De la guerra de los seis días a la guerra permanente
Muchos años han pasado desde que Naciones Unidas aprobase su Plan para la partición de Palestina en 1947. Con supuesta buena fe, se pretendía dar respuesta al conflicto entre árabes y judíos en Palestina.
La presión de la comunidad judía internacional y la mala conciencia de los actores, han hecho que aquel plan fuera un fracaso, como todos los acuerdos, pactos y hojas de ruta, que desde entonces se han venido produciendo. La historia se está encargando de demostrarlo.
La partición de la zona en dos estados no contentó a ninguna de las partes. La Liga Árabe aprobó otra resolución que rechazaba frontalmente la de la ONU y en la que advertía que, para evitar la ejecución del plan de partición, emplearía todos los medios a su alcance, incluyendo la intervención armada. Reino Unido abandonó Palestina el 15 de mayo de 1948, un día después de que David Ben Gurión declarase unilatgeralmente la independencia de Israel. Todo fue un desastre. Desde entonces guerras, ocupaciones y sufrimiento. Una historia sin fin, que ha dejado a su paso demasiadas muertes.
En la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel conquistó la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, la península del Sinaí y los Altos del Golán en Siria. La guerra de Yom Kipur en 1973, fue iniciada por Egipto y Siria, para recuperar los territorios ocupados en los Seis Días, pero no lo consiguieron. Después de tantas operaciones militares, intifadas, ataques indiscriminados, innumerables resoluciones de la ONU, conferencias internacionales, acuerdos y pactos, las principales cuestiones siguen pendientes: la soberanía de la Franja de Gaza y Cisjordania; la formación un estado palestino; el estatus de la parte oriental de Jerusalén, Altos del Golán y Granjas de Shebaa; el destino de los asentamientos israelíes; y la situación de los refugiados palestinos. Israel, sistemáticamente ha incumplido todo.
Gaza sigue asediada. Cerca de un millón quinientas mil personas permanecen encerrados, en un territorio de 365 Km2. Confinados entre muros, la mayor prisión del mundo. Los ataques por tierra, mar y aire, no discriminan objetivos militares de los civiles. Todos los palestinos son considerados combatientes; los niños y las mujeres también. Los bombardeos se ceban con ellos. Llaman daños colaterales a lo que son crímenes de guerra, cometidos por un Estado, que dice hacerlo en su defensa.
Los palestinos son reducidos a números y en el peor de los casos al olvido, bajo la sospecha que siempre persigue a las víctimas: algo habrán hecho. Los crímenes se cometen con demasiada impunidad. El régimen de Israel decide lo qué debe ocurrir y lo qué no es posible hacer en Palestina; mientras sigue ocupando la tierra ocupada en la guerra y en la paz. Pero no hay solución militar posible porque a pesar de todo, Palestina y los palestinos existen. La única solución pasa por poner fin a la ocupación, a los asentamientos y a la exclusión; por justicia.
Por aquel entonces, los judíos celebraron la independencia y la creación de un estado judío, pero criticaron el plan que dividía en tres zonas separadas el territorio asignado, resultando poco viable y de difícil defensa. Los líderes árabes se opusieron al plan argumentando que violaba los derechos de la población árabe, la cual representaba el 67% de la población total en la zona, criticando que el 45% de la superficie de todo el país se adjudicaba al Estado judío, que representaba tan solo el 33% de la población. Agravio sobre agravio.
No se entiende el conflicto hoy, sin conocer las bases de la historia. Desde 1948 se han producido diferentes crisis, incidentes armados y guerras abiertas. La primera guerra se produce cuando los cinco estados árabes vecinos (Líbano, Siria, Transjordania, Irak y Egipto), no conformes con el Plan de la ONU, le declararon la guerra al naciente Estado de Israel e intentan invadirlo. La siguiente fue la Guerra de Suez en 1956, en la que intervinieron Israel, Reino Unido y Francia, atacando a Egipto, como consecuencia, entre otras causas, de la nacionalización del Canal de Suez.
Se pasó por la Operación Pilar Defensivo contra Gaza, que comenzó tras el asesinato selectivo israelí de Ahmed Yabari, jefe militar de Hamás en Gaza. Las milicias palestinas no se hicieron esperar y una lluvia de cohetes cayó sobre Tel Aviv y Jerusalén. El Ejército israelí, con su fuerza conocida, bombardearon durante ocho días y noches el estrecho pedazo de territorio palestino. Esta operación costó 1.300 heridos y, al menos, la muerte de 165 palestinos y 15 israelíes.
