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19 y 20 de diciembre de 2001, el día que Argentina ya no fue la misma
“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo” era la consigna que más se escucho aquellos 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el pueblo argentino, luego de una larga noche neoliberal, le dijo basta a una clase política corrompida que en una década dilapidó gran parte del capital social acumulado durante un siglo.
Un 20 de diciembre Fernando de La Rua, entonces presidente de la República Argentina, huía en helicóptero por los techos de la Casa Rosada, mientras un pueblo entero, tomaba las riendas de su destino como nación enfrentando la represión de un Estado de Sitio declarado que no pudo frenar la rebeldía popular.
Desde aquel entonces, las cosas no fueron igual en Argentina. Aunque muchos se fueron, otros se quedaron e, incluso, muchos otros políticos volvieron, lo cierto es que en Argentina, esas jornadas históricas marcan un condicionamiento para cualquiera que detente el gobierno en el país.
Mucho se ha teorizado sobre el 19 y 20, pero lo cierto es que esas jornadas, de genuina rebelión popular, fueron un salto cualitativo en la lucha de un pueblo contra el recetario del Consenso de Washington. Hoy, a 11 años, ni la Argentina ni Latinoamérica son lo mismo. La posibilidad histórica de una democracia de masas, sobre la base de gobiernos populares basados en modelos de soberanía popular, no son una realidad inalcanzable, como las usinas ideológicas del norte quisieron hacernos creer con el proclamado “fin de la historia” luego de la caída del Muro de Berlín y el fin de los socialismos reales. Cuba ya no está sola, la Venezuela chavista vino a refutar aún más que las ideologías y las utopías nunca murieron.
Hoy la taba se dio vuelta, y en Europa están sufriendo lo que años atrás padecieron los pueblos nuestroamericanos, pero no obstante, como sucedió en nuestra región, en Europa ya están naciendo, en el sentir de los pueblos, la resistencia y la rebelión contra el capitalismo salvaje, porque si hay algo que demostró el 19 y 20 en Argentina, es que los pueblos no se suicidan.
Sin embargo Nuestra América todavía padece estructuras de neoliberalismo, como la megaminería, que saquea y contamina la Cordillera de los Andes, los agronegocios, que atentan contra la soberanía alimentaria de los pueblos y contaminan sus tierras, está Honduras y Paraguay, con gobiernos ilegítimos, ensayando una revancha de la derecha.
Hoy, en Argentina, es una jornada de lucha y memoria, memoria por los 39 caídos por la represión policial del gobierno aliancista, memoria para no olvidar que las calles son de los pueblos. Por eso mismo, hoy, entre los muchos actos que están sucediendo en el país, un conjunto de organizaciones – Coordinadora de Trabajadores Desocupados, MPR Quebracho, Movimiento Estudiantil Liberación, Movimiento Teresa Rodríguez, Federación de Trabajadores Combativos 29 de Mayo, la Unión de Trabajadores por la Dignidad, Frente Estudiantil Revolucionario, Espora, Poder Barrial y Unión de Trabajadores en Lucha – realizaron un acto en la famosa Avenida 9 de Julio, a metros del Obelisco, donde cayó uno de los suyos, Carlos Petete Almirón.
El acto se realizó en el lugar donde cayó herido de muerte Almirón, donde hay una placa conmemorativa en su nombre y por cada uno de los ciudadanos caídos en la jornada. A más de una década, son muchos los argentinos que no olvidan y que se resisten a que aquellos 39 compatriotas sean sólo una placa, y continúan luchando por la felicidad de su pueblo, más que nunca cuando el sueño de una latinoamérica unida es una realidad palpable como lo demuestran el ALBA, la Unasur y la Celac, todos procesos de integración regional nacidos al calor de este nuevo tiempo nuestroamericano. Un tiempo que va mostrando una nueva institucionalidad gestada por la lucha popular.
