abominable proyecto con el cual la Casa Blanca pretende legitimar a uno entre los más tremendos despojos que pueblo alguno haya padecido.
Las presiones a Europa, la guerra comercial contra China o las sanciones a Cuba, Venezuela o hasta a Rusia, entorpece una evolución más rápida y satisfactoria, pero sobre todo, no esconden los proyectos para prevalecer sobre cualquiera. Sin darse mucha cuenta, el magnate arrastra a su propio país hacia desdichas improcedentes.
Su resolución para el año fiscal a iniciarse en octubre venidero, y los datos reales del país, prueban algunas falsedades y la endeblez de varios ángulos sobre las cuales dice haber mejorado la economía y vida de los norteamericanos. Trump propone recortes [sociales] en el orden de los 2,2 billones de dólares en lo inmediato y para después, suponiendo que será quien los administre.
Afecta la ayuda al exterior (excepto Israel y Ucrania) y varios programas nacionales, entre ellos las obligaciones del estado dentro del esquema sanitario federal, las ayudas a discapacitados y los sin hogar; menos además para el medioambiente, por supuesto, y similar albur atraviesan distintos gastos sociales o de necesaria observancia, cercenados ya desde el inicio de su mandato.
En tanto, la partida militar, sigue aumentando (750.000 millones) y, dentro de ella, el presidente plantea darle preeminencia a las armas nucleares, creando el stock y la sofisticación mayores de todos los tiempos. Desecha las ofertas de Moscú para mantener y solidificar el tratado sobre armas de alcance intermedio, el único que queda de los firmados en ese ámbito.
¿Sobre qué bases edifica esa supremacía incrementada en recursos de fuerza? En aras de su propósito hegemónico, posterga el prometido objetivo de eliminar el largamente arrastrado déficit nacional. Lo retrasa para el 2035. Trasladando a otro la obligación de cargar con ese compromiso transgredido mientras él lo incrementa alegremente.
Al cierre del 2019, la insuficiencia registrada fue de 984 mil millones de dólares. Eso es un 4,6 por ciento del Producto Interno Bruto. En el actual, semejante insuficiencia tiende a superar el billón de dólares, muy por encima del promedio reportado en los últimos 50 años. Sin embargo, el magnate dice que su gestión es exitosa, la mejor en toda la historia del país y Perogrullo, afirma que esas son rosas a crédito, pero no solidez económico-financiera.
De relaciones políticas y comerciales ni se hable. Los compromisos suscritos con China para aminorar una beligerancia que a nadie beneficia en la práctica, tienen tanto teflón como muchos de sus resonantes actos. Los shows montados se pueden repetir o no, pero como se sabe, la segunda vez casi siempre se tropieza con la tragedia.
El juicio sin testigos del cual emerge indemne, pudo tener en su centro cualquiera de los casos citados y tantos dejados en el tintero. Esa indemnidad le añade soberbia a quien, es posible, esté fraguando con poder y respaldo de los republicanos, cualquier disparate letal. Viendo el curso de las elecciones primarias, se piensa en lo apremiante de aplicar virtuosas estrategias por parte de los demócratas, para invertir una propensión dramáticamente dañina durante otros cuatro años.
Cubadebate