Los objetivos de estos levantamientos están sujetos divergencias: mientras unos señalan que tienen como objetivo liberar los territorios palestinos, otros sectores [occidentales] opinan que el objetivo de fondo sigue siendo la destrucción de Israel y con ello su fe, dada la pugna judeo-islámica. Estos alzamientos se encuentran entre los aspectos que más han influido en el desarrollo del conflicto árabe-israelí en las últimas décadas. Ambas intifadas empezaron como campañas de agitación palestinas, generándose así un ciclo de violencia de difícil solución.
Los últimos acontecimientos muestran que la violencia continúa. Se dice que hay unos 4.900 palestinos en cárceles israelíes. Militantes palestinos acusan al apartheid israelí de asesinar deliberadamente a Khader Adnan al negarle atención médica mientras estaba bajo su custodia. El movimiento palestino Yihad Islámica anunció una tregua, la cual no ha sido confirmada por Israel, mientras soldados israelíes se han desplegado con sus tanques a lo largo de la frontera con Gaza. Adnan, que era un alto cargo de la Yihad, había sido acusado, cómo no, de delitos de terrorismo. Los funcionarios de prisiones israelíes afirman que se negó a comer y a recibir asistencia médica.
Israel ocupa Cisjordania desde la Guerra de los Seis Días de 1967 y sus fuerzas detienen regularmente a palestinos, sin orden judicial, que son sometidos a tribunales militares israelíes. Por su parte, la Yihad Islámica, considerada, cómo no, organización terrorista por la Unión Europea y EEUU, advirtió que Israel pagará el precio de este último crimen. Con los últimos asesinatos conocidos, el ejército sionista, este sí terrorista, mató a 108 palestinos en Cisjordania, Jerusalén Este, dentro de Israel y en la Franja de Gaza desde principios de año, incluidos 20 niños y dos mujeres.
Las escenas de redadas, cargas policiales e incluso disparos dentro del tercer lugar más sagrado para el Islam se han repetido en los últimos días con fieles atrincherados en la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén. No han importado las celebraciones del Ramadán o del Pésaj (Pascua judía). La respuesta no se ha hecho esperar, con el intercambio de cohetes de las fuerzas palestinas en Gaza, Líbano o con bombardeos en Siria. La agitación no es nueva, pero la actual crisis amenaza el statu quo en la región, en un contexto de deriva ultraconservadora del gobierno de Israel, que cuenta con ministros racistas y antiárabes.
La crisis actual no sorprende porque desde la llegada al poder de Benjamín Netanhayu el uso de la violencia se ha convertido en el único lenguaje de comunicación y, en un contexto de una enorme asimetría, en la capacidad de usar la violencia que lleva a un círculo vicioso. El régimen de Israel en la actualidad tiene integrantes que son fanáticos, extremistas, incluidos ultranacionalistas y ultraortodoxos. Una parte de la sociedad israelí lo está denunciando, manifestándose más de 14 semanas, porque ven que esta mezcla explosiva va camino de transformar la naturaleza del Estado de Israel.
Las autoridades de los dueños originales del país también carecen de legitimidad y de influencia. La Autoridad Nacional Palestina ha actuado casi como una baza para el control de los palestinos que beneficia a Israel. Todo parece que es una autoridad desacreditada entre la misma población palestina, ya que su líder, Mahmud Abbas, lleva más de 15 años sin convocar elecciones. La población palestina es muy joven, no se siente representada por este gobierno ni por los Acuerdos de Oslo de hace 30 años, firmados justo en 1993.
La violencia del régimen sionista hacia los palestinos se encuentra en un punto crítico que hace temer la explosión de una nueva intifada. En cualquier caso, lo que está pasando contra el pueblo palestino, es un crimen contra la humanidad.
Los palestinos son víctimas de crímenes cometidos por el régimen de Israel, con el aplauso de su pueblo y el apoyo de EEUU. Todo sigue igual y ha llegado la hora de frenar a Israel. Toca poner fin a esta vergüenza de la humanidad.
@caval100 / La Haine